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Los obispos intentan hacer caja

La Iglesia cambia el cepillo por una campaña de márketing en televisión para recaudar fondos

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

El nuevo modelo de financiación de la Iglesia, acordado con el Gobierno en septiembre de 2006, ha forzado a los obispos a tomar la iniciativa para evitar que se resientan sus beneficios.

La Iglesia está ahora “sola ante el peligro”, resumió el obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, responsable también del departamento que se encarga del sostenimiento económico del episcopado. Algora sintetizó de esta manera el reto y el temor al que se enfrentan los obispos con la aplicación del nuevo acuerdo de financiación, que se reflejará en la próxima campaña de la Renta.

Este acuerdo eliminará, por primera vez, la aportación directa del Estado para sostener a la Iglesia. Esta sobrefinanciación ha supuesto para las arcas públicas un desembolso medio anual de 40 millones de euros, que eran entregados a fondo perdido a la Iglesia católica desde hace casi veinte años.  

A cambio de no recibir esa aportación se establece una herramienta compensatoria. El acuerdo establece que la asignación del IRPF que los contribuyentes marcan en la casilla correspondiente a la Iglesia católica subirá del 0,5% al 0,7%, aumento que comenzará a aplicarse en 2008.

En este largo y lento recorrido hacia la autofinanciación, la Iglesia es consciente de que el número de contribuyentes que la sostienen con su declaración de la renta se ha estancado en un porcentaje ligeramente superior al 30%. El dato contrasta con el 77% de españoles que se consideran católicos, según estadísticas del Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS.

Publicidad confesional

En este contexto de desafecto social hacia la Iglesia católica, los obispos presentaron ayer la campaña de comunicación más ambiciosa que han lanzado hasta ahora. Desde el 6 de noviembre y hasta el 7 de diciembre se podrán ver en televisión, prensa e internet, -la Conferencia Episcopal evitó concretar en qué medios-, tres anuncios destinados a mostrar una imagen intencionadamente dulce del trabajo y los objetivos de la Iglesia. El interés último de esta ofensiva en los medios es estimular a los españoles para que apoyen económicamente a una Iglesia a la que, al menos según las estadísticas, pertenece una mayoría.

La Iglesia asegura que dependerá ahora “de la voluntad del contribuyente” para su sostenimiento económico. Es lo que señaló ayer el obispo Antonio Algora. La Conferencia Episcopal no ha querido facilitar el precio total de esta campaña. El vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal, Fernando Giménez Barriocanal, utilizó ayer el término “austera” para referirse a esta apuesta de comunicación y se limitó a decir su coste “será el menor posible”.

No se conoce a la Iglesia

Esta campaña publicitaria se desarrollará en varias fases y no está ligada, únicamente, a la aportación de fondos a través de la casilla de la Iglesia católica en la declaración de la renta. “Tiene voluntad de continuidad” según señalaron sus promotores.

Los obispos parte de una premisa. Creen que los contribuyentes no participas de manera más activa en sostener económicamente sus causas porque no las conoce. Un estudio elaborado para esta campaña revela, según admitieron ayer, que siete de cada diez españoles saben “superficialmente” del trabajo de la Iglesia. En ningún caso admiten los obispos la tesis contraria, que los contribuyentes les den la espalda, precisamente, porque conocen esa labor y no la comparten.

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