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Núria Bendicho: "Cualquier descripción de la realidad es un posicionamiento político"

Núria Bendicho
L'escriptora Núria Bendicho en la entrevista en el Palau Robert. Público

Núria Bendicho Giró (Barcelona, 1995) es escritora y licenciada en Filosofía. En el año 2020 debutó con Terres mortes, una novela que mezcla ruralidad, familia y violencia. Conversamos con ella en uno de los despachos del Palau Robert, en el marco del ciclo de entrevistas "En català, molt per llegir, molt per escoltar, molt per gaudir", una iniciativa realizada por Público con la colaboración de la Generalitat de Catalunya.

¿Cómo arrancaste en el mundo de la escritura?

Tenía muy claro que quería ser escritora desde los 8 años, pero no tenía nada a dir. Dediqué toda mi juventud a leer compulsivamente, sobre todo literatura catalana y española. De repente, a los 20 años iba andando por la Via Laietana y me apareció una de las escenas capitales de Terres Mortes. La novela fue un intento de aproximarme a esta escena y descubrir quién había asesinado a Joan, que no es el protagonista, pero sí un eje conductor.

¿Cómo fue exactamente esta escena?

Sería desvelar cosas de la novela, pero era una escena muy sobrecogedora y violenta, que de alguna forma cambia la moral establecida y las relaciones dentro de la familia. Para mí fue tan impactante que hice una investigación de los motivos por los cuales alguien podía llegar a hacer una cosa tan fuerte y feroz.

Comentabas que con 8 años no tenías nada que decir. ¿Hay que tener algo que decir para escribir?

Yo creo que sí. Cuando escribes te posicionas ante el mundo. Tienes que haber pensado mucho para poder escribir. Los escritores somos un poco pedantes o narcisistas: necesitamos creer que tenemos algo importante que decir y que será escuchado. Si no, no nos pondríamos. Escribir requiere mucho tiempo y esfuerzo, son horas y horas diarias delante del ordenador, leyendo, observando el entorno. Si no creyéramos que es muy importante lo que estamos haciendo, no perderíamos el tiempo. Yo me dedicaría a hacer otras cosas segurísimo.

¿Y el arte por el arte? ¿El hecho de simplemente crear porque es lo que te sale de dentro, lo que te apetece y te gusta hacer?

Siento que escribir es más bien como un deber, pero, evidentemente, cuando tengo la obra acabada sí que lo disfruto mucho. Hay una satisfacción y un sufrimiento. Soy consciente de que el lector estará horas con mi texto y hay una deuda hacia esta persona. Creo que cualquier visión y cualquier descripción de la realidad es un posicionamiento político, y, por lo tanto, el arte por el arte no sé hasta qué punto es creíble. Yo me decantaría más por el realismo social, intentando, con las palabras, la descripción y la narración de vidas, influir en la materia del mundo.

¿De qué fuentes literarias bebes o has bebido?

Con los años vas cambiando. Cuando era mucho más joven, con 13 o 14 años, quien más me impactó fue Víctor Català. Con el paso del tiempo he descubierto otros autores y el que más me ha marcado y que desde entonces no respiro, pienso, amo, vivo o narro mi vida del mismo modo es William Faulkner. Cada pieza suya es una obra maestra. Nunca podré leer una literatura más buena que esta, a pesar de que lo he intentado.

"Los escritores somos un poco pedantes: necesitamos creer que tenemos algo importante que decir y que será escuchado"

Después también hay el decadentismo catalán y autores como Vallmitjana y Víctor Català o algunos cuentos de la editorial Males Herbes. Tienen un imaginario de putrefacción, de enfermedad, de la belleza en la muerte, en el cual yo me siento muy a gusto.

¿Te imaginas quién puede ser tu lector? ¿Piensas en él cuando escribes?

No, yo pienso en mí y en hacer algo que me gustaría leer. A veces pienso qué diría Faulkner o Rodoreda, como formularían ellos las oraciones, si estarían satisfechos de mí. Les debo mucho, sin ellos no podría escribir.

