Otras miradas

El otro cambio climático

Marta Nebot

Con agostidad y alevosía suelen ver la luz un montón de informes más o menos peregrinos que rellenan los huecos que la actualidad no alcanza. A veces, entre ellos, aparece algo valioso. Entre el barro informativo que baja por mi particular riachuelo de agosto he encontrado una pepita de oro puro.

Dice que más de uno de cada tres hombres en España cree que no hay desigualdades entre hombres y mujeres (un 37%) y que casi una de cada cinco mujeres cree lo mismo (un 19%). Sólo con este dato podríamos decir que la lucha por la igualdad sigue siendo mayoritaria. Sin embargo,  el 62% de ellos y el 42% de ellas siente rechazo ante el término feminismo. Es decir: hay otro preocupante cambio climático.

Esta es la principal conclusión del reciente estudio Las mujeres y los hombres, hoy. ¿Igualdad o desigualdad? que ha entrevistado a 1000 hombres y a 1000 mujeres españoles de entre 18 y 64 años. En esa franja de edad, en este país, hay 29 millones de personas.

Las paradojas que desvela el resto de sus conclusiones dan para éste y para muchos artículos, porque es un contrasentido sideral que el mismo informe que concluye lo dicho encuentre 20 brechas de género que abarcan todos los ámbitos hasta el infinito. Según los mismos entrevistados, a los que mayoritariamente el término feminismo les produce rechazo, las mujeres trabajamos menos horas remuneradas, cobramos menos por las que trabajamos, pedimos el doble que ellos excedencias para cuidar, dejamos de estar en activo del todo para hacerlo un 400% más, queremos menos que ellos tener hijos, nos sentimos un 33% más presionadas entre los 18 y los 40, nos creemos un 30% menos seguras en nuestros barrios, cumplimos menos que ellos nuestras expectativas de vida, somos más infelices en todos los sentidos, nos medicamos más contra el insomnio, la ansiedad y la depresión, nos masturbamos menos de la mitad que ellos, consumimos menos de una cuarta parte de la pornografía, recurrimos a la prostitución menos de una tercera parte, y soportamos más las cargas de la crianza aunque ellos no lo perciban y, en consecuencia, nuestra satisfacción con la pareja es menor que la de ellos, sobre todo cuando el trabajo de cuidar está  desigualmente repartido.


Supongo que los 2.000 entrevistados han leído las conclusiones de sus respuestas y estarán reflexionando.

Espero que también las lean en el Ayuntamiento de Burgos, gobernado por PP y Vox, donde acaban de cambiar las pruebas de acceso para ser bombero igualando las marcas mínimas físicas entre los dos géneros. Como si para ser bombero la velocidad y la fuerza fuera lo único importante en todos los puestos, como si se les midiera eso cada día en cada momento, como si los bomberos no engordaran o envejecieran una vez dentro del cuerpo, como si igualar entre hombres y mujeres fuera eso, como si ellos también creyeran que la lucha por la igualdad ha dejado de tener sentido.

También espero que las lean l@s posibles responsables del nuevo Gobierno –de haberlo. El feminismo necesita reconciliación, renovación, más pedagogía y una vuelta a la ilusión y a los objetivos comunes. Vivimos un vuelco antifeminista fruto del péndulo histórico, de la reacción reaccionaria y también de nuestros errores. No deberíamos resignarnos a este cambio climático. Necesitamos unirnos e invitar a más gente a la fiesta feminista que tiene regalos vitales para tod@s. Tenemos que persuadir sobre el hecho de que vivir en igualdad nos mejora la vida a unas y a otros. Sin cierta unidad y alegría no podremos combatir este otro trascendental cambio climático que también puede arrasarlo todo.


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