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El centroderecha gana en Suecia pero sin lograr mayoría absoluta

Los sondeos confirman la entrada de un partido ultra en el Parlamento con 20 diputados.

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La Alianza de centroderecha que gobierna en la actualidad Suecia venció a los socialdemócratas en las elecciones legislativas de ayer con el 49,2% de los votos, aunque ha perdido la mayoría absoluta, según los resultados definitivos.

El Gobierno de Fredrik Reinfeldt dejó claro durante toda la campaña que no pactará con la extrema derecha, pero el partido xenófobo Demócratas de Suecia se hizo con el 5,7%. Es decir, que entra en el Parlamento y consigue un papel decisivo en la formación del próximo Ejecutivo y su estabilidad.

Los socialdemócratas, el principal partido del bloque opositor de centroizquierda y que han gobernado el país la mayor parte del tiempo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, han obtenido sus peores resultados desde 1920.

Si consigue formar Gobierno, el actual primer ministro Reinfeldt, de 45 años, se convertiría en el primer líder de centroderecha en ganar una reelección. Se ha beneficiado de una de las mejores recuperaciones económicas de Europa tras la crisis con una tasa de crecimiento del 4,5%. Según los datos de la televisión pública SVT, los conservadores han conseguido 173 escaños; el bloque de izquierda, 156, y la extrema derecha, 20.

Knut Hallberg, economista en el Banco de Suecia, considera que es pronto para sacar conclusiones. 'Habrá incertidumbres sobre la formación del Gobierno y habrá serias negociaciones para que la Alianza de centroderecha se asegure la mayoría parlamentaria, aunque es probable que pacten con los Verdes', dijo tras conocer los primeros resultados.

La Alianza entre el Partido Moderado, los Liberales, el Centro y Democratacristianos prometió más rebajas de impuestos si lo permiten las finanzas en un país que tiene una de las finanzas públicas más saneadas de la UE.

La gran perdedora es Mona Sahlin, la líder del bloque de centroizquierda. Estas elecciones eran para ella como una revancha política. Tras ser viceprimera ministra en 1995 y postularse al liderazgo del Partido Socialdemócrata, unas revelaciones sobre el uso de una tarjeta de crédito oficial para compras privadas -dijo que siempre devolvía el dinero-, multas de tráfico impagadas y atrasos en la cuota escolar de sus hijos provocaron su caída, acogida con satisfacción por el ala izquierdista del partido.

Sus irregularidades económicas, cuya investigación la fiscalía archivó al no considerar que constituyeran delito, pasaron a la historia como el caso Toblerone. 'Compré dos Toblerone, pañales y cigarrillos', había dicho ella para defenderse. Tras abandonar todos sus cargos, incluido su escaño de diputada, ejerció de pequeña empresaria y de periodista de televisión.

Los indecisos y el alto porcentaje de participación eran dos factores que la izquierda esperaba que la beneficiasen para protagonizar la remontada y evitar un descalabro. Desde 1932, los socialdemócratas han gobernado durante 65 años y sólo han cedido el poder en tres periodos, de 1976 a 1982, de 1991 a 1994 y desde 2006 hasta ahora.

El fin de la campaña electoral se centró en la economía y en el futuro del Estado del bienestar, pero tanto Reinfeldt y Sahlin insistieron en la importancia de lograr una mayoría importante para contrarrestar el auge de la extrema derecha. Dejaron claro que no colaborarían con la ultraderecha e invitaron expresamente a los suecos a no votar al xenófobo Demócratas de Suecia, con raíces nazis.

La entrada de la ultraderecha en el Parlamento se convirtió ayer en la gran noticia del día. La formación de Jimmie Akesson, de 31 años, podría traer consigo una gran dosis de inestabilidad política a pesar de que los dos grandes bloques están dispuestos a hacer pactos puntuales entre ellos para minimizar su influencia.

El papel de Demócratas de Suecia en la campaña había sido discreto, debido al vacío que le hicieron el resto de los partidos, hasta que el canal privado de televisión TV4 decidió prohibir a finales de agosto un anuncio electoral suyo por racista, al considerar que violaba la ley por atacar a un grupo étnico minoritario, en este caso los musulmanes. Y el partido ultra logró la atención que se le había negado, amplificada por las protestas que grupos de izquierda promovieron contra sus mítines.

A muchos suecos, los avances de la extrema derecha les retrotraen a la década de los noventa, cuando el populista y antiinmigrante partido Nueva Democracia desestabilizó un Gobierno de centroderecha que luchaba contra una profunda crisis financiera y provocó su caída.

Sin embargo, el cada vez mayor apoyo a los Demócratas de Suecia -un sondeo durante la campaña señalaba que se convertiría en el tercer mayor partido del Parlamento- refleja la evolución en países como Dinamarca y Francia, donde los partidos antiinmigrantes son cada vez más fuertes.

El partido de Akesson asegura que no es racista, aunque basa su programa en políticas restrictivas de la inmigración y el líder de la formación multiplicó durante la campaña los ataques contra los musulmanes. Según un informe de la ONU, los inmigrantes representan el 14% de la población de Suecia. Unos 100.000 extranjeros llegan cada año al país nórdico.

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