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De la plaza a la carretera

Los indignados recorrerán decenas de pueblos desde Valencia hasta Madrid

BELÉN TOLEDO

El Movimiento 15-M ha decidido que no sólo de grandes ciudades vive la revolución y ha optado por difundir su mensaje en varias decenas de localidades del interior de la Península. Lo hará a través de al menos tres marchas que partirán de Cádiz, Barcelona y Valencia y confluirán en Madrid el 23 de julio. Se trata de recorrer a pie la distancia entre cada una de las ciudades de origen y la capital, donde se organizará una gran manifestación. El camino durará más de un mes y los caminantesharán una asamblea en cada una de las ciudades y pueblos donde paren a pasar la noche.

Ayer salió de Valencia la primera de las marchas. A las nueve de la mañana, unas 30 personas se enfundaron en chalecos reflectantes que previamente habían sido adornados con lemas como 'no somos mercancía' por la comisión de grafismo de la acampada de la plaza del Ayuntamiento. Y a paso rápido, porque ya picaba el sol, cruzaron las localidades que limitan al sur con la ciudad. En Catarroja, a 13 kilómetros, hicieron su primera parada para reponer fuerzas.

Los caminantes causan el asombro de los vecinos de pueblos pequeños

Antes de sentarse en una plaza, los indignados recorrieron la avenida principal. Entre otros lemas, gritaron 'no nos mires, a ti también te roban'. Eran las once de la mañana, así que las calles estaban llenas de atareados transeúntes que se detenían al menos unos segundos para contemplar la marcha. Una señora de unos 60 años se apoyó en el carro de la compra y miró boquiabierta la comitiva, asombrada de que los indignados hubieran saltado de los noticiarios de la televisión a la calle principal de su pueblo.

Los detalles de la 'marcha popular indignada' ya se pueden consultar en una página web del mismo nombre, donde figuran la mayoría de pueblos en los que se organizarán asambleas en los 34 días que durará la caminata y donde se prevé que se sumen otros indignados. De momento, los manifestantes son tan diversos como el movimiento en sí. Hay desempleados, como Guzmán Chamorro, técnico informático y obrero en paro de 34 años, que se encarga de diseñar el itinerario de la marcha. Hay también autónomos a la que la crisis obligó a cerrar su negocio, como el apodado Cabello, encargado del abastecimiento. Y no faltan quienes aprovechan sus vacaciones, como Paula Minguell, médico de familia de 31 años, que hasta que vuelva al trabajo en julio se encarga de conducir el coche de apoyo y coordinar la asistencia sanitaria.

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