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Miedo de carne y hueso

Un grupo de ciudadanos traslada al candidato socialista la inquietud que sienten por el futuro de sus hijos

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

'Hablar con la gente'. Con esta escueta simplicidad resume un colaborador directo del candidato su objetivo al encerrarse tres horas y media ayer con medio centenar de ciudadanos y ciudadanas que tienen en su normalidad su principal virtud y cuyo día a día en la cuesta arriba de la crisis es el secreto que trata de conocer el aspirante socialista a la Moncloa, Alfredo Pérez Rubalcaba, para buscar fórmulas que allanen el camino.

'En este momento, la idea de que el futuro será mejor que el presente empieza a quebrarse. Esa inquietud está ahí. Los jóvenes perciben que van a vivir peor que sus padres', prologó el candidato.

Los asistentes al encuentro fueron cuidadosamente seleccionados

Ese miedo se encarnó ayer en personas reales. Nombres y apellidos llegados de toda España, 61 padres y madres era la única etiqueta común, tener un hijo menor de 15 años estrenaron con el candidato socialista los Diálogos con Ru-balcaba. Un instituto demoscópico, IMOP, seleccionó a 35 mujeres y 27 hombres no ligados al PSOE uno falló a la cita entre más de mil ciudadanos que se inscribieron en su día para participar en este encuentro 'sin limitaciones ni intermediarios'.

Rescatando el profesor que fue y con su mano derecha, Elena Valenciano, de moderadora, Rubalcaba se encerró con esta representación ciudadana minúscula para encarar un problema social mayúsculo: la difícil conciliación de la vida laboral y familiar.

Conciliación laboral y familiar, educación y sanidad centran el debate

El proverbial qué hay de lo mío se convirtió así en lo de todos, hasta enumerar un catálogo de preocupaciones compartidas. La necesidad de racionalizar horarios para que conciliar trabajo y familia no sea un milagro, la educación y la sanidad coparon un debate 'sin paños calientes', según un asistente.

Con la libertad que da una puerta cerrada la reunión no estaba abierta a los medios de comunicación ya que pretendía ser 'discreta', según Rubalacaba, el lenguaje políticamente correcto de las campañas electorales también pudo descansar en las quejas de los ciudadanos.

Rubalcaba promete que no instaurará el copago sanitario «en ningún caso»

¿Cómo se solucionan las diferencias entre colegios públicos, concertados y privados? preguntó una pareja. Rubalcaba, que nunca ha colgado la cartera de Educación, según dicen los suyos, se comprometió a potenciar la enseñanza pública con los recursos disponibles, 'que no serán muchos', según admitió, apretándose el cinturón de la crisis. 'Dar oportunidades a los alumnos puede ser caro, pero más caro resulta el abandono escolar', advirtió.

¿Y qué pasa con los colegios públicos cuando se convierten en guetos de alumnos extranjeros? Preguntó otro padre. ¿Por qué los centros concertados con dinero público no se hacen cargo igual que los demás de su educación?, coincidieron varios asistentes. ¿La solución? 'Nada es fácil, y quien diga que lo es y lo va a arreglar mañana, os miente', previno Rubalcaba. ¿Entonces? 'Más recursos, y seleccionando muy bien cuáles son los centros con mayores necesidades', respondió el candidato.

La sanidad, no convocada en un principio, se coló también en el orden del día de un intercambio de opiniones 'distendido', según varios asistentes, uniéndose a la lista de agravios por el deterioro de servicios públicos esenciales en determinados territorios.

El candidato aprovechó esta muleta para recordar el fin último de cada cita electoral: 'Decide la orientación política de los próximos cuatro años; decide nuestra vida el colegio de los hijos o la sanidad de todos durante cuatro años'.

Desde esta premisa, el candidato tejió un mensaje de alerta contra el 'serio riesgo' de privatizar servicios esenciales si el PP llega al Gobierno. 'Privatizar no es sinónimo de una mejor gestión', advirtió Rubalcaba, rechazando de manera tajante la implantación del copago sanitario. 'En ningún caso', zanjó.

Hubo voces críticas. Más difíciles de rastrear entre los asistentes, pero se dejaron oír. Una delegada sindical recriminó al candidato la aprobación de la reforma laboral y la propuesta de prolongar los contratos laborales y la edad de jubilación. Rubalcaba respondió de oficio y volvió a la miga del encuentro.

Antes de arrancar rematado un café previo con los asistentes y las fotos obligadas, oficiales y privadas Rubalcaba abrió su discurso a la prensa para hacer acopio de intenciones. 'Básicamente, escuchar', insistió. 'El partido es limitado. Somos 200.000 personas, y los ciudadanos varios millones', prosiguió. El primer argumento no es casual. 'Me oiréis insistir en la necesidad de mejorar la conciliación. Es clave. Uno de nuestros grandes objetivos. Hemos hecho cosas, pero queda mucho por hacer'.

¿Cuáles? Hasta que el programa electoral que los socialistas prometen elaborar teniendo en cuenta estos diálogos ciudadanos se pronuncie, Rubalcaba apuntó la primera: construir más escuelas infantiles para niños de 0 a 3 años a pesar de la limitación presupuestaria. En caso de formar Gobierno a partir del 20 de noviembre, Rubalcaba prometió seguir sin abandonar del todo la cartera de Educación. 'Hay que gastar donde se debe', concluyó, consciente de la estrechez de recursos públicos.

Y es que la crisis y sus sombras sobrevolaron en todo momento el encuentro, hasta colarse incluso a través del teléfono de uno de los ciudadanos invitados. La banda sonora de la película Psicosis sonó justo cuando el candidato aludía a los todopoderosos mercados financieros. '¿Nos estarán oyendo?', bromeó.

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