Punto y seguido

Quince notas sobre la 'Táctica de Secuenciación' en la visita de Blinken a China

Quince notas sobre la 'Táctica de Secuenciación' en la visita de Blinken a China
El presidente de China Xi Jinping se reúne con el secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken en Beijing, capital de China.-LI XUEREN / Xinhua News
  1. Es difícil creer que cuando el secretario de Estado de EE. UU. Anthony Blinken visitó China el 17 de junio no conociera el plan de rebelión del jefe del grupo Wagner Yevgeny Prigozhin contra Vladimir Putin, el principal aliado del presidente de China Xi Jinping. Tampoco se sabe el grado de la implicación de la CIA y el Pentágono en el complot: ¿puede una empresa de tal envergadura en un país como Rusia no contar con el respaldo de Washington, sede mundial de la organización de golpes de estado?
  2. La estrategia de desmantelar al gigante euroasiático, prioridad en la agenda de EE. UU. desde 2014, forma parte de un conjunto de medidas desarrolladas desde el mandato de Barak Obama, cuyo fin último es contener el avance de China como el único rival de EE. UU. en su pretensión de monopolizar la hegemonía mundial, y tiene un nombre: "secuenciación", que es ir primero a por Rusia para derrotarla militar y políticamente, para después poder aplastar a China.

Pero si tenemos en cuenta que la visita fue a petición de EE. UU., que no de China, veremos que la Casa Blanca demócrata vuelve a comerte el mismo error: la ofensiva simultánea contra China y Rusia. Al principio del mes, el ministro de Defensa chino, el general Li Shangfu, rechazó la solicitud de su homólogo estadounidense Lloyd Austin para reunirse en la cumbre del Diálogo de Shangri en Singapur: EE. UU. ha impuesto sanciones sobre la persona de Shangfu por la compra de aviones de combate y sistemas de defensa aérea rusos (¡ignorando la orden de los amos del mundo!) y ¿quiere que comparta con él un té de jazmín? La Casa Blanca padece la variante incurable de la psicopatológica de megalomanía, con el agravante de pensar que puede usurpar la soberanía, y no de Afganistán o Arabia Saudí, sino de China, quien puede permitirse aplicar la ley del talión: si EE. UU. sanciona su industria de los semiconductores, los asiáticos prohíben a las compañías armamentísticas estadounidenses Lockheed Martin y Raytheon exportar bienes y realizar nuevas inversiones a China. El Gobierno de Biden ha mantenido los aranceles aprobados por el Ejecutivo de Trump sobre importaciones de China y ha impuesto nuevas sanciones sobre este país, que han sido defendidas por Blinken como cuestión de "seguridad nacional".  El Gobierno de Xi insiste en que EE. UU. exagera la "teoría de la amenaza de China" y le pide no proyectar sobre su país el modelo de la hegemonía estadounidense.

  1. Bejín hasta el último momento se negó a confirmar si el presidente Xi iba a recibir al enviado de Joe Biden, demostrando que sólo él, representante del poder chino, puede poner nervioso y en vilo a la Casa Blanca, y esto es un dato para tener en cuenta en el nuevo orden mundial.
  2. El ministro de Asuntos Exteriores de China Wang Yi en vez de extenderle la alfombra roja al enviado estadounidense, le indicó unas cuantas líneas rojas:
  • Que dejase de exagerar la 'teoría de la amenaza de China', curiosamente divulgada también por un sector de izquierda que da por derrotado al imperialismo con el avance de esta potencia y sus aliados;
  • Que no siga con las sanciones unilaterales contra China, sobre todo las que pretenden impedir el desarrollo tecnológico de China, y
  • Que se abstenga de interferir en los asuntos interiores de su país, y Taiwán es uno de ellos.

