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SALTA. El tren de las nubes recorre las montañas del norte de Argentina

ANA DELICADO

En Argentina hay un lugar en el que el tren desafía su vida terrestre para elevarse hacia las alturas. El tren a las nubes, lo llaman. Ubicado en la provincia de Salta (al norte del país), asciende hasta los 4.200 metros de altitud a lo largo de una trayectoria de 217 kilómetros.

Así se ha convertido en uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo. Le superan el tren que comunica Xining capital de la provincia de Qinghai, en el noroeste de China con Lhasa, capital del Tíbet. La vía ferroviaria aquí se eleva a los 5.072 metros sobre el nivel del mar.

A 35 kilómetros por hora, la locomotora cruza 29 puentes, 21 túneles y 13 viaductos, con 468 pasajeros

El segundo tren más alto del mundo también se encuentra en América Latina. Comunica las ciudades de Lima y Huancayo (en Perú) y atraviesa 58 puentes y 691 túneles para llegar a una cota de 4,781 metros.

No sale mal parado en cualquier caso el tren argentino de aspiraciones celestiales, que cruza por la Cordillera de los Andes para dirigirse desde la ciudad de Salta hacia la Puna, una altiplanicie similar al Tíbet y al desierto de Atacama (a su vez, uno de los desiertos más áridos del mundo, en Chile).

Ascendiendo progresivamente desde los 1.187 metros, el ferrocarril tarda cerca de 16 horas en llegar a su destino final. A través de ese trayecto, y a 35 kilómetros por hora, la locomotora cruza 29 puentes, 21 túneles y 13 viaductos. En total, el tren tiene una capacidad de 468 pasajeros.

'La cantidad de rulos, viaductos, túneles y otras sinuosidades que recorre el tren se debe a que el autor del proyecto, el ingeniero estadounidense Richard Maury, tomó partido teniendo en cuenta el principio de adherencia de las ruedas del tren a las vías y por las leyes de la física', explican desde la empresa Ecotren, encargada del funcionamiento de este ferrocarril. De este modo se puede desechar 'el sistema mecánico de cremallera comúnmente usado para que las formaciones ferroviarias puedan trepar con solvencia las alturas', precisan.

Por ello 'el tren no utiliza ruedas dentadas añaden ni siquiera para las partes más empinadas de la subida, porque las vías están dispuestas de una manera peculiar circulando por un sistema de zigzags y espirales'.

El origen de este proyecto se remonta a 1971, cuando el Estado, que tenía bajo su control la red ferroviaria del país, hizo un primer viaje experimental al que fueron invitados funcionarios y periodistas. En 1990, con la llegada del ex presidente Carlos Menem, este sistema de transporte fue privatizado, y con ello, el tren a las nubes pasó a ser propiedad de empresas salteñas.

El tren cobró un gran protagonismo en Argentina desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando por entonces era un medio de locomoción indispensable para el desarrollo de un país tan extenso pero muy poco habitado. Con capitales franceses, ingleses y argentinos, se comenzó entre 1870 y 1914 a construir el tendido ferroviario, que permitió a Argentina ubicarse entre los diez primeros países del mundo con mayor kilometraje de vías férreas.

Este patrimonio fue convertido a la gestión pública en su totalidad en 1946, aunque con los años algunos tramos fueron privatizados, hasta que la red ferroviaria quedó desmantelada definitivamente. Hoy Argentina ya no es el país del ferrocarril, pero el tren a las nubes es un digno recuerdo de aquel pasado glorioso que consiguió llevar el convoy argentino a la cúspide del progreso.

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