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"La historia está presente en cada día de la semana"

El escritor Péter Esterházy mezcla política, familia y fútbol en 'Sin arte'

BRAULIO GARCÍA JAÉN

Ayer fue un día señalado para cualquier novelista europeo. Por partida doble en el caso de Péter Esterházy y de cualquier 'novelista húngaro', según él mismo contaba a media tarde en la embajada de su país en Madrid. El mismo día, pero muchos años después de que Leopold Bloom, el personaje del Ulises de Joyce, saliera a deambular por Dublín, Imre Nagy, líder de la revolución húngara de 1956, fue ejecutado. Era el 16 de junio de 1958.

'En Europa, la más fina intertextualidad y la brutalidad histórica están siempre muy cerca', recordó Esterházy horas antes de participar en el encuentro Tramas europeas: encuentros con autores europeos, en la Biblioteca Nacional. 'Eso es lo que yo quiero conseguir también: que esa finura y esa brutalidad estén a la vez presentes en mis novelas.'

El 16 de junio se convirtió así en una fecha recurrente en su obra. 'El lector en general, durante la dictadura, no se daba cuenta; de lo de Joyce, por desconocimiento, porque no leía lo suficiente, y de la ejecución de Nagy, porque vivía en una amnesia absoluta'. Ahora, añade, ya conoce la fecha de la ejecución (aunque sigue sin saber nada del ejecutado). 'Ni del Bloomsday', sonríe.

'En Europa, la más fina intertextualidad y la brutalidad histórica están siempre muy cerca', recuerda Esterházy 

Las dictaduras crean un estilo de vida. Pero no sólo para los lectores. Las referencias veladas, el juego de espejos, de ficciones y realidades, de ocultamientos, que siguen dando forma a sus libros, también a este Sin arte que acaba de publicar Acantilado, no es más que el reflejo expresivo de su lucha contra la censura, de la imposibilidad de decir y de su negativa a callar, según reconoce. Años después, lo escribió de frente en Le Monde: 'La lengua de la dictadura es el silencio'.

La prosa de Sin arte es un sutil juego de recuerdos e imaginación sobre la vida diaria bajo la dictadura comunista, pero especialmente sobre el modo en que una mujer huía de ella. En el centro del campo de fútbol que se despliega en este libro está su madre quitándose las medias para que dos jóvenes endurecieran su pelota hecha de trapos. 'A pesar de todo, ese espacio simbolizaba el espacio de la libertad', sostenía ayer Esterházy, refiriéndose al campo de fútbol. ¿Que quién ganará el mundial? 'Hungría', claro.

'La historia está siempre presente, influye en cada día de la semana', había dicho resumiendo su enfoque literario. ¿Huía también su madre de su marido, colaboracionista del régimen, algo que el propio Esterházy, descubrió hace poco años? 'No lo sé, pero cuesta creer que ignorara lo que hacía mi padre'. Por la tarde, dijo, hablaría de la Europa que todavía está por tramar. 'El euro no basta', concluyó.

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