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El Gobierno se desmarca del pulso por la presidencia del TC

La división progresista lleva al PSOE a descartar el señalamiento de un favorito. La designaciónpor mayoría simple y los agravios personales entre los magistrados añaden suspense a la elección

GONZALO LÓPEZ ALBA

No habrá ninguna indicación ni sugerencia a los magistrados del sector progresista. El próximo presidente del Tribunal Constitucional surgirá del criterio libre de sus 12 miembros, una vez que concluya su renovación. Eso se asegura tanto desde el Gobierno como desde el PSOE y la dirección del Grupo parlamentario Socialista.

La posibilidad de que, como se ha hecho en otras ocasiones, se realice una indicación política para señalar a un presidenciable está descartada, según aseguran interlocutores gubernamentales y socialistas.

Los partidarios de Aragón y Sala mantienen vivo el enfrentamiento

La actitud de neutralidad obedece a varias razones, formales y prácticas. El argumento último es que la división dentro del sector progresista, que llega al extremo de cuestionar que se pueda hablar de un 'bloque', hace que nadie pueda tener asegurada la elección. En esta situación se destaca que resultaría 'absurdo' que el Gobierno se comprometiera con un señalamiento, 'suponiendo que tuviera capacidad para condicionar la elección del presidente'.

La fractura del sector progresista no sólo tiene que ver con el distinto perfil de los dos candidatos con mayores posibilidades, Manuel Aragón y Pascual Sala, sino también con las 'divergencias irreconciliables' abiertas por el larguísimo debate sobre el Estatut de Catalunya, que dejó heridas de difícil cicatrización, según reconocen fuentes del TC.

Si los progresistas dividen su voto, podría salir un conservador

Tanto Aragón como Sala tienen defensores en las filas del PSOE y del Gobierno, aunque hasta la fecha parecen tener más influencia los partidarios del primero, al que también favorecen las tendencias doctrinales en boga. Pero el pulso sigue vivo.

Sala concita menos recelos entre sus compañeros al haberse mantenido siempre dentro de la disciplina progresista. Pero en su detrimento actúa su procedencia de la jurisdicción ordinaria, en un momento en el que ha ganado enteros la tesis de que la pertenencia al TC no puede convertirse en la culminación de la carrera judicial, de suerte que el presidente del Tribunal Supremo tenga una especie de jubilación natural en el Constitucional. Sala fue presidente del Supremo, al igual que Francisco Hernando, que será elegido por el Senado a propuesta del Grupo Popular.

A favor de la elección de Aragón opera la tesis imperante de que cuando el Tribunal Constitucional ha tenido más prestigio ha sido cuando lo ha presidido un constitucionalista, como Manuel García Pelayo el primero o Francisco Tomás y Valiente. Aunque se le ha señalado como responsable de una sentencia sobre el Estatut más restrictiva de la que querían los progresistas pactando para ello con algunos magistrados conservadores, sus partidarios alegan en su defensa que, sin la actitud de Aragón, el TC se habría partido en dos bloques, lo que habría restado fuerza al fallo y debilitado aún más a la institución. El comportamiento de Aragón encaja además con la doctrina de que los miembros de esta institución han de anteponer en sus argumentos y decisiones la razón jurídica a cualquier otro tipo de criterio, singularmente los de carácter ideológico.

Zapatero confía en que la renovación devuelva el prestigio al TC

El perfil de la mayoría de los nuevos miembros del TC avalaría igualmente la elección de Aragón, al estar marcado también por la trayectoria académica. A partir de este análisis tribal, los partidarios de Sala señalan la promoción de Paloma Biglino como evidencia de que la preferencia del Gobierno es Aragón. Aunque no existe confirmación oficial, la presidenta del Centro de Estudios Constitucionales se perfila como uno de los dos nombres que el Grupo Socialista propondrá en el Congreso y no parece que haya mucha alternativa. Se quiere que en el cupo de la Cámara Baja haya alguna mujer y su currículum académico la sitúa como opción destacada. También son catedráticos tres de los cuatro nuevos miembros que elegirá el Senado Luis Ortega, Adela Asúa y Francisco Pérez de los Cobos y al menos otro Eliseo Aja de los que saldrán del Congreso.

Pero, a pesar de estos razonamientos, nadie las tiene todas consigo. El presidente del Tribunal Constitucional se elige por mayoría simple, recayendo el cargo en el candidato de más edad en caso de empate, situación que favorecería a Sala frente a Aragón.

Cuando, a finales de noviembre o comienzos de diciembre, el Congreso y el Senado voten la renovación pactada entre Zapatero y Mariano Rajoy, el Tribunal Constitucional quedará compuesto por siete magistrados progresistas y cinco conservadores. Esta mayoría, unida a la tradición de que la presidencia recaiga en alguno de los miembros más antiguos, señala como finalistas a Aragón y Sala. Pero si el voto de los progresistas se divide, cabe la posibilidad de que resultara elegido un conservador [ver apoyo].

La designación de Eliseo Aja busca 'reintegrar' a los federalistas

El presidente del Gobierno cree que ha cumplido con su responsabilidad al lograr un acuerdo con el líder de la oposición para desbloquear la renovación y al proponer como miembros a magistrados que permitirán 'recuperar el prestigio de la institución'. En ese objetivo de 'relegitimación' del TC , en círculos gubernamentales se atribuye especial relevancia a la propuesta de elección de Eliseo Aja, pactada por Zapatero con el presidente de la Generalitat de Catalu-nya. Presidente del Consell de Garanties Estatutàries, se trata de 'un federalista respetado', cuya presencia en el TC debería contribuir a restablecer el respeto hacia esta institución de quienes tienen una visión del Estado de las Autonomías más amplia que la acotada por la sentencia del Estatut.

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