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La batalla de Nueva York

Las primarias demócratas de Nueva York del próximo martes serán cruciales para saber si Bernie Sanders puede albergar seriamente alguna esperanza de ser nominado como candidato a la elección presidencial.

Hillary Clinton y Bernie Sanders aparecen en varias pantallas durante su último debate. - EFE

ÓSCAR SÁNCHEZ MUÑOZ*

Este martes 19 de abril, los electores del Estado de Nueva York participarán en las elecciones primarias para decidir los candidatos presidenciales de los dos grandes partidos. Al ser primarias cerradas, sólo podrán ejercer el derecho al voto los electores previamente registrados como demócratas o republicanos. Aunque en ambos campos el liderazgo de Clinton y Trump, respectivamente, parece estar bastante consolidado, al menos numéricamente, la carrera hacia la nominación aún no se ha decidido de manera irreversible. Por ese motivo, así como en otros años las primarias de Nueva York resultaban irrelevantes por estar situadas más tarde en el calendario, en esta ocasión van a ser una cita crucial. Esto no sucedía desde 1988, así que siéntense cómodamente en sus butacas y prepárense para presenciar la Batalla de Nueva York: un espectáculo político de primer nivel que los frikis de la política norteamericana no habíamos tenido la oportunidad de disfrutar desde hace décadas.

En el campo republicano, Donald Trump, nativo de Queens, residente en Manhattan y con importantes propiedades inmobiliarias en el Estado, se encuentra cómodo en su calidad de frontrunner. Todas las encuestas le dan como ganador y con una amplia diferencia respecto a Ted Cruz, el cual queda incluso relegado al tercer puesto en algunos sondeos, detrás del moderado Kasich, que parece tener mayor predicamento en el electorado conservador neoyorquino, más diverso sociológicamente y menos extremista que el electorado del Sur o del Medio Oeste.

Tanto Kasich como Cruz, sobre todo este último, están peligrosamente cerca del límite del 20% en intención de voto y si cayesen por debajo, quedarían totalmente fuera del reparto

Hay que tener en cuenta que la elección primaria republicana en Nueva York se realiza mediante un sistema cuasimayoritario y por distritos. Según este sistema, en cada uno de los 27 distritos congresuales en que se divide el Estado, si uno de los candidatos consigue más del 50% de los votos o ningún otro candidato supera el 20%, el ganador se lleva la totalidad de los tres delegados asignados a cada distrito. Si ningún candidato supera el 50%, el primero se lleva dos delegados y el segundo sólo uno. Además, hay otros 14 delegados que se reparten a nivel estatal siguiendo una regla similar. Con los datos de los sondeos que se conocen hasta ahora, la presencia de Kasich en la carrera puede ser lo único que impida a Trump llegar al 50% en la gran mayoría de los distritos y llevarse de calle la práctica totalidad de los 95 delegados asignados al Estado. Sin embargo, tanto Kasich como Cruz, sobre todo este último, están peligrosamente cerca del límite del 20% en intención de voto y si cayesen por debajo, quedarían totalmente fuera del reparto.

Pero es en el campo demócrata donde la competición se presenta más interesante. No en vano Nueva York es, tras California, el Estado en el que están en juego mayor número de delegados para la Convención Demócrata (247). Ambos candidatos en liza tienen importantes vínculos con Nueva York. Sanders, aunque es senador por Vermont, es nativo del mismísimo de Brooklyn, hijo de un inmigrante judío polaco. Clinton no nació en Nueva York, sino en Chicago, pero está muy vinculada a Nueva York y especialmente a Harlem desde que su marido, Bill Clinton, estableciese allí su oficina como ex Presidente. Hillary Clinton representó al Estado de Nueva York en el Senado entre 2001 y 2009. Actualmente vive en el selecto vecindario de Chappaqua, en la ciudad de New Castle, a unos 45 km de Manhattan.

Nueva York es, tras California, el Estado en el que están en juego mayor número de delegados para la Convención Demócrata (247)

Las encuestas le dan a la ex Secretaria de Estado una amplia ventaja, sin embargo, el impulso que ha tomado la campaña del senador de Vermont tras siete victorias consecutivas en Idaho, Utah, Alaska, Hawaii, Washington, Wisconsin y Wyoming, hace que una batalla que a priori parecía un paseo triunfal para Hillary Clinton, ahora pudiera resolverse con una ventaja mucho menor. Es esta incertidumbre la que ha motivado que la última fase de la campaña haya estado marcada por un endurecimiento de los ataques de Sanders hacia Clinton y que el debate celebrado ayer en Brooklyn entre los dos candidatos ha sido el más duro de los realizados hasta ahora.

El dato que puede resultar más relevante a la hora de hacer vaticinios es el número de votantes registrados y especialmente el de nuevos votantes. El equipo de campaña de Bernie Sanders se hacía eco hace unos días del récord de votantes registrados que se había producido durante el mes de marzo, con más de 40.000 electores registrados en solo diez días, entre el 10 y el 20 de marzo (el plazo para registrarse terminó el pasado 25 de marzo). La mitad de esos electores registrados son nuevos votantes (personas que no se habían registrado para votar anteriormente) y la inmensa mayoría de ellos son jóvenes millennials (menores de 35 años) movilizados por el entusiasmo generado por Sanders. Según los datos de comportamiento electoral que se han conocido en otros Estados que ya han celebrado primarias, el colectivo de nuevos votantes viene apoyando al Senador de Vermont por una abrumadora mayoría del 90%. Son, por tanto, esos jóvenes votantes que en otras ocasiones no han acudido a las urnas, los que podrían hacer que la competición estuviera más igualada.

