Este pueblo español parece caerse por un precipicio

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Lo primero que un viajero se pregunta cuando divisa en perspectiva un pueblo como Castellfollit de la Roca es, ¿cómo es posible que nos guste tanto complicarnos la vida para ubicar nuestros pueblos? Pero, ¡bendita complicación! porque así podemos disfrutar de paisajes únicos como el de esta localidad de Girona, a un paso de Olot.  

Vente con nosotros a conocer la historia de Castellfollit de la Roca, uno de los pueblos más bonitos de Catalunya: un prodigio de urbanismo rural que aprovecha los pliegues geográficos originados por la erosión de los ríos sobre los restos de dos coladas de lava volcánica. 

Castellfollit de la Roca, la fortaleza basáltica de La Garrotxa 

Castellfollit de la Roca - Fuente: Depositphotos
Castellfollit de la Roca – Fuente: Depositphotos

Por supuesto, los primeros pobladores de este pueblo en pleno Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa no pretendían rizar el rizo del urbanismo rural ni ofrecer un espectáculo fotografiable a los instagrammers del futuro, sino protegerse de los invasores en un entorno estratégico: la entrada a este pueblo-fortaleza solo podía hacerse (cómodamente) por el oeste; protegiendo esta zona, sería inexpugnable

Pero no está claro que, etimológicamente, el nombre del pueblo derive de un castillo que podría haberse erigido en el siglo XI, época de las primeras fuentes que lo nombran. Tal vez el término derive de la propia silueta del pueblo sobre la roca que se asemejaría a una fortaleza: así pues, los primeros vecinos de este pueblo no necesitaron un castillo para protegerse, ya tenían la mole rocosa que se eleva entre los ríos Fluvià y Turonell

Pero los ríos son solo parcialmente responsables de este increíble paisaje. Primero fueron los volcanes, habituales en la zona, como nos recuerda el nombre del parque natural: aquí se conservan 40 conos volcánicos y 20 coladas de lava, como el volcán Croscat, a 20 minutos al sur de Castellfollit, o las propias coladas que formaron el risco basáltico en el que se asienta el pueblo. 

Una de ellas, la más antigua, procede de Batet de la Serra en Olot, con una antigüedad de más de 200.000 años. La otra llegó desde los volcanes de Begudà, al sur del pueblo. En el afloramiento destacan esos prismas columnares típicos de las formaciones basálticos que son iconos, por ejemplo, en Islandia, el país europeo de los volcanes. Y es que en esta zona de Girona se encuentra la única cantera activa de basalto de toda España. 

Los mejores miradores de Castellfollit de la Roca 

Castelfollit de la Roca - Fuente: Depositphotos
Castellfollit de la Roca desde la pasarela de madera – Fuente: Depositphotos

Antes de darnos una vuelta por el pueblo y disfrutar de cerca del Barri Vell castellfollitenc, debemos tomar perspectiva recorriendo alguno de los magníficos senderos del entorno del pueblo.  

Y empezamos con el mirador más cercano, el que se encuentra en la pasarela bajo el extremo del risco, sobre las aguas del Fluvià: se trata de un puente peatonal de madera al que se puede acceder tanto desde la carretera principal, tomando un desvío hacia el carrer de les Fàbriques, o desde el propio pueblo por una senda

Pero para tener una perspectiva más amplia y lejana, os recomendamos la ruta más ambiciosa que nos lleva a los montes que flanquean el pueblo al norte y al sur y desde cuyos caminos podremos disfrutar de los diferentes perfiles del risco. Son casi 15 kilómetros de sendero con un desnivel de casi 800 metros, así que lleva tiempo. 

Castellfollit de la Roca - Fuente: Unsplash
Castellfollit de la Roca – Fuente: Unsplash

La ruta nos lleva en primer lugar a las Baumes de Caxurma, un complejo sistema de galerías laberínticas y grietas estrechas que transcurren entre bloques de grandes dimensiones. También aquí encontramos el Santuari de la Mare de Déu de la Devesa, un edificio de estructura primitiva, pero muy modificado en el siglo XVI. 

Tras cruzar el río Fluvià es momento de subir al monte que se encuentra al norte del pueblo donde tendrás las mejores imágenes de Castellfollit, además de conocer el Santuari de la Mare de Déu del Cós y el Castillo de Montagut, este último del siglo XI, que también ofrece unas vistas espectaculares de La Garrotxa. 

Rumbo al Barri Vell de Castellfollit de la Roca 

Castellfollit de la Roca - Fuente: Depositphotos
Calles de Castellfollit de la Roca – Fuente: Depositphotos

Y tras disfrutar del pueblo desde todos los puntos de vista posibles es hora ya de pasear por sus calles, llegando al Barri Vell de origen medieval, aquel vertiginoso caserío que fue creciendo desde el siglo XI hasta culminar en la iglesia que es su símbolo.  

En la curva de entrada norte del pueblo, cerca del aparcamiento donde se puede dejar el coche (zona de escuelas e instalaciones deportivas), se encuentra el primer edificio de interés, Can Gussinyer, cuya familia fue protagonista en diversos hechos históricos acaecidos en el pueblo, desde la Guerra de Independencia hasta las Guerras Carlistas. 

Pasando la Plaza Cataluña se llega al carrer d’Olot, la carretera comarcal que recorre parte del pueblo y que se adentra en la misma por el sur desde Olot, donde se encuentra la iglesia Nueva de San Salvador. Y es nueva porque se erigió después de que la vieja, que visitaremos al final, fuese destruida en la Guerra Civil. 

Castelfollit de la Roca - Fuente: Depositphotos
Iglesia vieja de San Salvador de Castellfollit de la Roca – Fuente: Depositphotos

Avanzando por el carrer d’Olot, podemos comprobar como las calles se van estrechando en su camino hacia el extremo del risco basáltico. Y es por el carrer Nou donde accedemos ya al Barri Vell, la zona medieval del pueblo en la que pervive esa estructura urbana laberíntica tras cruzar un nuevo aparcamiento y la plaça Nova.  

El carrer Major es el que nos conduce hacia las calles más pintorescas del pueblo, como la de la Fuente o la de la Iglesia que lleva el nombre de la iglesia Vieja de San Salvador, restaurada desde los años 80 por iniciativa de los vecinos y que hoy ofrece en su plaza el lugar más venerado del pueblo, donde se ubica también el mirador de Josep Pla desde donde ver de cerca el risco sobre el que está construido el pueblo. 

La propia carrer de La Font es la que nos baja al puente sobre el río Turonell, otro icono castellfollitenc: construido entre el XIV y el XVI se mantuvo en pie hasta las inundaciones de 1970 sobre el que se construyó el actual puente metálico desde el que tenemos nuevas vistas del risco basáltico de Castellfollit, ese capricho de la naturaleza que tan bien han aprovechado los castellfollitencs desde hace casi un milenio. 

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