Lenny Kravitz creció en una América en la que salir a pasear por las calles de su ciudad -la muy progresista Nueva York- de la mano de sus padres suponía enfrentarse a insultos, gritos e incluso salivazos de transeúntes indignados con una pareja interracial. Más de cuatro décadas después, y casi 60 años desde que Rosa Parks plantara cara a un conductor de autobús en Alabama, comenzando la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos, el neoyorkino revivió esas sensaciones al ver un documental sobre el auge del odio racial en su país.

'Mi experiencia personal me ha ayudado mucho a inspirarme para afrontar esta situación. Tal vez estamos empezando a avanzar [en EEUU], pero todavía hay mucha gente que quiere mantenerse firme en sus viejas ideas', apostilla el músico. Con el elocuente mensaje de Black and White America, Kravitz quiere aportar su granito de arena a esa lucha por la igualdad racial.

El disco, grabado entre Bahamas y París, es el primer trabajo discográfico de Lenny Kravitz con Atlantic Records/Roadrunner Records y llega tras 22 años de carrera musical, ocho discos y más de 35 millones de copias vendidas. Una carrera en la que las llamadas al amor y a la religión se han sucedido en un estilo con variadas influencias que van desde el rock más clásico al funk y la música folclórica. Unos sonidos muy de los ochenta que han conformado el estilo Kravitz.

'No conozco personalmente a Obama, pero es un gran hombre'

Ese estilo Kravitz se repite en este nuevo trabajo, un álbum en el que pese a la primacía del funk frente a otras influencias, no abandona otros estilos. 'Por supuesto que no, tienes rock, tienes folk, ahí está todo', afirma. Esa preeminencia del funk 'simplemente apareció, estaba trabajando en ese ambiente de Bahamas y simplemente apareció, no fue nada planeado, en el fondo todas esas influencias están ahí. Yo canto música que si escuchas atentamente verás que está muy influenciada por la de los ochenta. En el fondo hago esta música porque me permite comunicarme', comentó a Público.

Para la grabación, el artista neoyorkino se trasladó a una pequeña comunidad de menos de 400 personas en las Bahamas. Esa localización 'definitivamente aportó mucho en el proceso creativo, de ese modo la música surge de forma natural, solamente tuve que pasar algún tiempo a solas en ese lugar tan aislado del mundo, en la naturaleza en las playas y la música simplemente vino, la inspiración fluyó favorecida por mi propia experiencia y sentimientos', comentó Kravitz. El estilo de vida de la zona también caló en el artista de 47 años y por tanto en la grabación final. 'Es realmente increíble, es supervivencia en su sentido más estricto. Comen lo que obtienen de sus jardines y del mar, no llevan zapatos o llaves. Conocen a cada persona que se cruzan, y las mujeres ni siquiera se han dejado seducir por los estereotipos que marcan los medios, están orgullosas de sus cuerpos', dice.

'No conozco personalmente a Obama, pero es un gran hombre y va a hacer que cambien las cosas en las relaciones raciales', afirma sobre el hombre bajo cuyo mandato versaba el documental que inspiró parte de este último trabajo. Sin embargo el disco se enfrenta al éxito o fracaso en una sociedad que afronta una de las peores crisis económicas y sociales de su historia. 'No se demasiado de economía y no puedo dar una opinión clara sobre lo que está pasando, solo se que el mundo se mueve por la avaricia y el poder y es evidente que eso repercute en el devenir del mundo' apostilla.

Sobre el movimiento 15-M, iniciado en Madrid el pasado mes de mayo, aún sin conocer todas sus particularidades, afirma que 'es normal que la gente esté descontenta con la forma en la que los políticos actúan, aunque no conozco demasiado a los políticos europeos. Solo se preocupan de sí mismos, como casi todo el mundo, y se olvidan del resto de la gente. Todos deberíamos preocuparnos un poco más por lo que sucede a nuestro alrededor'.