Los precandidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders participan en un debate televisado. - EFE

Hillary Clinton tiene el apoyo de toda la maquinaria del Partido Demócrata neoyorquino y de sus cargos electos más importantes, incluidos el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, el Gobernador Andrew Cuomo, y los dos Senadores del Estado. Sin embargo, los estrategas de Bernie Sanders confían en que la movilización de las bases más izquierdistas y de los jóvenes votantes pueda contrarrestar el peso del aparato. Su inspiración ha sido la campaña que desarrolló en 2014 la profesora de derecho constitucional de la Fordham University, Zephyr Teachout, que siendo una completa outsider se enfrentó en las primarias demócratas para la elección de gobernador al mismísimo Andrew Cuomo, gobernador en ejercicio, y teniendo en contra a toda la maquinaria del partido, consiguió movilizar a las bases izquierdistas y lograr un 35% de apoyo. Toda una proeza. El problema es que Bernie Sanders necesita mucho más de ese 35% para mantener intactas sus aspiraciones a la Casa Blanca.

Los estrategas de Bernie Sanders confían en que la movilización de las bases más izquierdistas y de los jóvenes pueda contrarrestar el peso del aparato demócrata, que apoya a Hillary Clinton

En cualquier caso, lo importante no es quien va a ganar ─todos los analistas consideran una victoria de Sanders poco menos que imposible─, sino qué margen va a haber entre los dos candidatos. Ahora mismo, las últimas encuestas le dan una ventaja a Clinton de 13 puntos porcentuales, bastante menos de los 20 puntos que llegó a tener hace algunas semanas. Una victoria de Clinton más ajustada, con una ventaja de un solo dígito, permitiría al Senador de Vermont seguir políticamente vivo, aunque matemáticamente sólo una victoria contundente de Sanders podría permitirle seguir albergando seriamente la esperanza de lograr la nominación.

Los seguidores de Sanders ponen el énfasis en el número de Estados que el senador ha ganado, pero dejan de lado que la mayoría de esas victorias se han producido en Estados de escasa población (con menor número de delegados) y que, en su mayoría, eligen a sus delegados mediante el sistema de caucus, con una participación mucho menor en cuanto al número de votantes. Si tenemos en cuenta el número de votos realmente emitidos en favor de cada uno de los dos candidatos, la ventaja de Clinton resulta realmente abrumadora: hasta el momento ha conseguido 9,36 millones de votos (56%), frente a los 6,97 millones (42%) del Senador.

De todas formas, en el sistema de primarias, lo que importa no son ni los Estados, ni los votos, sino los delegados obtenidos. En ese sentido, dejando los superdelegados al margen (aunque sin olvidar que han manifestado abrumadoramente su apoyo a Clinton: 469 frente a 31), incluso perdiendo en todas las primarias que quedan, la ex secretaria de Estado podría conseguir llegar a la “cifra mágica” de 2.383 delegados (necesarios para conseguir la nominación) antes de junio. El senador de Vermont necesitaría vencer de forma muy contundente en los Estados restantes para poder darle la vuelta a la ventaja que le lleva Hillary Clinton. Un escenario altamente improbable.

El camino de Clinton hacia la Casa Blanca podría torcerse ante la posible decisión del Departamento de Justicia de iniciar acciones judiciales contra la ex secretaria de Estado

Esta evidencia matemática es la que ha hecho surgir cada vez más voces pidiendo a Sanders que abandone la competición, de manera que ambos candidatos dejen de gastar ingentes cantidades de dinero (que provienen de los donantes demócratas) en competir entre ellos y esas donaciones puedan reservarse para la elección general, donde van a ser absolutamente imprescindibles para poder contrarrestar la ventaja financiera de los republicanos.

Sin embargo, el camino de Hillary Clinton hacia la Casa Blanca podría torcerse por motivos ajenos a la competición con Sanders. Una decisión del Departamento de Justicia de iniciar acciones judiciales contra la ex secretaria de Estado por haber revelado información reservada a través de sus mensajes de correo electrónico podría ser, obviamente, perjudicial para sus aspiraciones. Pero, una decisión de no acusarla formalmente podría ser igualmente perjudicial, pues podría hacer pensar a la opinión pública que la Fiscal General Loretta E. Lynch actúa con una motivación política. En cualquiera de las dos situaciones, los superdelegados de la Convención Demócrata, que hasta ahora se han posicionado con Clinton, podrían cambiar de opinión y decidir apoyar a Sanders. ¿Política ficción? Ya se verá. Desde luego la realidad es por lo menos tan interesante como el guion de House of Cards.

*El autor es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid. Ha sido investigador visitante en el Washington College of Law (American University) y en la Universidad de Toronto.

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