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"Verme pasarlo mal puede divertir a la gente"

Carlos Areces, protagonista de Balada triste de trompeta', rememora uno de los rodajes más explosivos del cine español

CARLOS PRIETO

Los enemigos de los cómicos de Muchachada Nui están de enhorabuena. Si quieren ver sufrir a uno de sus miembros más ilustres, Carlos Areces, sólo tienen que ir al cine a ver Balada triste de trompeta, nuevo filme de Álex de la Iglesia, que se estrena el viernes en nuestras pantallas.

Areces interpreta a un payaso triste que se enfrenta a un payaso macarra (Antonio de la Torre) por el amor de una trapecista (Carolina Bang). Hasta el punto de enloquecer. Un estado mental acorde con un rodaje que Álex de la Iglesia describió así: 'Las condiciones de trabajo son como de ópera sobre la guerra de Vietnam, interpretada por niños de un colegio de Villalpando'.

La peor parte de este rodaje explosivo se la llevó Areces. 'No fue un rodaje duro, no, fue horrible, espeluznante', contó en la pasada Mostra de Venecia, donde el filme se llevó los premios al mejor director y al mejor guión . 'Yo venía de rodar Spanish movie, donde me pasé prácticamente dos meses metido en una cama. El único esfuerzo físico que tenía que hacer era no dormirme en los planos en los que no hablaba. De ahí pasé a estar corriendo cuatro días en pelotas por el monte nevado para luego ver un minuto montado', contó entre risas para explicar la escena de Balada triste de trompeta en la que su personaje comienza a volverse tarumba.

'Luego ves las cosas en el cine y parecen más sencillas, pero es un lío. El mérito de Álex es que el filme tiene una factura de superproducción de Hollywood y la hemos rodado en nueve semanas y media. Fuimos muy a saco. Se hacían tres tomas, con frío o lo que fuera, y se tiraba para delante', recordó Antonio de la Torre.

El cineasta vasco, por su parte, mostró en su bitácora de rodaje que aquello no había sido un camino de rosas. 'Otra vez un día terrible, histérico. Rodamos bien y con sensatez, pero conforme el día avanzaba la tensión se iba acumulando por la falta de tiempo. La última secuencia la rodé en unas condiciones de histeria y tensión francamente lamentables para todos'.

'He tenido que morder perdices con el cuello roto y comer carne cruda delante de un ciervo desollado', explicó Areces con cara de horror. 'Parece que Álex antes de elegir a un actor piensa: ¿Qué es lo más desagradable que podemos hacerle a este hombre?'. Cuanto más desagradable sea todo y peor lo estés pasando más te hace repetir la escena', añadió entre risas.

En el fondo, Areces estaba preparado para ser objeto de una encerrona. Su primera reacción tras leer el guión fue la siguiente. 'Pensé, ¡qué horror!, no es comedia. ¿Qué pinto yo aquí? Un tipo gordo con esta cara sólo puede valer para hacer reír'. Y su presencia en el filme da risa, en efecto, aunque sea una risa perversa. 'Ha sido un infierno. Pero creo que verme pasarlo mal en pantalla puede divertir a la gente'.

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