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"El umbral del dolor es distinto para cada mujer"

Parir en casa es una opción minoritaria en España

L. D. P.

África parió en su casa, y ahora dice que es feliz. 'Ha sido una experiencia mágica', afirma. Hoy está sentada en la misma cama donde hace pocos días dio a luz a su tercer hijo. Los otros dos los tuvo en un hospital. 'A nivel emocional no tiene nada que ver', dice mientras se abre la camisa para amamantar a su hijo. Todavía tiene la barriga abultada.

Los partos en casa son muy minoritarios en España. Sin embargo, algunas mujeres como África, con un embarazo de bajo riesgo y un hospital a menos de diez minutos de su casa, se deciden por esa modalidad.

'Un parto es un proceso fisiológico y no necesita las condiciones de asepsia de un quirófano', afirma la comadrona de la cooperativa Titània Tascó, Josefa Domínguez, quien explica que es importante dejar tranquila a la mujer cuando pare y que sea ella quien decida en qué posición o dónde quiere dar a luz.

Este es uno de los aspectos que diferencian un parto natural de uno medicalizado, especialmente cuando se alumbra en la propia casa. En el primer caso, son las mujeres quienes deciden parir en cuclillas, de pie o tumbadas, en la cama, en la ducha o en una piscina. En un hospital 'te suben al potro, te abren de piernas y te ponen un enema para que no defeques en el potro; todo son métodos muy invasivos', explica África.

Según el ginecólogo Jordi Antoni, la profesión médica no está en contra de los partos en casa, pero hay que tener en cuenta que 'en el momento del parto puede ser necesaria una intervención, y una demora [del domicilio al hospital] puede tener sus consecuencias'.

África habla y, sin interrumpir su discurso, contempla a su hijo. Le cuesta explicar con palabras cómo fue la mañana en que supo que se pondría de parto.

Al principio, cuenta, tenía miedo de no poder 'desconectar, de estar pendiente de los demás'. Preparó el desayuno para sus invitados, charló, arregló la casa y cuando vio que se acercaba el momento se fue a su habitación y sí pudo dejarlo todo atrás.

'Hubo un momento en que perdí la noción del tiempo, no era consciente de lo que hacían los demás'. Y con la primera contracción fuerte, 'salió la cabeza', y con la segunda, el bebé ya estaba casi afuera. Fue el marido de África quien terminó el trabajo y 'le cortó el cordón'.

En las fotos que muestra Josefa Domínguez, las escenas se repiten: mujeres dando a luz en su propia casa y, alrededor, varios rostros llorando por la emoción.

Josefa explica que 'todas las mujeres saben parir', aunque, además, en Titània Tascó les enseñan algunos ejercicios, como relajar la zona del periné para cuando llegue el momento del parto o masajearse con aceite la vagina para dilatar mejor. 'El umbral del dolor para cada mujer es distinto', afirma África. Cuando se le pregunta si temía padecer, mira a su hijo y contesta: 'no'.

 

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