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Un campeón en la sombra

Juan Carlos Ferrero, el gran héroe en la Davis de 2000, ayudó a Ferrer a afrontar la final

NOELIA ROMÁN

Con porte señorial y el orgullo de los pioneros, los inicios del tenis español se pasean por el Sant Jordi de la mano de Manuel Orantes. Recuerdan al talento surgido por generación espontánea, al éxito inesperado, a la rara avis que escapa a la autarquía, también deportiva, a un mundo lejano y distante, que nada tiene que ver con la historia que ahora escribe y disfruta la nueva generación. 'Aquellos eran otros tiempos', dice Orantes sin aparente nostalgia de sus dorados años setenta, 33 títulos individuales. 'El tenis ha cambiado mucho y el equipo español también. Ahora, hay una estructura y no un solo jugador sino muchos: está Nadal, pero también Ferrer, Verdasco, Robredo y Ferrero, que ha vuelto', desgrana.

Cierto. Aunque como privilegiado espectador de la séptima final española de Copa Davis, Juan Carlos Ferrero ha regresado para reivindicar su incuestionable ración en la cuarta Ensaladera, devolver la memoria a los principios de la década, el momento de la eclosión, y conectar esta última Davis con la primera. A sus 29 años, el valenciano es el único superviviente en activo de aquella final del año 2000, que desterró los complejos y catapultó al tenis español hacia su época dorada. '¿Superviviente? No me siento así. Los que hemos llegado hasta aquí, ha sido por méritos propios. Vuelvo a estar entre los 20 mejores del mundo, he jugado bien y gané mis puntos en cuartos y semifinales; David [Ferrer] y yo estábamos muy igualados de nivel', apunta Ferrero, sin esconder la 'tristeza' por no haber sido protagonista activo en el Sant Jordi.

La suya es una aflicción matizada por la evidencia de que un trozo de la cuarta Davis del tenis español le pertenece de pleno, aunque oficialmente no aparezca entre los campeones. Sin su decisiva victoria ante Andreas Beck, el quinto punto frente a Alemania, en los cuartos, el equipo español no habría alcanzado las semifinales, donde también conquistó un punto, y esta final de la que Ferrero se bajó en el último momento, por decisión de Albert Costa. El capitán y todos los componentes del equipo, que han igualado al valenciano en número de Davis hasta ayer, Ferrero era el único español que contaba dos, tras ganar también la lograda en Sevilla, no se han cansado de incluirlo en sus reconocimientos. 'Nos ha ayudado mucho, como Robredo', han repetido.

El valenciano ayudó especialmente a Ferrer, que le dedicó su agónica victoria ante Stepanek, el segundo punto de la eliminatoria. 'Le había dicho que había tres maneras de afrontar una final así: mal, bien y regular. Él pasó por todos los estadios y, al final, como creyó en sí mismo, sacó el partido', cuenta un Ferrero mucho menos nervioso que hace nueve años. 'Entonces, tenía los nervios y la presión de ganar. No se había conseguido nunca la ensaladera y me llevé la alegría de hacerlo. Ahora, también sentimos la presión porque la victoria se da por descontada', dice un Ferrero reforzado psicológicamente por su contribución y deseoso de situarse de nuevo entre el Top 10.

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