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África ha sido un terreno abonado para los mercenarios

La Guerra Fría y la inseguridad permanente crearon un lucrativo negocio

ISABEL COELLO

Antes de que empresas de seguridad privada como Blackwater lograran su mala fama en Irak, los mercenarios tenían en África uno de sus principales campos de acción.

El continente ha visto mercenarios merodear por sus tierras desde la década de los 60, cuando los países africanos lograron la independencia.
Los mercenarios belgas jugaron un impotante papel en la desestabilización del antiguo Congo Belga, hoy República Democrática del Congo. Eran los años en los que el democráticamente elegido y héroe de independencia Patrice Lumumba -asesinado en 1961- trataba de mantener la unidad del país.

Al mercenario francés Bob Denard se le atribuye un rol en varios golpes de Estado en las Comoras a partir de 1960.

Los conflictos de la Guerra Fría  fueron una importante fuente de empleo para los mercenarios. Miembros del Ejército surafricano realizaron operaciones encubiertas en Angola, Zambia, enemigas de su régimen segregacionista.

Con el fin del apartheid en Suráfrica, un gran número de militares surafricanos se quedó sin trabajo. Las empresas de seguridad privada absorbieron a muchos de ellos.

La más conocida es la compañía Executive Outcomes,  fundada en los 90 por Simon Mann y Tony Buckingham.Proporcionaba vigilantes armados para proteger negocios en zonas de conflicto. Fue contratada por la petrolera estatal de Angola para recuperar el control de campos petrolíferos bajo control rebelde.

Executive Outcomes trabajó para el Gobierno de Sierra Leona durante la guerra civil del país, así como Sandline International, también participada por Simon Mann.

La detención en 2004 de Mann y sus 70 cuatreros, la mayoría con pasaporte surafricano, fue un vergonzoso recordatorio para Suráfrica de su papel como gran generadora de mercenarios domésticos, a pesar de que aprobó en 1999 una ley contra el mercenariazgo.

En África convergían -y, en cierto modo, aún lo hacen- factores que hacen del continente un terreno abonado para operaciones de seguridad privada.

En los malpagados ejércitos de muchos dictadores hay una ausencia de profesionales capaces de llevar a cabo tareas de élite como las que se encomiendan a los mercenarios. Por otro lado, está la impunidad. La ausencia de un sistema de justicia que funcione ayuda a que propósitos turbios puedan realizarse sin castigo.

En 2003, el secretario de Exteriores británico Jack Straw advirtió a la empresa inglesa Northbridge Services que dejara de reclutar mercenarios franceses y británicos para enviarlos a Costa de Marfil, por entonces en guerra. La empresa lo negó. 

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