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Pragmático y con mucha experiencia

Pascual Sala es el nuevo presidente del Tribunal Constitucional

Á. VÁZQUEZ

Presidente del Tribunal de Cuentas, del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el primer magistrado de carrera que presidirá el Tribunal Constitucional hasta ahora todos han sido catedráticos cuenta con un reconocido prestigio en su especialidad: lo Contencioso-Administrativo.

Calificado de 'hombre muy íntegro e independiente, aunque fervientemente progresista' por sus amigos, Pascual Sala (Valencia, 1935) cuenta con un bagaje que puede venir muy bien al Tribunal Constitucional en un momento en el que su prestigio ha quedado muy tocado, sobre todo, por el retraso de tres años con el que el Senado ha procedido a nombrar a los cuatro magistrados que le corresponden por mandato constitucional.

En 1996, cuando presidía el Consejo General del Poder Judicial, consiguió lo que pocos logran: forzar a los grupos parlamentarios a proceder a su renovación. Cuando comprobó que las Cortes se demoraban cuatro o cinco meses sobre el plazo estipulado, aceptó dimisiones de vocales, que llevaron a la falta de quórum para el correcto funcionamiento del órgano de gobierno de los jueces.

Además, llamó a su despacho a los líderes de las fuerzas políticas para dejarles claro algo que ya debían saber, que el prestigio de las instituciones depende en gran medida de la renovación en plazo de sus miembros.

Cofundó Justicia Democrática durante el franquismo

Al final, la tardanza en renovar el Consejo se extendió nueve meses, pero visto lo ocurrido en el Senado con el Constitucional, aquello no parece nada. Su antecesora en el alto tribunal, María Emilia Casas, que estuvo tres años más de los que preveía en el cargo por esa demora, aprovechó su discurso de despedida para sacar los colores a la clase política por ese incumplimiento constitucional.

Los que conocen a Sala dicen que él es menos de discursos pero más práctico. No en balde le tocó bregar con un Consejo, en el que él mismo asumió la portavocía, que estuvo formado por futuros vicepresidentes del Gobierno, ministros y hasta corruptos.

Miembro fundador de Justicia Democrática movimiento de jueces, fiscales y secretarios judiciales opositor al franquismo, que defendió a acusados ante el Tribunal de Orden Público, fue nombrado magistrado del Constitucional en 2004 en el cupo correspondiente al propio Consejo. Nada menos que 19 de sus 20 vocales lo avalaron.

En estos años también ha sido víctima de la guerra de recusaciones que vivió el alto tribunal. El PP trató de apartarlo, junto a sus compañeros Pablo Pérez-Tremps y Manuel Aragón, del debate del recurso contra la reforma de la ley reguladora del alto tribunal que prorrogó el mandato de Casas. El auto que frenó al PP le exigió el respeto institucional que el tribunal merece.

No era la primera vez que Sala se situaba en el punto de mira de los medios de comunicación. En el Tribunal de Cuentas fue criticado por el informe fiscalizador que hizo del proceso de reprivatización del holding Rumasa. En el Consejo, también lo sufrió con la crisis que desató la acusación del entonces vocal Pascual Estevill de extorsionar a empresarios catalanes. Ninguna de esas experiencias le va a sobrar para el reto que a sus 75 años comenzó ayer al aceptar la responsabilidad de presidir un tribunal situado en el centro de la diana política y mediática.

Casado y padre de dos hijos, entre las distinciones que figuran en su haber destacan la Cruz Distinguida de primera clase y la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, así como la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional.

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