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Otra especie humana se cruzó con los sapiens

Los melanesios conservan hasta un 6% de ADN de un linaje desconocido hasta hace unos meses

NUÑO DOMÍNGUEZ

Hace más de 40.000 años, en algún lugar de Asia, los humanos modernos procrearon con otro linaje de homínidos cuya existencia se ignoraba hasta hace unos meses. Como testimonio de aquellos encuentros, algunos habitantes de Melanesia –pero no los euroasiáticos– llevan todavía un 6% de ADN de aquel grupo, cuyos restos han sido rescatados de la cueva de Denisova, en Siberia (Rusia).

Investigadores de seis países, incluida España, desvelan hoy en Nature parte del genoma de aquellos humanos. Su ADN se ha extraído de la diminuta falange de una niña de unos seis años a la que sus descubridores llamaron Mujer X y de un nuevo diente de adulto desenterrado en Denisova.

Los denisovanos, como han sido bautizados por el equipo, eran un linaje “hermano” de los neandertales. Mientras estos se adueñaron de Europa durante decenas de miles de años, sus hermanos pudieron ocupar grandes extensiones de Asia, donde se habrían hibridado con los sapiens.“De alguna manera viven aún en nosotros”, explica a Público Svante Pääbo, el experto en ADN fósil del Instituto Max Planck de Alemania que está haciendo pedazos los dogmas clásicos de la evolución humana. Este año, su equipo desveló que todos los humanos actuales, excepto los africanos, llevan hasta un 4% de ADN neandertal. Ahora destapa un nuevo linaje humano que se cruzó con las poblaciones sapiens que salieron de África y que después ocuparían Papúa Nueva Guinea, al norte de Australia.

“El siguiente paso es estudiar otras poblaciones porque seguramente los melanesios no sean los únicos que lleven esta herencia”, explica Tomás Marques-Bonet, genetista del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (IBE), quien ha analizado cambios en tramos del genoma del nuevo linaje y los ha comparado con el de sus familiares más cercanos: sapiens, neandertales y chimpancés.


Mestizaje
“Neandertales, denisovanos y sapiens se diferencian en menos de un 1% de su genoma”, afirma Marques-Bonet. Esto supone un golpe de gracia al Homo sapiens como especie pura y obliga a repensar el esquema de evolución humana. Si la mayoría de los humanos lleva rastros de otros homínidos en cada una de sus células, ¿pueden seguir creyéndose la especie triunfadora que reemplazó completamente al resto?

“Va a haber mucha controversia y debate”, adelanta el genetista Carles Lalueza-Fox, que también trabaja en el IBE pero no ha participado en este estudio. Sí lo hizo en el que aportó el genoma neandertal y en otro recién publicado en el que el ADN antiguo explica cómo eran las familias de neandertales que habitaron Asturias, tal vez al mismo tiempo que los denisovanos ocupaban Siberia.

Según la teoría dominante, el Homo sapiens salió de África hace 70.000 años para conquistar el mundo y reemplazar al resto de especies humanas a su paso. Esta teoría se diluye ahora en otra en la que los sapiens prefirieron hacer el amor antes que la guerra a algunos de los neandertales y denisovanos que iban encontrando. “La visión es ahora mixta”, dice Marques-Bonet. “No hubo reemplazo total ni exterminio, sino contacto”, apunta.

Al contrario de lo que se ha hecho durante décadas, su equipo no le ha puesto un nombre científico de especie a los denisovanos. La ciencia clásica calificaba como especies distintas a dos seres que no pueden tener descendencia fértil. Para los seres extintos, se usaba la forma de sus huesos, sobre todo los cráneos. El ADN antiguo ha cambiado todo esto y aporta una radiografía genética a partir de huesos minúsculos que antes se hubieran guardado como inclasificables. La fiesta puede continuar. “Estoy convencido de que van a aparecer más linajes nuevos”, concluye Marques-Bonet.


 

Para José María Bermúdez de Castro, codirector de Atapuerca, se trataría de una población originada lejos de Oriente Próximo y el este de África, “aislada” y “que no fue sustituida por poblaciones más recientes, como sucedió en Europa con ‘Homo antecessor’ [el hombre de Atapuerca]”.

Pero, con el genoma denisovano recién secuenciado, Svante Pääbo opina que “el escenario más simple es que el ancestro común de los denisovanos y los neandertales dejase África y después diese lugar a poblaciones distintas en Eurasia”.

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