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Hoffenheim, un hogar para la esperanza

La nueva revelación del fútbol alemán golea al Karlsruher y se mantiene líder

 

GUILLEM SANS MORA

El TSG Hoffenheim es la nueva revelación del fútbol alemán. Este equipo de un distrito de 3.300 habitantes cercano a la honorable ciudad universitaria de Heidelberg, en el suroeste alemán, ha pasado en nueve meses de la división regional a liderar la Bundesliga. Al principio, nadie le dio importancia. Ahora, todos admiran a este modesto con sueños de grandeza.

Su plantilla es la más joven del campeonato y también la que mejor fútbol despliega. Hasta el Kaiser Beckenbauer ha tenido que reconocer que lo del Hoffenheim no es una mera anécdota: 'Antes, todos nos reíamos, pero ahora han demostrado que es para tomárselos en serio y mucho'.

Este sábado, tras golear al Karlsruher (4-1), se sumó otro adepto de renombre del fútbol alemán. El director deportivo del Bayern, Uli Hoeness, pronosticó: 'Estará en la pelea por el titulo hasta el final'. El Hoffenheim es el conjunto más goleador de la liga alemana con 28 goles. El delantero bosnio Ibisevic y el senegalés Demba Ba suman ya 17 tantos. El primero es una de las revelaciones de la temporada. Suplente la campaña pasada, en esta ha explotado. La pareja está de moda y es temida por todas las defensas.

En la retina han quedado ya las goleadas ante el Hamburgo o el Borussia. Dos grandes que empezaron a saber de las ambiciones de este club desconocido que está cogiendo fama a gritos de buen fútbol. Pero el Hoffenheim no deleita sólo cuando gana, porque hasta sus derrotas (5-4) ante al Werder Bremen y ante el Leverkusen (5-2) fueron una delicia para los que las presenciaron. Los aficionados acuden a ver sus partidos seguros de encontrarse con un equipo atractivo y atrevido.

Hoffenheim podría convertirse pronto en una nueva meca del fútbol alemán con la construcción de un estadio muy moderno con capacidad para 40.000 personas, que ha costado 60 millones de euros y que se inaugurará en febrero próximo. El nombre del club se puede traducir como hogar de la esperanza. El éxito del equipo tiene dos padres. El primero, el técnico, Ralf Rangnick, que había sido entrenador del Schalke, el Hannover y el Stuttgart, y uno de los pocos técnicos que ha podido establecerse en la élite procediendo de la Tercera División. Rangnick es un zorro que se está ganando el respeto de todos sus colegas.

El otro artífice del milagro es el mecenas del club, Dietmar Hopp, que no soporta que le comparen con Roman Abramovich, el dueño del Chelsea. El multimillonario Hopp, de 68 años, es uno de los fundadores del gigante de la informática SAP y uno de los hombres más ricos de Alemania. Un habitual de la famosa lista Forbes.

A diferencia del magnate del petróleo ruso, el alemán no funciona a golpe de talonario. Hopp había jugado de joven en el equipo en los años sesenta y parece tener una visión menos estruendosa a la hora de planificar su proyecto. En 1990 se hizo cargo del equipo con el sueño de llevarlo a lo más alto del fútbol alemán. No va por mal camino. Con millones, pero utilizándolos artesanalmente. Hopp ha invertido más de veinte millones de euros en nóminas y en un centro de entrenamiento.

Otro punto de alejamiento del estridente Abramovich es que huye de los fichajes estrella como de la peste. No quiere llenar el vestuario de mercenarios que se aprovechen de sus engordadas cuentas corrientes. Sin embargo, los fenómenos populares no siempre surgen para gusto de todos y los clubes de toda la vida ven con cierto recelo al Hoffenheim. Las críticas se centran en la persona de Hopp, con la peregrina acusación de 'comercializar' el fútbol con algunas de sus decisiones y actitudes.

El mecenas denunció a un chaval de 19 años que había sostenido en las gradas un cartel con su cara en el centro de una diana, acompañada por la frase '¡Hasta la vista, Hopp!'. El presidente de la Asociación Alemana de Fútbol (DFB), Theo Zwanziger, reaccionó de inmediato y aseguró que vigilaría de cerca los ataques personales contra Hopp, algo que muchos consideran una barbaridad, porque en los estadios los insultos contra jugadores, árbitros y entrenadores no son un fenómeno extraño.

En los últimos 40 años, la DFB no ha defendido a nadie con tanto ahínco como a él, incluso ha amenazado con recurrir a los tribunales deportivos. ¿Por qué hay que proteger ahora a Hopp?

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