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Redada de 750 mossos contra 72 talleres ilegales de chinos

Hay una treintena de detenidos por tráfico y explotación de personas en Mataró

ALBERT MARTÍN VIDAL


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Eran las 9.00 horas de ayer cuando Mataró (Barcelona) amanecía con la visita de decenas de furgonetas de los Mossos dEsquadra. Media hora más tarde, los barrios de Cerdanyola, Pla dEn Boet, Eixample y La Habana comenzaron el día con un sobresalto mayúsculo: cerca de 750 agentes irrumpieron simultáneamente en 72 talleres textiles que dan trabajo a ciudadanos chinos en una gran redada contra la explotación laboral y el tráfico de personas.

La operación, la mayor jamás protagonizada por los Mossos, estuvo dirigida por la Unidad Central de Tráfico de Seres Humanos División de Investigación Criminal, en colaboración con la Fiscalía de crimen organizado. La Policía catalana registró talleres clandestinos que se encontraban en almacenes, naves industriales e incluso en pisosparticulares.

En torno a mediodía había ya una treintena de detenidos, algunos de los cuales estaban pendientes de identificación, por delitos contra los derechos de los trabajadores. Además, los Mossos identificaron a un centenar de víctimas de esta red. La operación sigue abierta y está instruida por el Juzgado de Instrucción número 2 de Mataró, que declaró el secreto de sumario.

La espectacular redada denominada Dispositivo Wei tenía por objetivo detener a los responsables de una red que habría cometido un delito contra los derechos contra los trabajadores. Las víctimas de explotación laboral eran de origen chino que vivían en condiciones 'infrahumanas' en locales comerciales o pisos.

Según las primeras evidencias que recopilaron los Mossos, habitaban en los mismos espacios donde llevaban a cabo su vida laboral, a menudo, en horarios abusivos.

Antonio y Dolores, vecinos del barrio de Cerdanyola, uno de los lugares con mayor presencia policial durante la mañana, no se inmutaron cuando a primera hora aparecieron los agentes. 'Cuando les he visto ya me he imaginado que venían a ver a mis vecinos y me he puesto en la puerta para que no se equivocaran de casa', decía él. 'Sí que causa impresión ver a ocho o diez policías, más otros tres de paisano, con los mazos para abrir puertas', indicaba.

Junto a su mujer, explicaba que el piso donde entraron los Mossos servía de taller. 'Tenían las máquinas en el garaje, trabajaban hasta las 11 o las 12 de la noche y no paraban ni los domingos', añadía ella.

A pesar de los ruidos, a esta pareja sus vecinos nunca les molestaron. La misma opinión expresaban otros habitantes de la zona, que recordaban que 'en Mataró hay muchos chinos, pero nunca armanjaleo'.

La noticia de los talleres clandestinos, en el barrio no era tal. 'Lo sabía todo el mundo', decía Verónica, de 17 años, ante el asentimiento de otro menor aún más joven. 'Sólo había que mirar por debajo de las persianas para ver a 20 hombres comiendo entre las máquinas', añadía María.

En un parque situado en pleno barrio, tres ciudadanos chinos comían ayer pan y embutido. Eran incapaces de comentar la noticia que sacudió el lugar: no hablaban ni una palabra de español.

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