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Culturas 2010

Un año negro para las artes. Recortes en los Presupuestos, malas cifras para el cine español y artistas que nos dejaron para siempre: 2010 será tan difícil de olvidar como Delibes, Berlanga y Saramago

JESUS ROCAMORA

La cultura no tiene muchas posibilidades de llegar a las portadas de los periódicos, salvo en dos casos: los muertos y los premios. Sobre los primeros, Miguel Delibes, que nos dejó poco antes de arrancar la primavera, escribió aquello de que 'los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales'. Delibes ha sido la mayor pérdida para las letras españolas (junto al Nobel José Saramago) en un año en el que las esquelas pesaron más que nunca en las redacciones: de México (Carlos Monsivais) a Argentina (Fogwill), y vuelta a España (Carlos Edmundo de Ory).

También en cine la lista de ausencias es larga y dolorosa. Luis García Belanga dejó huérfanos a nuestros directores, y con él se fueron Eric Rohmer, Claude Chabrol, Leslie Nielsen y Blake Edwards, entre otros. En la música, algo se rompió con la muerte del polifacético José Antonio Labordeta y la inesperada desaparición de Enrique Morente, el astronauta del flamenco, al que aún le quedaban territorios (como la electrónica) por explorar.

En cuanto a premios, la gran figura de 2011 fue Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura y desde ahora el escritor en lengua castellana más influyente del mundo. Al otro lado, Ana María Matute ponía acento femenino a un galardón, el Cervantes, que sólo ha premiado a tres mujeres en su historia. Pero no todos los premios son bienvenidos: en un acto de 'sentido común', como él mismo lo definió, Santiago Sierra rechazaba el Nacional de Artes Plásticas y se distanciaba del sistema. No quería ser 'el empleado del mes'.

El año negro para la cultura implica también recortes: la crisis se ha llevado por delante gran parte de los presupuestos para los ministerios del ramo en Reino Unido, Italia y España, cuyas instituciones deben buscar alternativas para hacer del arte algo rentable. Tan rentable como el impresionismo, protagonista de la temporada de exposiciones en Europa. En España, el año arrancó con la ambiciosa Impresionismo. Un nuevo Renacimiento (en la Fundación Mapfre) y ha concluido con Jardines impresionistas en el Thyssen. Balance: los
museos se llenan.

Rohmer, Chabrol, Leslie Nielsen y Blake Edwards también se fueronTambién negras fueron las cifras del cine en España: en 2010, las salas perdieron un millón de espectadores al mes respecto al año pasado y se vendieron menos de 100 millones de entradas, la peor cifra desde que se publican estos datos. Las producciones españolas recaudaron aproximadamente un 17% menos que en 2009, pero hubo taquillazos (Los ojos de Julia, Que se mueran los feos y Tres metros sobre el cielo) y filmes con tirón popular, como Buried, Biutiful y Balada triste de trompeta.

Precisamente el director de esta última, Álex de la Iglesia, es uno de los rostros del año del cine español: además de estrenar película a tiempo para el Festival de Venecia, como presidente de la Academia de Cine consiguió la reconciliación con Almodóvar. El otro es el omnipresente Luis Tosar, Goya al mejor actor por Celda 211 y con papel en las tres candidatas a representar España en los Oscar: Lope, También la lluvia y, de nuevo, Celda 211. En política cultural, el ministerio, embarcado en la lucha por los contenidos culturales en internet, sustituía al problemático Ignasi Guardans como director del ICAA por el mucho más cauto Carlos Cuadros.

A pesar de todo, 2010 será el año en que las 3-D se instalaron casi a la fuerza en el ocio colectivo. Arrancó con la Alicia de Burton y terminó con Tron: Legacy, lo más desde Avatar. Entre medias, una obra maestra (Toy Story 3) y muchas cintas que no se sostienen ni con el 3-D (Furia de titanes).

¿Algo más? Mucho: 2010 fue el año en que el flamenco fue reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y en el que el ebook no terminó de despegar porque la plataforma Libranda no gustó ni a unos (lectores) ni a otros (libreros). Ah, y el año en que la RAE estrenó nuevo director, José Manuel Blecua. Y fin del guion. Así, sin tilde: 2010 se ha llevado con él hasta un puñado de tildes.

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