¿Cómo funciona tu proceso creativo?

Cuando me sentía bastante segura me ponía en el ordenador a escribir Terres mortes. Ahora me tomo muy diferente la literatura. Si tardé cinco años para escribir este libro, porque lo escribí de los 20 a los 25, ahora intento escribir cada día. Me he dado cuenta que funciona mucho mejor. Cuando hace muchos meses que no escribes, pierdes técnica. Entonces cojo estructuras sintácticas que ya tengo muy arraigadas al cerebro y soy incapaz de crear de nuevas. La lectura es un hábito que nunca he perdido, pero la escritura me da más miedo.

No es solo que pierdas técnica, sino que en 5 años tu manera de escribir y de ver las cosas también ha cambiado.

Sí, evidentemente, la manera de escribir cambia porque voy leyendo otros autores. Últimamente me está flipando Émile Zola, es una bestialidad. Después de leerlo he empezado a escribir con narradores en 3ª persona, una cosa que no controlo y con la que todavía estoy jugando. Me influencian, pero yo tengo muy claras las novelas que quiero escribir y soy muy obsesiva. 

"La lectura es un hábito que nunca he perdido, pero la escritura me da más miedo"

A pesar de que no esté escribiendo, puedo estar andando por la calle y, de repente, pensar en esa escena y en una oración y guardarla. Es una oración que queda fijada y que será escrita. El proceso creativo es algo muy obsesivo y no me permite mucha variación. Siempre estoy dando vueltas a las mismas imágenes y escenas. Las voy ornamentando, pero la base es la misma para mí. Hay escritores que se ponen delante del texto y no saben qué escribirán, para mí esto es imposible. Yo siempre necesito saber hacia dónde voy porque es tan pesado escribir, que no me pondría nunca.

Es curioso que se te haga pesado cuando a la vez es el motor que te mueve.

Sí, pero es agotador. También me gusta mucho viajar, pero es un disfrute absoluto. Con la literatura quizás te estás dos horas para escribir una oración.

Cuando hablabas de que escribir es una forma de posicionarse políticamente, en el caso de la lengua, ¿elegiste el catalán porque lo querías reivindicar?

Escribí Terres mortes en catalán porque pienso y me relaciono en catalán. Sí que es verdad que cuando empiezas a escribir te das cuenta de los castellanismos, de la invasión colonial del castellano que hace que ya no se puedan crear palabras nuevas y que todo sean préstamos. Te das cuenta de que la lengua se va modificando sintácticamente o de que no tienes palabras. No sabía cómo se decía retortijón en catalán, que es revencillada o revinclada. Cuando escribes te das cuenta de la pérdida y te radicalizas políticamente.

Cuando encuentras una palabra que no has utilizado nunca o que no sabías que existía, ¿la incluyes igualmente o buscas un sinónimo porque no la sientes como tuya?

Una vez las he encontrado, para mí son tesoros, las hago mías y las integro en mi día a día. Utilizar palabras que se están muriendo es un tipo de militancia. La cuestión política tiene que pasar por la lengua. Poco a poco vas configurando tu arquitectura política y a través de argumentos te vas solidificando.

En una entrevista donde hablabas de las traducciones de tu libro, dijiste: "Nunca me planteé traducir mi propia obra porque, a pesar de que conozco bastantes lenguas, no controlo ninguna tanto como controlo el catalán. Soy una enamorada de mi lengua. Y una aprendiz, también. No se acaba nunca".

El castellano, aunque no nos lo hubieran enseñado en la escuela, lo hubiéramos aprendido, porque está en la calle y en los medios de comunicación. Es una lengua con mucho peso político y que se comerá las lenguas minoritarias. Cuando empiezas a pensar tu obra de forma castellana o la traduces, modificas tu escritura catalana. Como tengo esta facilidad para ser colonizada, no quería irme hacia allá. No quería pensar ni los títulos de mis novelas en castellano para que no modificase mi decisión a la hora de escogerlos en catalán.

