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"De niño, no le perdía ojo a Luis Aragonés"

Luis García. El nuevo técnico del Getafe ya hizo tropezar al Madrid con el Levante

ALFREDO VARONA

Fue un futbolista sin suerte que nunca dudó de su destino. A los 14 años, Luis García (Madrid, 1972) ya pensaba como entrenador. Hoy visita Chamartín como tal.

Como Mourinho, sin ser un futbolista de élite, es un técnico de élite. ¿Un milagro?

No. Hay más gente así, como Garrido en el Villarreal. Y, además, yo todavía no he triunfado. Triunfar es mantenerse mucho tiempo. Yo he demostrado que puedo estar, que tengo esa constancia.

Tiene una mirada dura, unos ojos pequeños pero eficaces. Quizá sea la dureza de un barrio como Carabanchel.

No sé. Sí es verdad que no era una época fácil, pero yo me eduqué sobre todo en el colegio Amorós, donde conocí amigos para toda la vida y encontré valores que aún me duran. He evolucionado, claro. También he vivido 14 años en Altea. Pero, sobre todo, he aprendido a no cambiar. Hoy sé que no soy un entrenador mediático, pero no hay sitio al que vaya que no me conozcan. ¿Voy a cambiar por eso? Pues no.

¿No hay similitud entonces entre usted y Mourinho?

No sé cuáles son sus valores.

¿No le veremos metiendo el dedo en el ojo a un rival?

Soy muy respetuoso con todo lo que no tiene que ver con mi equipo. Para juzgar a Mourinho ya está su presidente e, incluso, ustedes, los periodistas.

¿Le pesa haber sido un futbolista sin suerte?

A los 28 años, ya estaba cansado de lesionarme y lo dejé. Pero yo ya era entrenador desde niño. En Segundo de BUP, el Atlético se entrenaba en mi colegio y aprovechaba los recreos para ir a verle, y en aquel equipo estaban Futre, Manolo, Baltazar. Pero yo no les hacía caso. Yo no paraba de fijarme en Luis, el entrenador, en la personalidad de ese hombre. Luego, como ya entrenaba a los niños del alevín, aplicaba algunas de sus cosas.

Un futbolista que sueña con ser entrenador. ¿Es normal?

No sé. Pero tampoco soñaba. Recuerdo cuando Pastoriza me convocó para el primer equipo del Atlético como un gran día. Y el siguiente fue Cacho Heredia, imagine. Pero luego pasaron los años y ahí está mi vida de futbolista... Rayo B, Talavera, Benidorm... No sé. Sí es cierto que había algo en mí distinto. Siendo jugador del Benidorm, en las mañanas libres cogía el coche y me iba a Valencia a ver como se entrenaba el Valencia con Benítez, sólo por darme el placer de ver entrenar a ese hombre. Y viéndole, te explicas lo que ha pasado, claro. Ha hecho campeón a Valencia o Liverpool, que no están acostumbrados a tratar con la victoria.

Hay entrenadores chulescos. ¿El triunfo da derecho a eso?

Creo en el amor a esta profesión, no en el ego. Hay momentos para todo, pero no puedes ser una persona fuera del fútbol y otra dentro. Hay veces de ser duro, mandas. He tenido broncas con jugadores en un descanso que no son normales. Los periodistas de Valencia me decían: 'joder, chico, con lo estable que eres, cómo te calientas a veces'. Y sí, a veces es imposible no enfadarse, pero no puedes olvidarte de que tienes que razonar bien, de que estás para eso. En mí época se hablaba mucho del látigo. A los jugadores no se les activa siempre con un discurso pausado. De niño, yo veía a Luis Aragonés y no le perdía ojo. Aprendí que un técnico preparado razona siempre bien, esté o no enfadado, porque un hombre así lo analiza todo.

La intimidad de un entrenador es infinita.

Ser entrenador te obliga a demasiadas cosas. Al final, te exige incluso a nivel familiar, porque estás todo el día con lo mismo y la gente que está a tu lado se aburre... Cuando vivía solo, después de los partidos me iba al cine solo para desconectar. Necesitaba olvidar esa tensión. Ahora no puedo. Tengo dos gemelos de 4 años.

¿Hay alguna manera de vivir sin sufrir?

Sí, claro. Salva, el hermano de mi mujer y que fue mi compañero en la defensa del Bennidorm, tuvo un accidente de moto, debió dejar el fútbol y hoy ha encaminado su vida por otra parte y es feliz... Esto es así. Yo jugué en categorías menores, con presupuestos muy reducidos, pero siempre cobré a fin de mes, no conocí una ley concursal... Luego, como entrenador del Levante, viví en un año hasta tres consejos de administración diferentes... Nunca sabes.

¿Qué ha encontrado en Getafe?

Un proyecto a largo plazo. Por eso dejé el Levante. Si no, no me hubiese ido. Necesité de la soledad, de las lágrimas el día que me despedí... Fue difícil, pero quería un club como el Getafe con deuda cero y necesidad de crecer.

¿La victoria se la impone uno mismo?

Mis equipos puntúan más en las segundas vueltas. La gente pregunta si es cosa táctica o técnica, pero no, es la convivencia. Creo que en Getafe va a pasar con más motivo. Han llegado muchos nuevos y no hay que tener prisa. A veces, se tarda tres o cuatro meses hasta que conoces a un futbolista, porque no es fácil ver cómo reacciona uno en la victoria, en la derrota...

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