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El Ejido SA, el cortijo de Enciso

RAÚL BOCANEGRA

Cuentan los mayores de El Ejido (Almería) que la abuela de Juan Enciso fue asesinada durante la guerra civil en la plaza de un pueblo vecino por roja. Años después, a su nieto, el alcalde, le gustaba que le limpiaran las botas en la plaza mayor de su ciudad, la misma que dirigió durante 18 años como si fuera su cortijo particular: El Ejido SA.

Juan el Chato (apodo familiar) llegó al PP de la mano de Antonio Góngora, dirigente de la formación en los años 80. Es el momento en el que los partidos advierten la necesidad de contar en El Ejido con personas con influencia en la agricultura, en pleno boom, para obtener respaldo. Enciso tenía ya intereses en ese terreno.

Góngora le enseña a manejarse y él se sitúa. En el círculo recreativo y cultural, donde se reúnen todos los que son en El Ejido, El Chato despliega sus habilidades sociales, descubiertas en la calle, en el campo, en el contacto cara a cara con la gente. Juega a las cartas, al dominó, con unos y con otros y capta voluntades. En 1991, lidera la lista del PP y gana por primera vez las elecciones.

Enciso se encuentra en el ayuntamiento como interventor a José Alemán, hombre de buena familia de la capital, Almería, educado y jaranero. Son dos absolutos opuestos con ambiciones comunes. Hacen buenas migas. Y después, buenos negocios. Entre los dos, lanzan por la ladera la bola de nieve de corrupción. En 1995, privatizan las obras de mantenimiento y los servicios municipales creando la empresa mixta Elsur, que convierten con el tiempo en una máquina de saqueo.  

En El Ejido, los describen como una especie de Gil y Roca ejidenses. Uno, Alemán, en la sombra, versado en asuntos técnicos, y bien relacionado en el mundo empresarial. En el restaurante La Costa, de una estrella en la guía Michelín, y, luego, en el night club Golden, actuando no como interventor, sino como consejero delegado de El Ejido SA, agasaja a sus invitados y cierra lucrativos negocios. El otro, Enciso, populista y de verbo rudo, que encaja como un guante con determinados sectores, se ocupa de poner la cara y de ganar elecciones, extendiendo una red de influencias, desde las residencias de ancianos hasta los medios de comunicación locales. “Fardaban de haberse gastado con la VISA del ayuntamiento mucho dinero en el Golden”, afirman fuentes municipales.

La ruptura y el delirio

El año 2000, cuando se desata la violencia contra los inmigrantes, es clave para entender la trayectoria del alcalde caído y es el momento en el que las fuentes consultadas (policías, ex compañeros de partido, concejales, abogados, sindicalistas, trabajadores, funcionarios) sitúan el comienzo de su delirio y de los manejos y estratagemas que le han llevado a prisión.

Reelegido ya tres veces, El Chato canaliza el latir de ciertos sectores del pueblo con un discurso muy duro (pulido por su amigo José Añez, psicólogo y que fue presidente de Diputación) contra los inmigrantes, se enfrenta a los dirigentes de su partido, que entonces gobernaba España, y sale triunfante. “Nos salvó”, creen aún hoy muchos vecinos, a quienes les sale una sonrisa con el recuerdo de las muchas que ha hecho su paisano El Chato.  

Es ya un dios menor en su pueblo. “Pone concejales porque no tiene más remedio”, resume un ex compañero de partido. Extiende entonces sus tentáculos, de la mano de Alemán, a través de empresarios y familiares, a todas partes, el urbanismo, el club de fútbol Poli Ejido, ahora en proceso concursal, la recaudación de impuestos y Elsur. Amenaza a todo aquél que no está con él. “Es un mafioso”, zanja un empleado. Los trabajadores municipales llegaron a hacerle obras en una apartada finca, comprada por su familia, entre Bayárcal y Laroles, en las estribaciones de Sierra Nevada, a la que acudía en días de descanso y en la que planta vides.

La ruptura con el PP en 2005, cuando Añez asalta la cúpula del partido en Almería, le deja a la intemperie. Sus amigos empresarios le ayudan a crear de cero un partido: el PAL (Partido de Almería) con el que gana de nuevo las elecciones y prosigue el saqueo del ayuntamiento. Pero la bola de nieve era demasiado grande. “El lío que montó, aunque quisiera parar, era tan grande, que se lo llevó con él”, resumen fuentes del ayuntamiento. Nadie duda de que, si sale de ésta, volverá a ganar elecciones en El Ejido, su cortijo.

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