Siguiendo con 'Terres mortes', he leído que decías que "la angustia que querías expresar es la angustia de la juventud. La angustia que sientes cuando no sabes vivir y te encuentras ante un mundo hostil que te hace sufrir". ¿A que te referías?

La angustia fundamental que hemos tenido todos es la de saber que somos mortales. Cuando eres pequeño lo sabes, pero no lo reflexionas. Hay un momento en que te das cuenta de que tu vida es finita y, cuando escribí Terres mortes, reflexionaba mucho sobre ello. También hay la angustia de salir del nido y de ver un mundo que no se corresponde con el que te ha regalado tu familia.

La otra es el mundo de los libros. Soy una persona infantil, soñadora, que se pasa el día leyendo y que pasa más horas en la ficción que en la realidad. El mundo de los libros está muy bien articulado y, en cambio, la realidad a veces no tiene sentido. No hay explicación para el mal o la brutalidad.

Respecto a las angustias más terrenales, decías: "Vivimos ahogados por alquileres inasequibles, en casas que se han convertido en mercancía; estamos encarceladas por cánones de belleza que nunca conseguiremos... En este panorama, la rebeldía no es violencia, sino una obligación política y moral". ¿Escribir es tu acto de rebeldía?

Escribir en catalán sí. Soy de izquierdas porque mi familia es de izquierdas. Toda la vida he tenido la política en casa y he estudiado Filosofía, que me ha reiniciado el cerebro y me ha permitido entender muchas más cosas que intuitivament percibía, pero que no podía articular con palabras. Cualquier tipo de proposición ante el mundo, cualquier lenguaje o descripción es un acto político, porque ya proviene de un sujeto que lo ha expresado y que tiene una cosmovisión.

Has estudiado Filosofía y también has viajado bastante. ¿Qué puertas te ha abierto?

La ventaja fundamental de viajar solo es que cuando vas a un lugar donde nadie te conoce, puedes ser quién quieras. Te puedes reinventar. Es un consuelo pensar que siempre puedo ir a cualquier parte del mundo y empezar de nuevo. Me libera y me permite vivir la vida con menos narcisismo y profundidad. Si me voy a otro país, se acaban gran parte de mis problemas. Resta gravedad a mis acciones aquí.

Sientes que aquí no tienes la misma libertad que cuando viajas.

Cuando te vas fuera no tienes vínculos, tienes que crearlos de nuevo. Siempre que te vas unos meses y vuelves, tú has cambiado mucho, pero la gente que se queda no. Cuando vives en un lugar hay unos mecanismos lógicos y unas maneras de pensar, la gente te contamina. Al viajar fuera, te liberas de esto. El ser humano tiene una gran capacidad de cambio y de resiliencia. No tienes que aguantar a nadie. En Catalunya he empezado a escribir y la gente esperará toda la vida a que yo escriba la siguiente obra. Si me voy a Mongolia yo sola, sé que nadie esperará nada de mí.

¿Te aventurarás de nuevo en el mundo de la novela?

Sí. Ahora estoy escribiendo cuentos, que son difíciles para mí. Estoy haciendo pruebas, que es la parte xula. Me siento muy cómoda con la 1ª persona, narrando desde las emociones, con una mirada parcial de la realidad, pero ahora he recibido la 3ª persona de Zola. Aunque parezca que un narrador omnisciente que conoce los pensamientos de los personajes mientras los describe es más fácil, para mí es muy complicado.

Los cuentos acostumbran a ser más breves. ¿Supone otro reto?

También hay cuentos largos, de 80 páginas. He aprendido a no ceñirme a criterios o demandas editoriales, porque eso sí que modificaría mi manera de escribir. Lo que me funciona es permitirme estar 5 horas con un fragmento.

*Aquí pots llegir l'entrevista a Núria Bendicho en català.

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