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Maria Climent: "Pierdo una parte de mi identidad si no hablo como mis predecesores en el Delta"

Maria Climent
La escritora Maria Climent, durante la entrevista en el Palau Robert. Público

Maria Climent Huguet (Amposta, 1985) es escritora, traductora, guionista y ha impartido talleres de escritura. Es autora de dos novelas: Gina (2019), galardonada con premio El Setè Cel de Salt en 2020, y A casa teníem un himne (2023). Conversamos con ella en uno de los despachos del Palau Robert, en el marco del ciclo de entrevistas "En català, molt per llegir, molt per escoltar, molt per gaudir", una iniciativa realizada por Público con la colaboración de la Generalitat de Catalunya.

Uno de los aspectos más diferenciales de 'Gina' es que está escrito en el dialecto propio del Ebro. ¿Fue una decisión meditada?

De entrada había escrito la voz narradora en estándar y los diálogos en dialecto, pero entonces mi editora me dijo: "si la autora, si la voz narradora también es del Delta, ¿por qué no escribes todo el discurso en dialecto?". Prácticamente reescribí el libro y yo creo que quedó mejor.

¿Por qué no se te ocurrió desde un buen principio?

Si eres del Delta o si hablas un dialecto, en la escuela te enseñan el estándar. No te enseñan tu dialecto o lo que está admitido o lo que no. Creces pensando que oralmente puedes decir lo que quieras, pero por escrito no puedes escribir tu dialecto.

Hay un cambio muy grande entre como hablamos y como escribimos. Siempre lo digo, 20 kilómetros más abajo, en Vinaròs, allí sí que enseñan el valenciano, con unas normas ortográficas y gramaticales que se corresponden más a como hablamos nosotros. Hay más distancia con el estándar que con el valenciano. En cambio, a nosotros nos enseñan el estándar que es básicamente el catalán oriental. Yo necesitaba el permiso de mi editora para escribir una novela en dialecto.

¿El estigma o el pensamiento de que el catalán estándar es para la lengua escrita y el dialecto para el oral cambió cuando te diste cuenta de que podías escribir una novela en tu dialecto?

Tampoco quiero escribir siempre así. Puedo escribir como quiera y a quien le guste que me lea. He crecido y he aprendido a escribir en catalán estándar y tengo que hacer el esfuerzo de escribir en dialecto y pensar qué puedo escribir, si está registrado en el diccionario catalán-valenciano-balear o si es un barbarismo y lo tengo que poner en cursiva. Me resulta mucho más fácil escribir en estándar que en dialecto, pero sí que hay textos que de manera consciente, como en Catorze o en La Conca, que sí que pienso en escribir en dialecto.

En 'Catorze', la revista digital de cultura, publicaste un artículo que decías: "el idioma es identidad. El idioma es aquello que te estructura el pensamiento y, de rebote, un poco también lo que te hace el carácter". ¿Fue una forma de reivindicar la tierra?

Sí, porque lo que a mí me interesa es plasmar maneras muy concretas de expresarse: cómo hablo yo, cómo hablan mis padres o mis abuelos. La mitad de cosas son barbarismos, pero si no queda reflejado en ningún lugar se perderá. Hay una tendencia de la lengua a unificarse y más ahora con Internet. Pienso que la riqueza también está en mantener estos pequeños reductos de particularidades lingüísticas.

En el mismo artículo, se te planteaba una duda: el de hablarle a tu hija como hablas habitualmente o el de corregirte para no decir barbarismos ('panyal' o 'bolquer', 'xupete' o 'xumet').

Tengo dudas que quizás una persona de Girona no tendría. La mitad de nuestras palabras son en castellano, pero para nosotros no lo son: busón, en vez de bústia, o mesita, para la tauleta del llit, o almasén, para el magatzem. Para mí no es castellano. Lo decía mi yaya y ella hablaba catalán, pero soy consciente de que son barbarismos.

"Creces pensando que oralmente puedes decir lo que quieras, pero por escrito no puedes escribir tu dialecto"

Ahora que tengo una niña pequeña, pienso: "si yo digo bolquer, ya no dirá panyal". Pero en realidad estoy perdiendo una parte de identidad si dejo de hablar de esta manera, como hablaban mis predecesores en el Delta. Ahora también sé perfectamente qué es un barbarismo y qué no, sé que no se dice pantorilla y que mi hija también lo aprenderá.

'Gina' también se ha traducido al castellano. De hecho, lo hiciste tú misma, pero no es posible trasladar el dialecto. ¿Cómo lo hiciste?

Se pierde. No tenía ningún sentido que lo hiciera en otro dialecto como el andaluz, por ejemplo. Habría sido cómico. Pensé en cómo explicaría esto en castellano. De hecho, se nota que está escrito por una catalanoparlante.

