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Marius Holst: "Hay algo muy reconocible en los jóvenes de cualquier tiempo en oposición al poder"

La película 'La isla de los olvidados' recupera uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de Noruega, un relato de opresión y lucha por la libertad

BEGOÑA PIÑA

Marius Holst ha llevado al cine uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de Noruega. La isla de los olvidados (King of Devil's Island) es un relato de opresión e injusticia real ocurrido en el correccional de Bastoy. Una institución situada en una isla solitaria, donde los chicos recibieron sádicos castigos y un tratamiento inhumano, y, finalmente, un ataque de las fuerzas militares del país. La película, protagonizada por Stellan Skarsgard y un grupo de jóvenes con experiencia en este  tipo de centros, pero novatos en el mundo de la interpretación, ha recibido tres Premio Amanda (Película, Actor Secundario y Música) de la Academia de Cine Noruego, el máximo galardón en la Mostra de Valencia y los Premios del Público en el Festival 4+1 y en Lubeck Nordic Films Days. Llega a las salas españolas este viernes.

Los premios del público que ha ganado la película son una prueba de cómo sienten los espectadores esta historia, ¿cuándo empezó a trabajar en ella buscó esa identificación?

No. Empecé a trabajar en esta película hace diez años pensando únicamente en la historia real, pero ahora que se ha visto en varios países me doy cuenta de lo que pasa con ella. Lo primero fue algo intuitivo, estaba seguro de que la historia tenía elementos atractivos para que gustara. Pero ahora puedo sentir la ira y el resentimiento de los espectadores. Creo que la película remueve identidades, no es una película política, es emocional, pero es muy reconocible hoy. Te identificas fácilmente, porque reconoces las estrategias de los poderosos y los ricos, que intentan muchas veces hacerte sentir inútil y paralizan el desarrollo de tu identidad. Los espectadores conectan con ese grupo de jóvenes a los que marginan. Hay algo muy reconocible en ellos, en los jóvenes de cualquier tiempo en oposición al poder. Y hay una especie de dilema en el que todos nos hemos visto. Al fin y al cabo, la represión y la lucha por la libertad son universales.

'En países con más experiencia en opresión hay más proximidad con la película'Este es un caso real ocurrido en Noruega, lo que explicaría la ira de la que habla, pero en Europa ¿cree que puede deberse a que recuerda historias parecidas en otros países?

Esta historia es casi un mito, una leyenda, entre la población en Noruega, sin embargo los detalles no son realmente conocidos, así que pensé que la respuesta emocional en mi país sería solo a la película, no al vínculo con lo que ocurrió realmente. Ha habido ambas reacciones. En cuanto a Europa, sí, creo que la buena acogida del público se debe en parte a que existe una relación con lo que se cuenta en esta historia y con lo que pasa o ha pasado en algunas instituciones de otros países, en instituciones religiosas, en correccionales... En países con más experiencia en opresión hay más proximidad con la película.

Los adultos de esta historia son el ejemplo perfecto de la doble moral...

Son como muchos personajes que vemos en la política y en la religión, el sistema de poder les corrompe. El director del centro y los otros arrancan con buenas intenciones, pero hacen lo que haga falta para protegerse. La mayoría de los adultos allí están para evitar hacer daño a otras personas, al principio no son sádicos, pero acaban corruptos.

Ha apostado por una estética clásica y una narrativa lineal, ¿cómo ayudan a la película?

He hecho películas en diferentes estilos, pero al final la narración clásica es la que mejor pone en contexto al ser humano con el paisaje y eso es muy importante en esta película, porque los hechos suceden en una isla, que es otro personaje y que crea mucha soledad. Hacer algo más tradicional es más difícil para mí, pero quería una cámara fija para centrar la atención. Aprecio el estilo de documental, porque es muy fresco, pero aquí hice esta otra elección. Quería tener la sensación del tiempo y, además, también amo este tipo de películas.

¿Cómo eligió a los chicos protagonistas?

Buscaba una especie de rostro que hoy es bastante difícil de encontrar en Noruega. Busqué en pequeñas ciudades y al final en la película hay una mayoría de chicos que no tenían antes ninguna experiencia en el cine. El chaval rubio no había trabajado en ninguna película antes, aunque sí tenía experiencia en instituciones de este tipo. Ninguno es actor, pero sí conocen estas instituciones. Pasé año y medio buscándoles. Cuando tenía a los chicos protagonista supe que no podía meter entre ellos a chicos profesionales.

Sin embargo, ahí está Stellan Skarsgard, ¿no temió que hubiera un abismo entre él y los chicos?

No, porque es un gran actor y es muy real, sabía que iba a hacer real al personaje y, además, me ayudó mucho con los jóvenes. La primera escena en la película en la que están juntos el chico y el director de la institución fue esencial. Allí llega este chaval arrogante, pero ante él se siente intimidado, el chico se sintió también así ante Stellan Skarsgard, pero pudo hacerlo. Se miraron uno a otro y al final fue fácil hacerlo.

¿Cómo siguió para los chicos esta historia en la realidad?

Cuando el ejército llegó no cambió nada para ellos. Tres de los chicos, considerados los instigadores, fueron a una prisión de adultos con penas de tres años.

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