Los motivos de Biden

  1. Ya que China va a ser uno de los temas de la campaña electoral de 2024 de EE. UU., la Casa Blanca necesita atraer el apoyo nacional e internacional para sus políticas "de paz", ahora que ni sus aliados del Sur Global respaldan sus temerarias políticas contra Rusia desde el suelo de Ucrania.
  2. Seguir intentando alejar a China de Rusia, aplicando la táctica nixoniana. Blinken sí consiguió que los orientales le prometieran no proporcionar asistencia letal a Rusia para su uso en Ucrania.
  3. Al calmar las relaciones tensas con China, podría centrarse en las elecciones presidenciales de 2024 y en la guerra contra Rusia.
  4. Pedir a Beijín que, por sus propios intereses, sea amable con Biden y "elija" un presidente demócrata de cara a las elecciones, ya que el candidato republicano Donald Trump, en la misma medida que es "prorruso" es "antichino". En realidad, Trump es aislacionista: por eso la OTAN le odiaba. Los demócratas siempre han sido el partido de más guerras en EE. UU.: la doctrina Regreso a Asia, para contener el progreso de China por todos los medios, fue justamente elaborada durante el mandato de Obama por los demócratas. Para el electorado estadounidense lo importante es la economía, aunque los verdaderos votantes, los grupos de presión vinculados a las grandes compañas y ciertos Estados, son los que invierten en las campañas de los candidatos, invirtiendo en los favores futuros.
  5. EE. UU. necesita la colaboración china en su trato con Corea del Norte que, un día sí y el otro también, exhibe misiles nuevos.
  6. Washington en su hazaña antichina se ha quedado solo: no le apoyan ni India y ni siquiera Israel, mientras el presidente de Francia Emmanuel Macron pide a Europa reducir su dependencia de EE. UU. con respecto al enfrentamiento con China, sobre todo en la cuestión de Taiwán.
  7. Pedir la cooperación de Beijín para calmar la tensión entre Israel y Palestina, evitando una tercera Intifada.
  8. Coordinar sus políticas para impedir un Irán nuclearizado. EE. UU. comparte los detalles de sus negociaciones con los ayatolas en Omán para firmar un mini acuerdo nuclear a cambio de levantar parte de las sanciones que han invalidado, por ejemplo, el llamado "Acuerdo estratégico para 25 años", firmado entre Beijín y Teherán, convertido en papel mojado. Tanto China como Rusia retiraron sus inversiones de Irán tras la salida de EE. UU. del acuerdo nuclear en 2018, por temor a las sanciones astronómicas.
  9. Restablecer la comunicación militar entre ambos Estados, aunque no se sabe si para impedir incidentes peligrosos entre las fuerzas militares de ambos Estados o para controlar los asuntos militares chinos, pues son los aviones y submarinos del país occidental los que se encuentran en las proximidades de China y no al revés. En 2001 el choque entre un avión de la Marina de los EE. UU. y un avión interceptor chino frente a la isla china de Hainan causó la muerte del piloto chino y el aterrizaje forzoso de la aeronave enemiga en Hainan sin la autorización china. Bajín, que suspendió estos contactos en agosto de 2022, tras la visita de Nancy Pelosi a Taiwán, como gota que rebasó el vaso, ha vuelto a rechazar esta demanda del Sr. Blinken. Razones:
  • Las sanciones impuestas por EE. UU. contra su ministro de Defensa en 2018.
  • Llevar a cabo unas mil misiones de vigilancia en las fronteras chinas por la Fuerza Aérea de EE. UU. solo el año pasado y realizar numerosas maniobras militares mientras no hay ni un solo avión o buque militar chino cerca de EE. UU., país que además ha rodeado a la potencia oriental con bases militares. Con su estrategia de "Cadena de islas" para el control del Pacífico, Washington ha instalado bases en Japón, Filipinas, Corea del Sur (en el Camp Humphreys, a 540 kilómetros de la ciudad china de Dalian, es la más grande del mundo) que albergan a decenas de miles de hombres armados con artefactos bélicos de la ultimísima generación.
  • Blinken no iba a China con una rama de olivo: los buques estadounidenses siguen patrullando en las aguas chinas.

Un día después de esa visita infructuosa, un Biden carente de educación diplomática llamó "dictador" a Xi y mandó a la nave Stratton al estrecho de Taiwán, reduciendo las tensiones al puro estilo estadounidense.

  1. Que en el comunicado final de la visita de Blinken el Gobierno chino insistiera en la "posición firme" del país sobre Taiwán, demuestra que las partes no llegaron a ningún acuerdo al respecto. La isla, para Bijing, es un asunto interno, y la Casa Blanca, a pesar de su política oficial de EE. UU. desde 1979 y reafirmado en el Comunicado de 1982, socava la política de "Una China". La amenaza de un choque bélico entre ambas potencias por Taiwán es la principal preocupación de los Estados del sudeste asiático.
  2. A pesar de los roces, a las dos superpotencias les une una relación comercial de 800.000 millones de dólares, y la suma de 5438 (EEUU) y 350 (China) armas nucleares, razones suficientes para que sigan dialogando y que el mundo apoye una coexistencia pacífica entre los estados y una política que garantice el derecho de las naciones a vivir en paz.

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