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Una cita cargada de expectación

J.R.

Atentos al arranque de Rubalcaba: 'Esta cita tiene algo de morbillo, y todavía me divierte más'. No se equivocaba. El PSM no podía vender todavía, a seis meses de las municipales y autonómicas de mayo, ofertas envueltas con celofán. Pero sí expectación.

La mañana se levantó algo tensa. La organización del PSOE preveía recluir a los periodistas en el corralito de prensa, sin poder acceder al auditorio del hotel Meliá Castilla. Ante las protestas, el partido reculó. A esas horas, el salón estaba abarrotado de militantes.

Pasada la tanda de saludos algunos, fríos, llegó la presentación de Maru Menéndez, la portavoz socialista en la Asamblea, con un número, los 175 días que quedan para que 'los sueños de los madrileños se conviertan en realidad', para que el PSM gane. Le siguió Lissavetzky, duro con el 'moroso' Alberto Ruiz-Gallardón. Resignado, no se perdió en ofrecer 'recetas mágicas'. Sólo cabe sustituir la 'política de las grandes obras por las políticas de las personas'.

Gómez se empleó por la izquierda. Por la izquierda, incluso, del Gobierno. La salida de la crisis, dijo, está en el 'aumento del déficit', en la inversión, en que el BCE 'compre deuda' a los Estados de la UE. El discurso sonó algo desacoplado con el de Rubalcaba. 'Estuvo muy bien, mejor que el ministro ha hecho un discurso para las bases', decían los suyos, eufóricos por el éxito de convocatoria y por la escenificación de la paz. 'Las tensiones ya desaparecieron', agregaban.

Los críticos cabeceaban insatisfechos. 'Hay gente que no puede perdonar', apuntaba uno. 'Cuando uno siembra vientos, recoge tempestades', decía otro que apenas había aplaudido en el acto. Y un tercero: 'Las heridas no se han cerrado, los cuchillos siguen'. Sí rotulaban de izquierdas el mensaje de Gómez, pero también de 'irreal' y 'sobreactuado', porque ya no hay chequeras. Y menos con unos mercados ansiosos por comerse España.

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