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La policía y el ejército blindan la cumbre

Cuatro personas mueren tiroteadas por el narcotráfico en menos de 18 horas

M. A.

La llegada de los ministros y representantes oficiales de 194 países ha convertido la ciudad balneario de Cancún en un búnker. Los resorts de lujo piden disculpas a los turistas por la desorbitada presencia policial y militar en las calles. Cada encrucijada está vigilada por soldados del ejército mexicano con ametralladoras y agentes de la Policía Federal armados con fusiles de asalto. Sin embargo, grupos de sicarios han conseguido ensangrentar la cumbre del clima de Naciones Unidas. El martes por la tarde, las autoridades de Quintana Roo, el estado mexicano donde se encuentra el fortín de Cancún, informaron del hallazgo en plena calle de un hombre asesinado de un disparo en la cabeza. Pocas horas antes, las fuerzas de seguridad habían encontrado otros tres cadáveres, todos rematados con un tiro de gracia. Los cuerpos presentaban señales de haber sido torturados, según informó la agencia Efe. Cuatro ejecutados en menos de 18 horas.

Hace un mes, el secretario estatal de Seguridad Pública, Miguel Ángel Ramos Leal, anunció que 6.000 efectivos blindarían la zona hotelera, donde se reúnen miles de delegados para negociar un plan mundial de lucha contra el cambio climático. El área, un brazo de arena en el mar Caribe, es una ratonera, con sólo una entrada y una salida. Las fuerzas de seguridad han conseguido aislar los resorts, pero en el resto de la ciudad los sicarios campan a sus anchas.

También el martes, integrantes de la banda Los Sureños atacaron con cócteles molotov una vivienda en la llamada región 102. Con anterioridad, la misma pandilla había lanzado bombas incendiarias al bar Castillo del Mar, matando a dos mujeres embarazadas, según informó el Diario de Yucatán.

El número de muertos relacionados con el narcotráfico en México en lo que va de 2010 superó los 10.000 en noviembre, según un recuento del diario Reforma, basado en informes oficiales. La cifra se sumaría a los 28.000 muertos entre diciembre de 2006 y agosto de 2010 admitidos por el propio gobierno de Felipe Calderón.

Chihuahua, fronterizo con EEUU, es el Estado más violento del país. Allí, separada de Texas por el río Bravo, se encuentra Ciudad Juárez, que acumula 5.000 muertes en lo que va de año. Quintana Roo no sufre la violencia de Chihuahua, Sinaloa o Tamaulipas, pero las bandas criminales que quieren controlar el tráfico de drogas hacia EEUU han prosperado en los alrededores de Cancún. Pese a que la policía ha conseguido desarticular en los últimos años a grupos de sicarios armados con granadas y fusiles kalashnikov, los asesinatos no se han detenido.

En junio, la fiscalía de Quintana Roo anunció el hallazgo de seis cadáveres en El Roble, un barrio situado en la periferia de Cancún. Todos presentaban una raja en el costado izquierdo. Los sicarios habían extirpados sus corazones. En mayo, la policía encontró otros dos muertos, decapitados y envueltos en una bolsa de plástico. Uno de los asesinados era un transexual.

Los Zetas, una organización formada a partir de desertores de las fuerzas especiales del Ejército, reivindicaron la matanza. Junto al cuerpo del transexual, un mensaje en una cartulina decía: 'Aquí les dejo este capulín para que vean que los de la última letra no andamos jugando, a esas vecinas que nos engañan con la ley también les va a pasar esto con todo y su familia. Sigues tú. Atentamente: Los Zetas'. El dispositivo policial para proteger la cumbre del clima de Naciones Unidas no ha conseguido frenar la sangría.

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