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Reflexiones sobre la reflexión

Energía cívica para dignificar la democracia

LUIS G. MONTERO

En ningún sitio se ha meditado tanto estos últimos días como en la Puerta del Sol. A través de ella ha entrado la luz de la reflexión en la campaña electoral. Los adictos al consumo rutinario del pienso televisivo suelen repetir el estribillo de que los intelectuales no se comprometen y han perdido su lugar en la sociedad. Carne de audiencia barata, no están acostumbrados a recibir ideas nuevas en el mundo de la telebasura, ya sea del corazón o de la tarjeta de crédito. Están sometidos al pienso más que al pensamiento.

Pero hay otros lugares no fundados por la rutina chillona de la mediocridad. El votante perplejo ha leído en los últimos años muchos libros sobre el estado de la democracia occidental. Economistas, filósofos, historiadores, politólogos, ecologistas y escritores han llamado la atención sobre el invierno de una palabra, democracia, que se está quedando hueca por dentro. Sometida al control mediático y político de los poderes financieros, la semántica real de su vocabulario le ha sido arrebatada a la sociedad. Las formas democráticas se alejan de la soberanía civil.

En nombre del día de reflexión, la JEC veta los únicos foros de debate real

Como la política de palacio, la política oficial, se mueve en el territorio del pienso y de las audiencias, el votante perplejo también llegó a creer que la mirada de los intelectuales y de los movimientos alternativos era un trabajo perdido.

Pero un día fue a la Puerta del Sol tomada por la gente, leyó los carteles, escuchó las propuestas de las asambleas, habló con los jóvenes y se encontró en la calle con todas las meditaciones y las inquietudes que antes había leído en los libros. En nombre del día de reflexión, la Junta Electoral manda cerrar los únicos espacios en los que de verdad se quiere reflexionar. No es mala metáfora para comprender el estado de nuestra democracia. Los jueces están dispuestos a saltarse a la torera el derecho constitucional de reunión.

El votante perplejo recuerda hoy que, al principio de las concentraciones, preguntó a uno de los organizadores si era posible contribuir al fondo de resistencia para la acampada. Le explicaron que no aceptaban dinero, pero que necesitaban mantas, papel, bolígrafos y libros. Recuerda también otra mañana, cuando una joven con acento colombiano se le acercó para regañarle por un artículo que había escrito sobre su país en Público. El votante perplejo tuvo que admitir, después de una conversación muy matizada, que se había equivocado y que la joven tenía razón.

En ningún sitio se ha meditado tanto esta campaña como en la Puerta del Sol

En medio del campamento, otros jóvenes colocaron unas butacas y un sofá con el cartel de 'reservado para gente mayor de 50 años'. Un escalofrío de senectud recorrió los huesos del votante perplejo. Los jóvenes tienen su cultura, sus libros bien leídos, sus blogs, su periódico, su experiencia histórica y su necesidad de luchar. El votante perplejo está orgulloso de haberse sentado en ese sofá. Más allá de las elecciones, hay una energía cívica dispuesta a dignificar la democracia, es decir, a refundar la izquierda.

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