En esta línea, hay palabras o expresiones catalanas que no tienen traducción ('avenir-se', 'seny', 'dèria'…) y los escritores hacen un trabajo de orfebrería para buscar la palabra correcta en el momento adecuado. Tú que también has trabajado como traductora, ¿cómo te enfrentas a esto?

Intentas buscar una palabra que no sea la primera que te viene a la mente. Que se aproxime. Intentas ser fiel y a la vez respetar la calidad literaria de la obra o que suene bien. Ahora estoy traduciendo un libro del castellano al catalán y está ambientado en el Delta justamente. Intento encontrar, además de expresiones propias de allí, palabras que enriquezcan el texto. Si veo que el autor ha puesto un verbo que no es "poner", intento mantener el nivel.

Respetando el libro del autor, ¿puedes tomarte ciertas licencias?

Sí, al final se tiene que traducir.

¿Y poner un asterisco y una nota?

Se pueden poner notas de traductor en el pie, pero no gusta mucho a los editores. Se intenta encontrar una solución y te puedes permitir licencias y ponerte de acuerdo con el autor.

Hablemos de 'Gina'. A pesar de que no es una biografía, sí que hay un punto de partida: la decisión de ser madre a contrareloj porque a la protagonista le cambian el tratamiento de la esclerosis múltiple que no es compatible con el embarazo. Como escritora, ¿es posible crear personajes completamente ajenos al autor o siempre guardarán un pequeño pedazo de él o de sus experiencias?

Creo que lo hacen todos los autores. Cada obra lleva mucho de los autores o de las cosas o las personas que lo rodean. Al final escribes a partir de experiencias y de lo que conoces. Hay mucho de cada autor en sus obras, aunque solo sean pinceladas.

Gina, la protagonista, es una mujer a la treintena que descubre que la vida adulta es de verdad. ¿Esto también te pasó a ti?

Sí, está claro.

Supongo que nos pasa a todos. Aun así, lo narras desde el humor y la calidez.

No quería escribir un drama. A pesar de que el tema habla de un drama, intento quitarle hierro. Hay una frase en el libro que dice: "la vida son cosas horribles y cosas preciosas que se intercalan y que a veces coinciden". No todo es feo ni bonito en la vida. Las cosas vienen simultáneamente y las vas encajando, intentas disfrutar de lo que es bueno y trampear lo que es malo.

¿Cuál es tu proceso de escritura?

Tampoco he escrito tantas novelas como para tener un método, pero la presión me funciona muy bien. Tener una fecha de entrega. Hace 6 o 7 años que escribo textos para Catorze, últimamente cada quince días, pero al principio era cada semana. Estoy convencida de que si no tuviera que publicar cada martes, no lo escribiría. No encontraría el tiempo. Con las novelas igual. Si mi editora me dice que tenemos que cerrar el libro el día 30 de junio, sé que si hace falta no dormiré, pero el libro estará escrito.

"Necesitaba el permiso de mi editora para escribir una novela en dialecto"

Sobre el proceso creativo, pienso que se tienen que escribir cosas que te interesan, porque si no, ya no hace falta que te pongas. Si escribo una novela, intento pensar qué quiero que pase y cómo quiero que cambien los personajes, cuál es el punto de partida y cuál es la llegada. Cuando tienes una estructura más o menos formada, vas rellenando.

¿Eres una persona metódica?

Para nada. Aparte de que tengo muy poco tiempo libre.

Hablando de los artículos que escribes para 'Catorze', en la sección de "Basorèxia", son de carácter personal. ¿No te da miedo mostrarte sin complejos?

No me muestro sin complejos, pero lo intento. Sí que me da miedo, me da vergüenza. Cada vez menos, a pesar de que yo vivo en un pueblo, una ciudad pequeña y todo el mundo nos conocemos. Da vergüenza porque piensas "esto lo leerá aquel" y parece que todo el mundo conoce tu vida, pero en el fondo es literatura. Son textos personales, pero tampoco es mi diario. A la gente le cuesta diferenciar lo que es literatura de lo que es vida personal del autor.

¿Cómo recibieron que la novela fuera tan exitosa? ¿Notaste una buena acogida?

Sí, en el pueblo la gente es muy agradecida. Si a alguien le pareció mal, pues no me lo ha dicho.

¿Tienes algun otro proyecto en mente o sobre la mesa?

Sí, recientemente se ha publicado mi segunda novela que se llama A casa teníem un himne, también con L'Altra Editorial.

¿Puedes explicarnos un poco?

Es la historia de tres mujeres, dos hermanas y su madre, que están distanciadas, pero que, a través de un hecho concreto, se reencuentran.

¿En este caso también has hecho uso de tus experiencias personales?

No, este es absoluta ficción.

*Aquí pots llegir l'entrevista a Maria Climent en català.

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