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¿Privacidad en Sochi? No hay quien escape al Gran Hermano ruso

IGNACIO ORTEGA (EFE)

Cada llamada telefónica, mensaje en red social, tuit o correo electrónico emitido durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi es detectado y almacenado por el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) de Rusia. Un ejercicio de control total, de violación de la privacidad y los derechos fundamentales amparada en el celo por la seguridad extrema.

'El control total de las comunicaciones en Sochi es una violación de los derechos fundamentales. Además, no está justificado, ya que deportistas, aficionados y periodistas no son terroristas', aseguró a Efe Irina Borogán, especialista en actividades de espionaje. Rusia ha puesto en marcha lo que Pekín y Londres intentaron, respectivamente, en los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 y 2012, pero no lograron: un avanzado sistema tecnológico de escuchas respaldado por la legislación.

En opinión de Borogán y su colega Andréi Soldátov, el Kremlin ha convertido a Rusia en un 'estado policial' a imagen y semejanza de 1984 de George Orwell, algo que no pudo lograr ni el mismísimo KGB soviético. En vísperas de los Juegos de Sochi, el Gobierno ruso emitió un decreto que permite a los servicios secretos almacenar esa información privilegiada por espacio de tres años, algo inaudito en otros países.

'El FSB necesita una orden judicial para escuchar a alguien, pero no tiene por qué informar de ello o requerir la autorización del operador', precisó Borogán, subdirectora de Agentura.ru, página web que investiga las actividades de los servicios secretos y la lucha contra el terrorismo.

La escucha comienza desde el momento en que el aficionado se registra en la página web oficial de Sochi para recibir el 'pasaporte de aficionado', requisito obligatorio para cualquier visitante de más de 2 años de edad. El FSB recibirá toda la información que el seguidor introduzca en la página web y, en caso de que dé su autorización sin leer la letra pequeña, podrían incluso ser grabadas sus conversaciones privadas. 'El sistema funciona desde hace varios meses. Todos los gadgets serán transparentes para el FSB. Defenderse es tecnológicamente posible, pero muy difícil. Rusia dispone de las últimas tecnologías de recogida de información', señala.

'El Gran Hermano' ruso cuenta con SORM (Sistema Operativo de Actividades de Búsqueda, siglas en ruso), que permite supervisar las comunicaciones tanto por teléfono como por internet, que los operadores están obligados por ley a instalar, asumiendo los costes.

Además, la corporación estatal Rostelekom, quien instaló el Wifi más rápido y barato de la historia de las Olimpiadas, lanzó la tecnología DPI (Deep Packet Inspection Technology) para controlar el tráfico de información y filtrar las comunicaciones por móvil. Con la ayuda de palabras clave, en general vinculadas con el terrorismo, DPI permite identificar al usuario que accede a ciertas páginas extremistas.

Rusia también utiliza drones (aviones espías no tripulados) para supervisar las instalaciones olímpicas de Sochi y Krásnaya Poliana, algo que no pudo hacer Londres, ya que no recibió permiso para sobrevolar el casco urbano. Se trata de aparatos civiles Zala 421 fabricados en Krasnodar, la región donde se encuentra Sochi. Al respecto, Borogán asegura que los drones no sirven para prevenir atentados terroristas suicidas y que su objetivo real es evitar manifestaciones de protesta.

Además, la organización ha instalado 5.500 cámaras digitales de tecnología israelí para vigilar todo el parque olímpico, aunque las autoridades niegan que éstas amenacen la privacidad de los turistas en los hoteles. 'Rusia es un país moderno. Y esa historia es absolutamente inventada', dijo Dmitri Kozak, viceprimer ministro ruso.

El Ministerio de Defensa también adquirió dos sistemas de sonar para equipar a los submarinos atracados en las costas del mar Negro con el fin de prevenir un posible ataque marítimo contra los Juegos. El Departamento de Estado norteamericano ha advertido a sus ciudadanos que no esperen conservar su privacidad durante su estancia en Sochi, aunque el FSB asegura que las medidas son imperceptibles.

Los activistas consideran que el Kremlin quiere que los Juegos de Sochi, el proyecto personal del presidente ruso, Vladímir Putin, sean perfectos, aún a costa de la intrusión en la vida de las delegaciones olímpicas extranjeras. 'Si los ciudadanos no se resisten y protestan, este sistema seguirá en vigor. La gente aún no entiende que esto es muy peligroso y no se darán cuenta hasta que ocurra algo grave', asegura.

La realidad es que los rusos están acostumbrados a que sus fuerzas de seguridad les espíen diariamente, ya que en noviembre del pasado año el Tribunal Supremo autorizó a los servicios secretos a escuchar a los opositores sólo por su participación en protestas antigubernamentales. Mientras, la esquizofrenia rusa llega al punto de que sigue dando asilo a Edward Snowden, exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU, quien puso al descubierto una trama masiva de espionaje de los servicios secretos norteamericanos.

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