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"Tenemos déficit democrático porque a una élite le interesa"

El pensador publica ‘Sociofobia. El cambio político en la era digital', un ensayo que cuestiona la capacidad de las tecnologías para inducir dinámicas sociales positivas

El profesor de Sociología César Rendueles.- JAIRO VARGAS

J. LOSA

Tras la sacudida del 15-M, con sus hashtags y sus trending topics, el discurso mediático oficial se afanó en sentar cátedra y poner el acento en el uso de las nuevas tecnologías como catalizador del movimiento. Tuvo que llegar un tal César Rendueles (Girona, 1975), profesor de sociología en la Complutense de Madrid y cofundador del colectivo de intervención cultural Ladinamo, para desmitificar la incidencia de las plataformas 2.0 en la política y en las relaciones personales. En su ensayo Sociofobia. El cambio político en la era de la utopía digital (Capitán Swing), Rendueles pone la lupa sobre ese discurso preestablecido que nos viene a decir que, tras el colapso del mercado, serán las redes sociales el remedio a nuestra soledad y la ciberpolítica la encargada de regenerar nuestras exiguas democracias. Resumiendo; que el sueño digital produce monstruos.

¿Es la tecnología la panacea?

Se nos dice que el 50% de paro juvenil se soluciona convirtiéndonos todos en community managers El discurso de las tecnologías tiene un tono hegemónico. Si te paras a pensar la única solución que nos proponen para la enorme cantidad de problemas económicos que tenemos es la tecnología, lo cual es un poco absurdo. Se nos está diciendo que el 30% de paro y el 50% de paro juvenil se soluciona convirtiéndonos todos en community managers, es un discurso absurdo, un sinsentido. Se suele decir que Internet y las redes sociales han acabado con la hegemonía de los grandes medios de comunicación que solo se preocupan por los titulares y que manipulan, ahora, en cambio, nos hemos convertido cada uno de nosotros en grandes medios de comunicación filtrando titulares engañosos constantemente.

¿De dónde surge esa utopía tecnológica?

El escenario tecnoutópico que estamos viviendo es una continuación de la utopía neoliberal; una vez que el mercado ha fracasado clamorosamente como agente legitimador de la ideología neoliberal, ese mismo discurso pasa a las tecnologías. Ahora que nadie se fía de que el mercado nos permita relacionarnos de una forma más o menos cordial es la tecnología la que cumple con esa función. Creo que es una continuación del mismo discurso utópico en el sentido de irrealizable, algo que nos condena continuamente a intervenir para resolver los problemas que genera.

En este sentido, se trata de una utopía apocalíptica, es decir, nos ha conducido a una situación imposible y parece que la tecnología es la solución pero no lo es, es parte de ese problema, para que la tecnología deje de ser el problema tenemos que hacer cambios políticos. En resumen, para que la tecnología deje de ser un problema y pase a ser una solución debemos afrontar grandes cambios políticos y no al revés.

¿No crees que las redes sociales pueden ser herramientas útiles para el debate?

El profesor de Sociología César Rendueles.- JAIRO VARGAS

"Twitter tiende a ser un medio muy identitario, sólo para reafirmarnos a través de mensajes breves" El diálogo, la deliberación, es otra cosa. Desde mi punto de vista, el debate debería consistir en que nos transformemos mutuamente y a menudo Twitter tiende a ser un medio muy identitario, simplemente para reafirmarnos constantemente a través de mensajes muy breves. La argumentación creo que requiere otros procesos.

¿Qué papel han jugado en las movilizaciones sociales?

Creo efectivamente que cuando tuvo lugar el 15-M todos los medios de comunicación fueron muy útiles; Internet, las redes sociales, el teléfono e incluso el mero hecho de escribir en un papel lemas y enseñarlo a las cámaras. Ahora bien, yo creo que esa cosa mágica que pasó en el 15-M y que sigue pasando en otras movilizaciones va un poco más allá. En aquél momento estábamos haciendo política, estábamos intentando cambiar algo y haciendo un esfuerzo por encontrarnos en las plazas, una vez que pasó eso entonces sí las tecnologías, como cualquier otro medio de comunicación, fueron extremadamente eficaces, pero hubo que dar ese salto, y ese salto no tuvo lugar en Internet, que es lo que a mí me fascina de algunos discursos tecnológicos.

¿Cómo se combate la sociofobia?

Yo creo que el contrario de la sociofobia es la fraternidad, ese valor revolucionario, el hecho de que juntándonos todos podemos llegar a acuerdos a través de la deliberación en común o al menos dirimir nuestros conflictos. Sencillamente la sociofobia se enfrenta creyendo en el apoyo mutuo, en la cooperación, no son grandes recetas, lo único que he planteado es una cierta recuperación de la dinámicas clásicas del antagonismo de la izquierda.

¿Cree que la democracia digital, lo que se conoce como wikidemocracia, puede regenerar el sistema, hacerlo más participativo?

"Pretender que los déficits de democracia tienen que ver con un problema tecnológico es absurdo" Cuando se habla de wikidemocracia se puede entender de varias maneras, una de ellas es sensata y consiste en implementar las innovaciones tecnológicas con el fin de hacer más cómoda la participación o fomentarla mediante una ley electoral mejorada. Sin embargo, pretender que los déficits de democracia tienen algo que ver con un problema tecnológico es absurdo. La tecnología necesaria para la democracia participativa la tenemos desde hace 2 millones de años, que es una mano, un brazo y unos músculos para levantarlos, tal vez sea más incómodo pero esa es la única tecnología que necesitamos.

El debate sobre la wikidemocracia me parece sencillamente equivocar el foco. Si tenemos déficit de democracia es porque hay una élite a la que le interesa, no es un error, no es un fallo tecnológico, es un proceso deliberado que responde a los intereses de las clases privilegiadas. También percibo cierto elitismo en este concepto; ¿qué le dices a mi abuela?, ¿qué le dices a muchísimos trabajadores inmigrantes? Yo creo que una democracia tiene que incluir a todo el mundo y muchas veces esos discursos tecnopolíticos tienen un difícil encaje entre una enorme cantidad de gente que, precisamente, debería protagonizar ese cambio.

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