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Reconstruir Francia desde el diálogo

Hollande reúne a 300 agentes sindicales y patronales para consensuar las grandes líneas de su mandato. Los sindicatos aplauden las formas pero son escépticos con el fondo

JESÚS ABAD

Hacer del diálogo social un arma contra la crisis y un instrumento para repensar Francia. François Hollande pretende construir su quinquenio sobre la base de lo que ha llamado 'un nuevo contrato social'.

Así, el presidente francés ha reunido entre el lunes y martes a 300 representantes de Gobierno, sindicatos y patronal para trazar una hoja de ruta que defina las líneas maestras del país a corto y medio plazo. Sin embargo, flota cierto escepticismo en el ambiente: los sindicatos aplauden las formas, pero desconfían de las medidas que se puedan adoptar y de la influencia que la patronal pueda ejercer sobre el mandatario socialista.

Hollande sabe que para quitar el barro de los engranajes que paralizan la maquinaria francesa necesitará de un alto el fuego entre sindicatos y empresarios. Su programa se enfrenta a un baño de realidad con una economía estancada, una tasa de desempleo que ha crecido hasta el 10% (tres puntos más que cuando comenzó la crisis) y un reciente regalo del Tribunal de Cuentas, que le advierte de que deberá ajustar 40.000 millones de euros si quiere cuadrar el déficit en 2013.

Por eso, sabedor de que va a tomar medidas que irritarán a los sindicatos, trata de involucrar activamente a los agentes sociales en la elaboración de un plan consensuado para sacar a Francia de la crisis.

El plan del Gobierno socialista es utilizar el Consejo Económico y Social para discutir y desarrollar durante un año los grandes bloques de la política económica francesa: Empleo, sistema productivo, igualdad, industria... Sobre el papel, su intención es crear una cultura del consenso entre empresarios y sindicatos al estilo de la que existe en los países escandinavos o en Alemania. Para ello pretende elevar este tipo de negociación colectiva a la Constitución.

Entre la izquierda y los sindicatos el método para dialogar ha gustado, pero se desconfía del fondo y piden que no se olviden los temas urgentes. Los sindicatos consideran que es una forma de 'retomar la confianza' en la concertación social y valoran que se les reúna antes de comenzar el grueso de las reformas, pero dudan de que se pueda llegar a acuerdos si el diagnóstico es 'el equivocado'.

'La forma de salir de la crisis es mejorando las condiciones de los trabajadores, el poder adquisitivo y revalorizando los salarios' 'La forma de salir de la crisis es mejorando las condiciones de los trabajadores, el poder adquisitivo y revalorizando los salarios', explica Mohamed Oussedik, dirigente del sindicato mayoritario CGT. Algo que, según su líder, Bernard Thibault, el Gobierno no tiene suficientemente en cuenta: 'Nuestra posición es constructiva pero crítica. Sólo hay que ver el discurso del presidente para darse cuenta de que el diagnóstico no es del todo correcto', dijo el martes al salir de las reuniones.

El líder de CGT considera que Hollande está 'visiblemente influenciado por las presiones de la patronal'. Que en su discurso inaugural de las jornadas, el presidente francés asegurara que una de las prioridades de su mandato sería bajar el déficit y la deuda 'porque de ello depende el futuro de Francia', no ha gustado nada en el ala sindical. Como tampoco que pusiera el acento sobre las necesidades de mejorar la competitividad de las empresas, un axioma que repiten los representantes de los empresarios como si de un mantra se tratase. Y es que cuando la patronal francesa habla de mejorar la competitividad, inmediatamente comienza a hablar de salarios.

El Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, por su parte, considera positivo que exista el diálogo pero advierte al Gobierno de que no debe delegar sus funciones: 'Son los miembros del Gobierno quienes representan a la sociedad, al interés general [...] y deben tomar decisiones urgentes' en materia de empleo y poder adquisitivo.

El empleo y los costes laborales representan la principal controversia entre patronal y sindicatos. Medef, principal representante de los empresarios franceses, quiere priorizar el debate del coste del trabajo y la flexibilización de las condiciones de despido. 'Algo más necesario que nunca', sostiene su presidenta, Laurence Parisot. 'Si se quiere que las empresas sean de nuevo pujantes y líderes hay que aceptar ajustes en los costes de trabajo', considera.

La patronal pone el acento en el incremento del coste del trabajo, que se sitúa en 34,2 euros la hora en Francia, mientras que la media de la Unión Europea es de 27 euros, según Eurostat. Este coste es mayor que el de países como Alemania (30,1), Reino Unido (20,1) o España (20,6), pero menor que otros como Bélgica (39,3 euros), Suecia (39,1) y Dinamarca (38,6).

La realidad es que las grandes empresas están dispuestas a 'aligerar su masa salarial', un eufemismo de moda en Francia: alrededor de 60.000 empleos están amenazados por planes de despido inmediatos en 84 empresas, según Le Monde, entre las que se encuentran grandes firmas como Air France, Arcelor Mittal, General Motors o PSA. El propio ministro Arnaud Montebourg ha confesado que el Gobierno 'no esperaba' una explosión de restructuraciones de ese calibre a tan corto plazo.

Sin embargo, los sindicatos consideran que el problema radica más en los altos dividendos y remuneraciones de los dirigentes de las empresas y en la pérdida de poder adquisitivo entre la población, que se estima que sufrirá una caída del 1,2% este año, la mayor desde 1984, lo que hace que se retraiga el consumo.

No será el único punto de desencuentro. Los problemas afloran prácticamente en cada uno de los puntos de debate que se tratarán en las mesas. En el sector público las uñas están especialmente afiladas en las filas sindicales, que consideran que los 150.000 puestos de funcionarios eliminados durante los cinco años del gobierno de Sarkozy han sido suficientemente dañinos como para no tocar más el sector. En la mesa que tratará sobre desigualdad salarial entre hombres y mujeres la situación tampoco será más distendida, ya que la brecha sigue siendo todavía de un 19,7%. En lo relativo a las pensiones, más de lo mismo: se estima que existirá un déficit de 90.000 millones hasta 2020 y tendrán que consensuar la forma de hacer el sistema sostenible. Y en la salud de la industria francesa, otro de los puntos de estudio, también pintan bastos: 300.000 empleos relacionados con la etiqueta made in French se han perdido en los últimos cinco años.

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