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Madre antes que mujer

Una tesis aborda la indefensión ante el parto, inducida a veces por los médicos

OLIVIA CARBALLAR

Los médicos determinaron, en función de los protocolos, que Luisa tenía que parir por cesárea. Y, en función de los protocolos, al entrar en quirófano, tuvo que quitarse las gafas. Y como los protocolos no tienen en cuenta si la mujer es miope o tiene vista de lince, Luisa, con más de siete dioptrías en cada ojo, sólo vio una mancha borrosa cuando le mostraron a su hijo por primera vez. 'Qué guapo', le dijeron. Ella asintió sin más.

El ejemplo puede resultar una tontería, sobre todo para quien ve perfectamente, pero es una muestra gráfica denunciada en foros femeninos y es sólo la punta del iceberg de la indefensión que sufren muchas mujeres ante el parto, tratado a veces como una patología. Los protocolos, la excesiva medicalización y una concepción biologicista del proceso reducen a las mujeres a simples objetos y fomenta la desigualdad, según la tesis Ideologías y prácticas de género en la atención sanitaria del embarazo, parto y puerperio, presentada en 2009 en la Universitat Rovira i Virgili.

'Las vivencias que no se corresponden con alguna alteración que se entienda como propiamente biológica [como el trabajo o la relación con la pareja] quedan relegadas (...) sin que se les dé respuesta', sostiene la investigación, centrada en un área de la Comunidad de Madrid. Su autora, María Isabel Blázquez, recoge testimonios reveladores, como el de Natalia, una chica embarazada con unas duras condiciones laborales que tuvo un riesgo de aborto y una niña prematura: 'Al señor médico de cabecera no se le ocurre decirme otra cosa que mi problema no era un problema, que había miles de mujeres e incluso que estaban arando la tierra (...), que por qué me tenía que dar una baja (...); era muy misógino, te trataba como si mintieras o decía que tienes depresión para no trabajar'.

Ellas son tratadas como madres antes que como mujeres, incluso en documentos oficiales. 'Muchas veces se promueve, o por lo menos no se considera negativo, que puedan llegar a perder sus trabajos y/o renunciar a ellos y que abandonen facetas de sus vidas siempre en pro de un cuidado ideal de sus criaturas', añade la investigación, premiada por la Universidad de Málaga.

'Estos asuntos han pertenecido históricamente a las mujeres y así deben seguir'

A ellos, nombrados como hombres y sólo a veces como padres se les da la posibilidad de tener una identidad propia al margen de su paternidad. Además, su ausencia en cursos grupales del embarazo, en consultas o, incluso, en el paritorio siempre puede estar justificada por un motivo laboral y no implica, a diferencia de lo que ocurre con las mujeres, ser malos padres. De hecho, hasta hace pocos años, los hospitales no permitían su acceso al parto.

A las mujeres, en cambio, cuando faltan por los mismos motivos, se les atribuye 'de-sinterés, ignorancia y falta de responsabilidad'. Traducido: son unas malas madres. Y la pescadilla se muerde aún más la cola. Los profesionales dan por hecho que todos los hombres quieren participar, pero que no se dan las condiciones. Y ante esa justificación, muchas mujeres optan por no involucrar a su pareja, aunque se sientan solas.

Ocurre también que cuando, invitados por el ámbito sanitario, los hombres participan en tareas como el aseo de los bebés, muchos dejan de hacerlo cuando toca volver a casa, a veces, con valoraciones como esta: 'Estos asuntos han pertenecido históricamente a las mujeres y así deben seguir'.

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