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Células madre para tolerar un trasplante

Un tratamiento con anticuerpos permite injertar tejido ajeno evitando rechazos

JAVIER YANES

El fin primordial de la investigación con células madre es diseñar un procedimiento sencillo que convierta a cada enfermo en fuente de sus propios tejidos de recambio. En el pasado, los trabajos pioneros derivaron las primeras líneas de células troncales a partir de preembriones disponibles para la investigación, sobre todo los desechados de la reproducción asistida. Aunque estas células han sido claves para propulsar esta línea científica, apenas se ha considerado la posibilidad de emplear directamente este material para usos clínicos, por las típicas complicaciones de rechazo asociadas a cualquier trasplante de tejido ajeno.

No cabe duda de que solucionar el problema del rechazo inmunológico abriría un universo nuevo en el campo de la medicina regenerativa. Desde 1998, año en que el científico James Thomson derivó la primera línea de células madre embrionarias humanas (hESC, por sus siglas en inglés), la producción de estos linajes celulares se ha disparado en laboratorios de todo el mundo. ¿Podrían las hESC saltar desde la poyata del laboratorio a la sala del hospital? Tal vez sí. Al menos, eso sugiere el estudio publicado en PNAS por un equipo de la Universidad de Oxford (Reino Unido), dirigido por Paul Fairchild, un investigador que explora la frontera entre las células madre y la inmunología.

Células de incógnito

Mientras otros expertos tratan de potenciar la respuesta inmunitaria frente a ataques de diversos orígenes, desde el sida al cáncer, Fairchild busca todo lo contrario: domar las defensas del organismo para que toleren una invasión ventajosa para el invadido. El objetivo de Fairchild es diseñar estrategias que ayuden a las células madre extrañas a pasar desapercibidas ante la policía inmunológica del receptor. En lugar de emplear, como es frecuente en estos estudios, ratones genéticamente inmunodeficientes, Fairchild debía enfrentarse con esta barrera.

La primera aproximación no resultó halagüeña. Creadas las líneas embrionarias de ratones y trasplantadas a los animales receptores, el rechazo era rápido y agudo. Pero Fairchild y su equipo han hecho uso de una peculiaridad de estas células: sus privilegios inmunológicos, que consisten en una baja expresión de antígenos de histocompatibilidad, la inducción de un factor antiinflamatorio y la ausencia de células adyuvantes. Gracias a ello, la simple inyección de anticuerpos contra los marcadores CD4 y CD8 de los linfocitos permite al tejido injertado sobrevivir indefinidamente.

Según Fairchild, el hallazgo presta fundamento a la idea de que un banco celular con sólo 150 líneas de hESC serviría para aplicar los beneficios de la medicina regenerativa a la mayor parte de la población.

 

Un estudio emprendido por médicos de la Universidad japonesa de Kyushu ha permitido reconstruir con éxito las mamas de un grupo de mujeres a las que se les había practicado una extirpación parcial para erradicar un cáncer. El tratamiento consistió en extraer grasa por liposucción del abdomen, las caderas o los muslos de las pacientes. Las células madre fueron aisladas aplicando la tecnología desarrollada por la empresa Cytori Therapeutics, de San Diego (EEUU). Una vez añadidas estas células a la masa principal de la biopsia, se practicaron los injertos en las zonas dañadas del pecho. Ocho meses después del procedimiento, el 80% de un total de 21 pacientes está satisfecha, según informó el sábado el director del estudio, Keizo Sugimachi, en el 30 simposio de cáncer de mama celebrado en San Antonio (EEUU).

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