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El primo de Iniesta: "A los sacerdotes tampoco nos gusta perder"

ALFREDO VARONA

Desde el pasado sábado, se juega en Roma, en el campo del Oratorio de San Pedro, a pocos metros del Vaticano, el Mundial de fútbol para sacerdotes (Clerical Cup) que cumple su séptima edición. Son 16 equipos que integran 358 curas, de 60 nacionalidades diferentes, entre los que juega un primo lejano de Andrés Iniesta. Se trata de Juan Iniesta que, además de sacerdote, es licenciado en Medicina y un habilidoso delantero del Colegio Español en esta Clerical Cup. Un hombre especial, con su diócesis en Albacete y que descubrió, después de terminar la carrera de Medicina con un brillante expediente, que su verdadera vocación era la de sacerdote. Ahora, sin embargo, es la de ganar en la Clerical Cup. 'Aunque, eso sí, no a cualquier precio', matiza en su conversación con Público.

-¿Es usted un mal perdedor?

Esta es una pregunta curiosa. Si digo que no soy mal perdedor, ¿significa que no soy capaz de reconocerlo? (risas).

-¿Pero un sacerdote puede ser mal perdedor?

Ciertamente, yo no me considero mal perdedor, aunque, claro está, prefiero vencer, incluso a las canicas. Pero, eso sí, lo que no me gusta es perder la ilusión de competir y de dar lo mejor de mí en cada momento sea donde sea.

-Usted dijo, después de licenciarse en Medicina, que su vocación como sacerdote surgió 'de los detalles'. ¿El triunfo en un Mundial también forma parte de su vocación?

Cada vocación es una cosa muy personal, una manera de construir un camino que en el caso del sacerdocio es un camino con Dios y para los demás. En ese sentido se parece hasta a la Medicina. Pero si me habla de la Clerical Cup, es algo más que parte de nuestra vocación, es un modo de cambiar la actividad o de compartir un buen rato en torno a un balón de fútbol. En el césped encontramos muchos valores positivos que nos pueden ayudar a crecer.

-Precisamente, usted se define como 'un constructor de puentes entre Dios y los hombres'. ¿Cómo trasladaría esto a un campo de fútbol?

Uno no deja de ser sacerdote en el campo de fútbol. Esa labor de pontífice, del que hace puentes (que, en realidad, es lo que significa) no queda fuera del deporte. Siempre se pueden hacer las cosas de uno u otro modo y optar por el modo más cristiano de hacerlas, aquel que intenta hacer bien a la gente que tiene delante. Y eso también es posible dentro del fútbol.

-En un partido entre sacerdotes, ¿sobran las tarjetas e, incluso, los árbitros?

Todo depende. Si uno se tomase esto como una competición en la que lo importante es ganar a cualquier precio, serían más que necesarias. Pero aquí normalmente no pasa eso. Las malas formas quedan excluidas. Recuerdo que en el primer partido un rival reconoció que en un saque de banda que el árbitro les concedió fue él quien había echado el balón fuera. Era sólo un saque de banda, pero esto habla del tenor que reina en esta competición.

-Sin embargo, la victoria es la tentación más humana que existe. ¿Cómo se desprenden de ella los sacerdotes con el corazón a 170 pulsaciones?

Es evidente que a todos nos gusta ganar, porque es parte del juego. Uno de los valores del deporte es el afán de superación, de hacerlo mejor cada día. En ese sentido, la victoria es la recompensa que, si se alcanza, se disfruta. Pero en la Clerical no se trata de ganar a cualquier precio. Por lo tanto, la victoria no es una tentación que pueda cergarnos. Somos sacerdotes y seminaristas los que jugamos.

-¿Entonces es imposible que un sacerdote pueda perder el control?

Bueno, es que a nosotros no se nos puede olvidar lo que somos, porque el nuestro no es un traje que uno se pueda quitar en el vestuario para ponerse el del equipo, sino que lo llevamos grabado en el corazón, forma parte de nosotros, y como tal nos comportamos en los partidos.

-Decía Ciceron que 'la victoria es insolente y arrogante por naturaleza'. ¿Puede estar de acuerdo con él?

Comprendo esa afirmación si la victoria sólo significa imponerte a un rival. Todos hemos visto ejemplos de deporte, incluso al más alto nivel en que esto puede ser así. Pero también se puede ver como un premio a la superación. De hecho, mientras respondo a esta pregunta, me estoy acordando del ejemplo de Nadal y Federer, que se han enfrentado tantas veces y nos han dado tantos ejemplos de victorias elegantes y respetuosas con el vencido.

-Recuerdo ahora la frase de Bob Marley: 'Nacimos para vencer, no para ser vencidos'.

Porque cuando uno compite lo hace con la ilusión de vencer. De lo contrario, falta espíritu en su actitud. Incluso, cuando se reconoce la dificultad de ganar, el hecho de participar es un reto para intentar superarse. ¿Cuántas veces vemos a equipos inferiores luchar para ganar a otro superior? Y aunque resulten vencidos, porque a veces parece necesario que haya vencedores y vencidos, todos aplaudimos su esfuerzo o el coraje de plantar cara.

-¿El hecho de ser primo de Iniesta significa que tiene algo de su talento futbolístico?

¡No! Sería una bravuconería comparar mi habilidad con el balón con la de Andrés. Hablamos de uno de los mejores jugadores del mundo y para mí, que reconozco que no soy imparcial, el mejor. Por eso no hay manera de compararse. Yo también fui un apasionado del fútbol. En mi infancia y adolescencia hice mis pinitos con algunos equipos y vencí en algunas competiciones de diverso nivel, pero ha pasado mucho tiempo.

-Entonces se conforma con jugar el Mundial de la austeridad en el Vaticano. ¿No se ve en Brasil de ninguna manera este verano?

Si Del Bosque está dispuesto a convocarme, yo encantado de ir (risas). Pero no lo creo. El mundillo en el que nos movemos nosotros está a una distancia abismal de los futbolistas que irán al Mundial.

-¿Por qué entre los futbolistas de élite no hay ninguno que sea sacerdote? Hay médicos, ingenieros, maestros, pero sacerdotes no.

El fútbol profesional exige una dedicación que parece difícilmente compatible con la dedicación que también requiere la preparación al sacerdocio o el ejercicio de nuestra labor. Sin embargo, sí se han dado algunos casos de religiosos que antes fueron deportistas profesionales, e incluso en nuestro país recuerdo el caso de un seminarista de Barcelona que participó con España en los pasados Juegos de Londres.

-¿Y la medicina? Usted es médico. ¿Qué conexión hay entre el fútbol, la medicina y el sacerdocio?

Creo que bastante. Las tres tienen un importante componente vocacional. Y en las tres hay muchos valores muy positivos para la propia persona y para quienes le rodean, que se pueden fomentar por medio del trabajo común y en vistas de grandes objetivos.

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