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Quique Setién: "En Guinea Ecuatorial me hicieron perder la paciencia"

El actual técnico del Lugo tan solo estuvo un día como seleccionador del combinado africano. Pese a su ilusión, al poco tiempo se dio cuenta de la poca seriedad de las élites del país

ALFREDO VARONA

En un país de 28.051 metros cuadrados y un millón de habitantes, como Guinea Ecuatorial, Quique Setién (Santander, 1958) fue seleccionador por un día. Cubrió una emergencia en un partido frente a Camerún para la Copa de África 2008. Un partido que, en realidad, iba a ser el inicio de 'un proyecto a largo plazo'. Al menos, esa fue la primera idea que le pidió el Ejecutivo de Obiang, que prometía suficientes recursos para levantar el deporte. De entrada fue un mensaje impactante para Setién. Antes de firmar, el entrenador recorrió el país para conocerlo. Vivió en Guinea y preparó un nuevo escenario para esos miles de niños, que jugaban descalzos por las calles y que debían sustentar el futuro. Pero la realidad, más severa, no consintió nada de eso. 'Me cansé de esperar y de ver que no tenían interés'. Hoy, cinco años después, habla sin rencor. No ganó nada, pero aprendió de la vida, de la pobreza y de la tristeza de un país pequeño que más o menos tiene la extensión de Galicia. 'Fue una experiencia más, pero me consta que la situación apenas ha cambiado', señala.

Pregunta. En su biografía figura que fue seleccionador de Guinea Ecuatorial un solo partido. ¿Es verdad o es una broma?

Respuesta. No, no, es verdad. Fue una de las circunstancias de mi vida. Coincidió que estaba allí y me ofrecieron el cargo. Acababa de dimitir Antonio Dumas, un brasileño que estaba de seleccionador, y me pidieron por favor que me hiciera cargo de la selección.

¿Y cómo es que un hombre tan cerebral como usted accedió a eso?

Bueno, en principio, se trataba de una propuesta cerebral y hasta de una oportunidad. Se trataba de un partido ante Camerún para la segunda eliminatoria de la Copa de África 2008 y Guinea, a pesar de no tener los conceptos claros, ya tenía jugadores que estaban bien. De hecho, yo estaba allí para firmar un convenio de colaboración con el Logroñés como exjugador que había sido de este club. Entonces no tenía trabajo y me presentaron una propuesta de trabajo, unas ideas que parecían muy claras y en las que me hablaban siempre de un proyecto a largo plazo.

'Estuve durante bastante tiempo conociendo el país, su vida, sus infraestructuras, sus posibilidades'

Fue el proyecto a largo plazo más corto del mundo, porque nunca existió. Usted no volvió por Guinea.

Sí que volví, sí, incluso estuve durante varias semanas, conocí su vida, observé muchos niños, hablé con mucha gente. Llegué a traer, incluso, a Esteban Torre, a una de las personas que trabajan conmigo, vimos muchos partidos y a muchos jugadores, porque creía en ese proyecto. O quise creer, al menos. Pero fue ahí, a medida que pasaba el tiempo donde me di cuenta de que esta gente no tenía intenciones ni seriedad ni nada que se pareciese a firmar un contrato. Me reuní un día con el presidente de la Federación y un familiar de la cúpula, pero nada más. En uno de los viajes me tuvieron tres días en el hotel sin que apareciese nadie. Aquello fue definitivo.

En un país, donde los derechos humanos se sienten traicionados, ¿qué le atrajo usted?

No sé si había muchas explicaciones razonables que aconsejen un desplazamiento como ese ni sé si era el sitio más adecuado, pero en ese momento yo no tenía trabajo, aún no había firmado como entrenador del Logroñés. Supongo que eso por sí solo ya era razonable.

'La situación es de lo más alejado que podemos pensar nosotros los occidentales'Viajó por el país. ¿Qué país conoció?

Era un país deprimido, triste, sin apenas infraestructuras y con gente en situación muy difícil, con enfermedades que se palpaban en las mismas calles y gentes muy poco habladoras, en la propia Bata, la ciudad principal. La situación es de lo más alejado que podemos pensar nosotros los occidentales. Recuerdo que en el primer viaje fui con un fotógrafo del diario 'As', recorrimos las zonas más deprimidas del país y es difícil olvidar lo que vieron nuestros ojos. Había niños muy necesitados, que jugaban descalzos en las calles de Malabo o Bata llenas de agujeros, con balones raídos, y a los que eso no les importaba nada, porque tenían esa pasión. Había que hacer algo por ellos.

En esas circunstancias o se cambia todo o no se cambia nada.

Yo fui, porque estaba dispuesto a intentarlo. Quise hacerlo. Pensé en hacer selecciones por edades para que los chavales jugasen cada semana una competición controlados por entrenadores. Pero sí es verdad que no es fácil y que me consta que, desde entonces, las cosas han cambiado poco. Ha pasado mucha gente después de que estuviese yo y casi todo el mundo ha durado muy poco. Porque allí la vida va muy despacio. Nosotros en Occidente estamos acostumbrados a otra cosa. Y sí es verdad que cuando yo fui a Guinea sabía que debía armarse de paciencia, pero una vez allí comprobé que la paciencia tiene un límite.

'En Guinea la vida va muy despacio' 

Sin embargo, ahora está allí Goikoetxea, un entrenador de su generación al que usted conoce.

Pero yo no sé las condiciones en las que está él. Sí sé lo que digo: en los últimos años han pasado muchos entrenadores y en general han durado poco.

¿No es Guinea un país más propio para un misionero que para un entrenador?

Yo fui de entrenador, a desarrollar un proyecto, a vivir una ilusión, a ver lo que este país podía dar de sí futbolísticamente en África, donde el fútbol se vive de una forma muy febril. Pero, en realidad, no fue posible ni empezar. Es más, ni siquiera llegué a ganar nada de dinero.

¿Tuvo entonces la sensación de misionero?

No, en absoluto. Yo no fui como un misionero. Ni me lo planteé siquiera. Fui a trabajar, a ganar dinero. Tengo que trabajar para vivir. De hecho, la propia vida en Guinea, el hotel, la comida..., todo eso me generó unos gastos que yo mismo tuve que cubrir, la Federación de Guinea no me pagó nada.

En un lugar, del que salió tan desengañado, ¿cómo juzga la presencia ahora de la selección española?

A mí me parece inexplicable que España vaya a jugar allí un partido y que todo esto se pueda utilizar políticamente, pero… también pienso en la alegría que le va a suponer a mucha gente que pasa tantas penurias.

El mundo está demasiado politizado.

Sí, quizá por eso soy incapaz de encontrar las explicaciones que justifiquen un desplazamiento así, pero, en fin...

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