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Un clan digno de su excéntrico patriarca

Los Gadafi se dividen entre la ambición y los escándalos

Ó. A.

La salida del ostracismo internacional de Muamar Gadafi a finales de los noventa también supuso la presentación en sociedad de su clan. El excéntrico comportamiento del dictador libio también se ha mostrado con intensidad en alguno de sus ocho hijos.

El primogénito y homónimo de su padre ocupa cargos más honoríficos que relevantes en Libia como presidente del Comité Olímpico. Mejor situado está Saif al Islam, primer hijo de la segunda esposa de Gadafi y considerado el heredero designado por el patriarca para dirigir Libia tras una reunión con los líderes tribales en 2009. Su intimidatoria intervención de la noche del domingo, en la que amenazó con terribles medidas a los manifestantes, acabó con años de campaña de imagen en la que se le intentaba vender como un reformista desde dentro del régimen.

A Saif al Islam, nacido en 1972, se le encomendó la gestión de los principales conflictos internacionales libios que permitieron al país dejar de estar arrinconado. Su labor para acabar con el caso Lockerbie y el fin del programa nuclear libio culminaron en 2008 en un recibimiento por parte de la entonces secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, en Washington. El Departamento de Estado tuvo palabras de elogio para Saif al Islam y su campaña de derechos humanos.

También tiene aspiraciones Mutassim, el quinto hijo y encargado de la Seguridad Nacional, que presume de haber sido recibido por Hillary Clinton en 2009.

El resto tienen otros intereses. Saadi intentó por todos los medios ser futbolista profesional en Italia y cuenta con el dudoso honor de ser el primer jugador que da positivo en un control antidoping sin haber disputado ningún partido oficial.

Hannibal, el más díscolo del peculiar clan, acumula un largo historial de escándalos, la mayoría nocturnos, que suelen acabar en incidentes diplomáticos.

Tras atacar a tres policías italianos con un extintor, conducir en dirección contraria por París y golpear a su mujer, se superó a sí mismo al romper las relaciones entre Suiza y Libia por su breve detención por dos agentes suizos tras haber golpeado a su sirviente. Hace un año pagó a la cantante Beyoncé 1,4 millones de euros por cantar para él en Nochevieja.

La única hija de Gadafi, Ayesha, es una abogada que formó parte del equipo que defendió a Sadam Husein.

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