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Fecundar a una reina y perder los genitales

D.M.

La relación entre sexo y sufrimiento no es rara en la naturaleza. La cópula traumática de las chinches o de las numerosas especies cuyas parejas se devoran entre sí durante o tras el acto sexual no son los únicos ejemplos dolorosos. Entre las abejas, los zánganos que logran acercarse a la reina y copular con ella, durante una estresante sesión de sexo volador, pagan un alto precio por optar a perpetuar sus genes. Los genitales del zángano explotan durante el apareamiento, con objeto de quedarse incrustados en el interior de la hembra, a modo de tapón anticonceptivo, e intentar impedir que otros zánganos que la copulen después la fertilicen.

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