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La tercera mano de Carlos Fabra, sana y salva

Unos ladrones roban dos de las tres extremidades de la escultura de Juan Ripollés para el aeropuerto de Castellón

HENRIQUE MARIÑO

Una escultura normal, cuando sufre el robo de dos manos, se queda manca, pero la de Carlos Fabra, no. El artista castellonés Juan Ripollés se sacó de la manga un tercer apéndice para el presidente de la Diputación de Castellón 'que invita a la reflexión', según el propio autor de la obra.

'Las otras dos ofrecen un corazón', explica Ripollés mientras prepara el papeleo del seguro, que decidió contratar tras varias visitas de los amigos de lo ajeno. El artista, que ha sufrido el robo de parte de la escultura que iba a ser ubicada en una rotonda del aeropuerto de Castellón, asegura que es el cuarto hurto que sufre: uno de cuadros y tres de material para esculturas.

Es el caso del 'personaje' —como le llama él, quien asegura que 'no tiene que ver con Carlos Fabra'— que se esfumó de su taller ayer por la tarde o esta madrugada, duda. 'No han tocado una herramienta, solamente el metal. Han dejado una mano y un brazo, que no pudieron cargar porque estaba sin seccionar', explica el artista, que cuenta con numerosas piezas en la ciudad de Castellón.

'Con Don Carlos tengo mucha amistad desde que era pequeño, por eso dicen que me han favorecido para esos encargos', comenta Ripollés, que lo achaca a la 'ignorancia popular'. Él, asegura, pierde dinero con la obra pública. 'Excepto la del puerto de Castellón, que la pagó Bancaja, he puesto dinero para todas'. 

La de las tres manos —las dos robadas y en paradero desconocido pesaban 2,5 toneladas y eran de cobre y latón— fue encargada por el aeropuerto por 50 kilos de los de antes, según el autor. 'Con 300.000 euros es imposible hacer una escultura de 25 metros. Iba a ser de ocho, pero a mí no me gustó el sitio y elegí la rotonda. Como tenía que hacerla más grande para que se viera y no había presupuesto, he puesto dinero de mi bolsillo'.

'En vez de comprarme coches o medio apartamento, me hago una escultura, aunque me cueste los ahorros', comenta el también pintor. 'Hay quien dice por ahí que el PP me ha hecho rico, cuando la Diputación sólo me compró la de la Plaza de las Aulas. Tiene gracia, pero qué le vamos a hacer. La libertad de expresión es la libertad de expresión', concluye Ripollés, quien quita hierro al coste de la escultura del aeropuerto. 

'Han llegado a decir barbaridades, como por qué se gasta este dinero en un momento con tanto paro. Eso es veneno político: con mi escultura han trabajado tres personas que estaban en el paro. Llevo seis meses dando jornal: material, transporte, grúas, montaje, soldadores, cortadores, carpinteros...Son muchos trabajando', añade el escultor castellonense. 'Eso no es malgasto. Además, para que no haya paro, habría que hacer más carreteras, puentes, jardines y esculturas'. Y, por si alguien les mete mano, bien aseguradas.

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