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Rajoy ya no ve intocable el gasto en educación y sanidad

Cospedal augura protestas cuando el nuevo Gobierno 'diga todo lo que hay que hacer'. El PP combina la euforia festiva de los mítines con mensajes discretos de ajuste duro ante la escalada de la prima de riesgo

 

PERE RUSIÑOL

El candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, empezó la campaña con un compromiso tajante, adoptado en ABC Punto Radio: 'Le voy a meter la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación'.

Pero ayer, metido ya de lleno en el tramo final de la campaña y ante la misma pregunta sobre de dónde saldrán los recortes, esta vez en el diario El Mundo, Rajoy ya no consideró intocables ni la sanidad ni la educación: '¿Dónde vamos a quitar? Pues en principio de todas las partidas, aunque, como ya he dicho, quiero mantener el poder adquisitivo de las pensiones'.

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No fue un olvido: en la repregunta, donde se inquiría específicamente sobre una posible congelación salarial de los funcionarios, se mantuvo en el recién estrenado esquema: el compromiso se limita sólo a las pensiones.

La campaña empezó para el PP casi como una vuelta al ruedo de plaza en plaza donde el objetivo parecía ser celebrar la inminente victoria. Y evitar que Rajoy tuviera que mojarse para no asustar a los que, como su rival socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, creen que tiene un 'programa oculto'.

Pero este diseño se vio enseguida contaminado por un nuevo capítulo en la agónica crisis de la eurozona que fulminó de un plumazo a los gobiernos de Grecia y de Italia y que ha dejado la prima de riesgo española lo que se paga de más respecto al bono alemán batiendo récords negativos a diario. Por mucho que Bruselas subraye, como ayer mismo, que lo que está sufriendo España se debe al contagio del colapso italiano más que a su propia realidad económica. Y pese a que los mercados ya dan por descontado el triunfo del PP ante la rotundidad de las encuestas.

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En los mítines, Rajoy sigue con la fiesta, celebrando la victoria por adelantado y asegurando que el asedio sobre España se esfumará simplemente con su victoria porque la culpa de la situación, sostiene, es sólo del Gobierno socialista 'de chirigota' y él dará 'confianza', lo que indignó al candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba: 'Aprovechando la crisis de la prima de riesgo ha vuelto a salir el Rajoy de siempre y ha acusado al Gobierno de la situación; intenta estrujar el limón de la crisis para rascar los últimos votos', le respondió en Barakaldo.

Rajoy se jactó de que él va a 'romper' la espiral de la prima de riesgo y se permitió incluso bromear diciendo que esta palabra que mantiene en vilo al continente 'se ha puesto de moda'. Sin embargo, el PP empezó a mandar discretamente otro tipo de mensajes, menos graciosos, a los mercados: trasladó que el plan de ajuste que el PP impulsará si gana el 20-N será más profundo de lo que insinúan los eufóricos mítines.

Las señales se enviaron ayer por partida triple y al máximo nivel: el propio Rajoy dejando ya como intocable sólo las pensiones, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal; y el responsable económico de la formación, Cristóbal Montoro.

Cospedal dejó claro, además, que el plan de ajuste está ya perfilado, aunque no se explique en los mítines: 'Algunos, los que no se han quejado nunca hasta ahora, van a protestar mucho cuando el Gobierno diga todo lo que hay que hacer para sacar el país adelante', afirmó en Ceuta, informa Europa Press.

Y añadió: 'Tenemos credibilidad y legitimidad para decir lo que hay que hacer, que es apretarse el cinturón'.

Finalmente, Montoro defendió en Barcelona nuevas inyecciones de dinero público en auxilio del sector bancario: apostó por crear un banco malo, como reclama con insistencia la patronal bancaria, en el que 'el Estado y los privados compartan los riesgos y que sirva para movilizar todos los excedentes de vivienda de la banca'.

Mientras tanto, se conocía el último compromiso ante Bruselas adoptado por el Gobierno de Silvio Berlusconi, socio del PP en la Eurocámara, justo antes de ceder el mando a Mario Monti, asesor de Goldman Sachs: el sábado, el ministro de Economía de Berlusconi remitió una carta a la Comisión Europea prometiendo acelerar los plazos para retrasar la edad de jubilación y despedir a 300.000 funcionarios, según informó ayer The Wall Street Journal.

Rajoy, que el año pasado alabó públicamente el plan del británico David Cameron que incluía el despido de 500.000 funcionarios, equiparó el lunes la situación de España con la de Italia y se comprometió a cumplir con Bruselas.

En cambio, los socialistas, que desde mayo de 2010 han asumido el plan de ajuste coordinado en toda la UE, optan ahora por exigir a Alemania, a la Comisión Europea y al Banco Central Europeo un giro en la política seguida que suavice el ajuste y convierta al sector público en motor de la recuperación.

'Lo que ahora hace falta es firmeza política', aseguró ayer Rubalcaba en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La posición socialista que Rubalcaba propaga en esta campaña, más combativa ante el diktat de Bruselas que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, no es una concesión a la izquierda desen-cantada, sino la nueva posición del PSOE: ayer, Rubalcaba la expuso acompañado de Javier Solana, el socialista que más ha influido en la UE, y el exministro de Economía Carlos Solchaga, ortodoxo fuera de toda sospecha.

Solchaga se mostró cómodo con la nueva posición de plantar cara a las recetas de ajuste drástico impuestas por el núcleo duro que forman Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, ambos socios del PP: 'No hacen lo que nos conviene y no hacen lo que le conviene a Europa', dijo.

En su opinión, el margen de maniobra de un Gobierno en las políticas para salir de la crisis se limitan al 5%. El otro 95% depende de las instituciones comunitarias y por ello hay que centrar las energías en mover a Merkel y Sarkozy.

El candidato de IU, Cayo Lara, se ofreció para una ruptura mucho mayor con los planes de Bruselas de la que propone el PSOE: 'No ha servido de nada todos los sacrificios que se han hecho a los dioses', advirtió ayer Lara en Málaga. 'Es una gran patraña, aquí solo ganan los especuladores y pierden los ciudadanos', concluyó.

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