Dominio público

Sí hay paz para los malvados

Ana Pardo de Vera

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, flanqueado por dos de sus predecesores, Mariano Rajoy y José María Aznar, aplauden durante la clausura de la 26 Intermunicipal del partido, en Valencia, en febrero de 2023. E.P./Jorge Gil
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, flanqueado por dos de sus predecesores, Mariano Rajoy y José María Aznar, en un acto en 2023.- E.P./Jorge Gil

Este lunes se cumplen 20 años de los atentados del 11-M en Madrid, el segundo mayor atentado yihadista en Europa: 193 víctimas mortales (192 en trenes y andenes y un agente de los GEO en la inmolación de varios terroristas en Leganés), cerca de dos mil heridos e incontables personas (familiares, amigos, vecinas ...) traumatizadas de por vida. Son dos décadas, y parece que fue ayer; especialmente, para quienes nunca pagaron por la utilización miserable de los crímenes, fueran políticos o periodistas.

"Hay algunos datos que, en mi fuero interno, me hacen pensar que se trata de ETA. Y es que, además de que me lo dicen, yo tengo la convicción moral de que es así". Esta infamia, por ejemplo y entre otras, que publicó en portada El Mundo el 13 de marzo de 2014, en la jornada de reflexión de las elecciones generales del 14-M, la dijo Mariano Rajoy, entonces candidato del PP a la Presidencia del Gobierno. Las palabras de Rajoy fueron el colofón de la estrategia fake del Gobierno de su antecesor, José María Aznar, basada en el mantra de que "O convencemos a los españoles de que fue ETA o perdemos las elecciones". En este sentido, resulta sorprendente no solo la crueldad de las decisiones tomadas en los despachos gubernamentales, pensando en el poder y nada más que en el poder con una Madrid empapada en sangre y dolor, sino la torpeza de tomar por idiotas a los ciudadanos/as en un momento de shock y cascada de información como ese; en un momento en donde todos/as buscábamos respuestas: "¿Quién ha sido?". Los malvados pensaron que no las encontraríamos y, pese a que dimos con ellas gracias a un trabajo policial y judicial nunca bien valorado por el PP, siguieron con su estrategia de la mentira más grande y despiadada de la democracia durante los años venideros; y algunos/as continúan en ella.

En la película de Enrique Urbizu, No habrá paz para los malvados (2011), una ficción tenebrosa y violenta, se muestran algunas de las grietas de un sistema que falló a un país entero el 11 de marzo de 2004, pero no se enseña el abismo más negro de ese mismo sistema: la mentira coordinada fríamente entre políticos y medios de comunicación, ésa que daría la vuelta al título de la premiada cinta, porque quienes no han tenido paz son los que cuestionaron la estrategia del Gobierno, incluidas víctimas del atentado revictimizadas una y otra vez con ensañamiento, como Pilar Manjón y quienes la apoyaron. Más allá de Aznar y Rajoy, conviene recordar en una fecha tan señalada como dolorosa que Alberto Núñez Feijóo, actual líder del PP, tampoco se apartó de la estrategia infame de su partido señalando a ETA.

El libro de Víctor Sampedro, Voces del 11-M (Planeta), es en estos momentos el mejor revulsivo de una época que no se ha cerrado: la de la impunidad de quienes mienten a costa de quienes sean, aun siendo los ciudadanos y ciudadanas que han de proteger; sean asesinados por terrorismo en las vías del tren o por cerrarles las puertas de salida a los hospitales desde las residencias de mayores durante la pandemia. Sobre los atentados de Atocha se ha escrito mucho -y aquí me refiero a los trabajos de verdad, no a la sucia y lacerante conspiranoia que surgió con la complicidad psicopática de tantos malvados-, pero queda el libro más importante por escribir para que esta democracia pueda seguir avanzando. Algún día -y cuanto menos lejano, mejor- hay que contar cómo la gente de este país se levantó y dijo "Basta" al infierno desinformativo en el que, desde el 11-M, se ha convertido la política cuando la (ultra)derecha (partidista o no) pierde el poder. Para escribirlo, no obstante, y que no sea otra ficción, es imprescindible que eso ocurra: que los malvados pierdan la paz porque España decidió ser una democracia completa. En eso seguimos por aquí.


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