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Del beso de Rubiales a la peluquería de Alfonso Guerra: cómo el machismo más recalcitrante se resiste a morir

Las ganadoras del Mundial han protagonizado una gesta que va mucho más allá del campo de juego, impulsando un intenso debate sobre comportamientos discriminatorios muy extendidos y que buena parte de la ciudadanía ya no tolera.

Las jugadoras de la selección española de fútbol femenino celebran su victoria tras ganar la Final del Mundial
Las jugadoras de la selección española de fútbol femenino celebran su victoria tras ganar la Final del Mundial. Dan Himbrechts / Europa Press

Independientemente de lo que ocurra en el juicio abierto en la Audiencia Nacional contra Luis Rubiales, las jugadoras de la selección de fútbol femenino ya han ganado la batalla. Si lograr ser campeonas del mundo supuso un hito histórico, su lucha por la igualdad, el respeto y el fin de conductas discriminatorias y de abusos (sexuales y de poder) han supuesto un importante punto de inflexión. No sólo en el deporte, sino en todos los ámbitos de la sociedad.

El beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso retransmitido al mundo entero el pasado 20 de agosto, mostró a la luz pública una pequeña punta de un gran iceberg de las violencias machistas en el mundo del fútbol.

Las reacciones de Rubiales y de la Real Federación Española de Fútbol en los días siguientes a la celebración del Mundial acabaron por sacar del agua el iceberg entero: una gigantesca masa de discriminaciones, desprecios, humillaciones, lenguaje machista, insultos, tocamientos indebidos y descalificaciones. La piedra angular en la que se cimienta la arquitectura del machismo y la misoginia

Las declaraciones de Rubiales culpando a la jugadora de haber sido ella quien "acercó su cuerpo", le provocó y aceptó el "piquito" llegaron en un momento en el que incluso los más escépticos con los postulados feministas habían comenzado a abrir los ojos, cuestionándose por fin si las reclamaciones de las jugadoras tenían algún fundamento.

Peticiones y quejas que llevaban años produciéndose y que fueron respondidas con absoluto desprecio tanto por la Federación como por periodistas y tertulianos deportivos, quienes mayoritariamente las presentaron como quejas de "niñatas".

Rubiales y sus palmeros de la Federación acabaron de mostrar a la opinión pública de una forma palmaria el funcionamiento del machismo que el movimiento feminista lleva décadas denunciando. Un profundo y enriquecedor debate sobre lo que significa el consentimiento en cualquier comportamiento de índole sexual inundó todas las esferas de la sociedad española, poniendo de algún modo unas gafas moradas incluso a sectores caracterizados por un machismo recalcitrante. Sin embargo, queda mucho por hacer.

"Entre peluquería y peluquería"

Este mismo jueves, el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, respondía a una pregunta sobre la posición de la vicepresidenta Yolanda Díaz en el debate sobre Catalunya con un "le habrá dado tiempo entre peluquería y peluquería". Un comentario vergonzoso y duramente criticado dentro y fuera del ámbito político, que recuerda al realizado recientemente por el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, quien declaró que la vicepresidenta "de maquillaje, sabe mucho", para desprestigiar su labor al frente del Ministerio de Trabajo.

Atacar a mujeres en posiciones de liderazgo aludiendo no a su desempeño profesional sino a cuestiones del ámbito privado, preferiblemente relacionadas con su apariencia física, es un comportamiento clásico de un machismo que, a todas luces, es compartido por personas de cualquier esfera ideológica.

En respuesta a las palabras de Guerra, la exvicepresidenta Carmen Calvo afirmó que "es absolutamente detestable que se nos juzgue por el pelo en vez de por las neuronas. Guerra se lo tiene que mirar. Se lo tiene que mirar".

La ministra de Igualdad, Irene Montero, quien ha sido víctima de este tipo de comportamientos de manera reiterada, respondió a través de X (antes Twitter), afirmando que no es novedoso que algunos hombres "tiren de machismo en 'modo Rubiales' para cuestionar a una mujer que hace política". "Es tan habitual como inaceptable. España ha cambiado, aunque no se hayan dado cuenta", añadía.

Rubiales y Guerra perpetúan la discriminación

Ni Luis Rubiales ni Alfonso Guerra parecen haber entendido el alcance de la transformación que se han producido en España en materia de igualdad gracias al empuje del movimiento feminista. Más aún, ambos contribuyen con sus comentarios a perpetuar comportamientos discriminatorios que hoy resultan inaceptables para una parte importante de la ciudadanía.

La jugadora Alexia Putellas dejó claro en la rueda de prensa que las jugadoras de la selección femenina solo aspiraban a jugar lo mejor posible, emocionar a la afición y ganar partidos. "Lo que vivió nuestra compañera Jenni no se puede tolerar. El fútbol es un reflejo de nuestra sociedad y no queríamos marcar un precedente, dejándolo de lado, porque esto sería posicionarse", señaló. Putellas recordó la discriminación sistemática que han sufrido las jugadoras durante décadas: "Tuvimos que pelear muchísimo para ser escuchadas. Y eso conlleva un desgaste que nosotras no queremos tener". 

"Queremos ser solo futbolistas y no hemos podido serlo", señaló
Se han visto forzadas a librar una batalla dura pero importante, que va mucho más allá del campo de fútbol.

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