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El Cervantes no se olvidó de ella

Ana María Matute se convirtió en la tercera mujer en ganar el premio

P.C.

Ana María Matute cumplió el pasado 24 de noviembre uno de los sueños que más ilusión le hacía: ganar el Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras en castellano. Se convertía así, además, en la tercera escritora en lograrlo en 35 años, tras María Zambrano y Dulce María Loynaz.

Aquel día, la autora de Los hijos muertos y Olvidado rey Gudú se veía exultante. '¡Estoy enormemente feliz!', les gritó a los periodistas que la esperaron en el hotel Palace de Barcelona. Como una niña (de pelo plateado), que después de muchos sinsabores la Guerra Civil, la censura del franquismo, los problemas para conseguir la custodia de su hijo en los sesenta, obtiene el caramelo ansiado.

Pero, a sus 85 años, Ana María Matute ha demostrado este 2010 que aún le queda cuerda literaria y que no está sólo para recibir premios. 'No me muero porque aún escribo', señaló en una entrevista con este periódico. Una conversación en la que también reconoció, con su habitual humor, que del whisky se había pasado en los últimos tiempos al gintonic: 'Es más lúcido y ligero', afirmó convencida.

Destino, su casa editorial desde 1948, acaba de publicar La puerta de la luna, una compilación de todos sus cuentos para adultos. La escritora catalana subrayó su ilusión de nuevo el brillo en los ojos, el gesto infantil por esta publicación: 'Así podré comprobar cuánto he trabajado en todos estos años'.

El jurado del Cervantes no se olvidó de Matute. Ella tampoco piensa olvidarse de la literatura. Según ha insistido este año, seguirá escribiendo y leyendo (ahora mucha novela negra: lee a Stieg Larsson y Donna Leon). 'Y siempre poniéndole mucho amor. Es lo más importante '.

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