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Berlín: el único museo del mundo dedicado a la salchicha

PATRICIA BAELO

'Me pone uno, por favor. Una de patatas, y para beber', se escucha una y otra vez en la barra de los bares donde se piden uno de los platos favoritos de cualquier alemán. Es un clásico de la gastronomía teutona y especialmente berlinesa: el currywurst. Este tradicional tentempié no es más que una salchicha cortada en trozos, con o sin piel al gusto de cada uno que se sirve acompañada de una peculiar salsa de tomate con especias. Más de 1.000 calorías de una sentada. Es tal la popularidad que ha alcanzado que incluso ostenta su propio museo, en el centro de la capital.

Los orígenes de esta delicia culinaria se remontan a la cocina de Herta Heuwer, que creó la receta el 4 de septiembre de 1949. Desde aquel día, el número de seguidores de la salchicha en salsa no ha dejado de crecer; en toda Alemania, se consumen al año cerca de 800 millones de currywurst, y sólo en Berlín la cifra alcanza los 70 millones. Lo normal es adquirirlo en los puestos callejeros (conocidos como imbiss), mercados y ferias de todo el país, servido en una bandejita de cartón y degustarlo con un tenedor de plástico. Para comer, cenar y hasta desayunar. Cualquier momento es bueno para llevarse a la boca este sencillo manjar, por un módico precio que oscila entre 1,50 y 2 euros.

Cualquier momento es bueno para llevarse a la boca este sencillo manjar, por un módico precio que oscila entre 1,50 y 2 euros

Ante esta larga tradición, al alemán Martin Löwer se le ocurrió un buen día la idea de abrir un museo en honor del currywurst, con el objetivo de desvelar las facetas más ocultas de este plato que encierra toda una filosofía de vida. Según explicó el propio Löwer, precursor y comisario de la exposición, todo surgió durante sus vacaciones en Jamaica, donde acababa de abrirse una muestra dedicada a los 'daditos-Yam', el plato nacional jamaicano. Y a partir de entonces, se puso en marcha para conseguir a los más de 20 inversores privados que pusieron sobre la mesa cinco millones de euros para dar vida en agosto de 2009 al Museo del Currywurst, situado cerca del mítico Checkpoint Charlie (antiguo paso fronterizo entre el este y el oeste).

Libros, recortes de periódicos, vídeos sobre cómo se producen las salchichas, y hasta un cine en el que se proyectan documentales; todo ello para ilustrar los principales hitos de este plato. No obstante, el enfoque didáctico es el que está más presente. Por ejemplo: en los mapas del mundo y de Berlín se representan aquellos lugares donde hay un imbiss. Para terminar, un aderezo compuesto por todo tipo de instalaciones, ya sean sensoriales, en las que uno puede oler distintas especias, o interactivas, que permiten al visitante cocinar él mismo el tentempié con la ayuda de personajes animados, en el juego interactivo Curry up!.

Una exposición empírica que se acompaña de una escenificación original que abarca desde patatas gigantes, hasta gotas de salsa cayendo del techo o un sofá con forma de salchicha gigante con un hueco en el centro para sentarse, y por la que el museo ha recibido ya varios galardones.

Como última novedad, y enmarcado entre los festejos para celebrar su primer aniversario, el museo ofrece desde hace sólo unos meses, con el precio de la entrada, una degustación gratuita. 'Queremos conseguir que el currywurst sea considerado bien cultural berlinés', dice la directora del centro, Birgit Brelon, orgullosa tras un año de éxitos, en el que sólo a finales del mayo pasado alcanzaron la marca de los 40.000 visitantes.

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