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Las tres semanas entre el beso de Rubiales y la agresión a una reportera que se resumen en dos palabras: "Se acabó"

Estos casos puedes ser juzgados gracias a la ley del 'solo sí es sí', que toma el consentimiento como eje principal.

Decenas de personas durante una concentración en apoyo a las campeonas del mundo para reivindicar un deporte libre de violencias machistas, en Callao, a 28 de agosto de 2023, en Madrid
Decenas de personas durante una concentración en apoyo a las campeonas del mundo para reivindicar un deporte libre de violencias machistas, en Callao, a 28 de agosto de 2023, en Madrid. Jesús Hellín / Europa Press

La sociedad española se encuentra en un momento de cambio, el movimiento feminista está en pie y la lucha contra el machismo cada día es más fuerte. Si la avalancha de indignación tras el beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso era un claro ejemplo de ello, la inmediata respuesta social, institucional y policial tras la agresión sexual que ha sufrido la periodista Isabel Balado, este lunes, en pleno directo, ha confirmado que la impunidad de estos actos es cosa del pasado.

Bibiana Aído, primera ministra de Igualdad en España, lo tiene claro, "la sociedad ha dicho 'se acabó' a los Rubiales, a los machistas y a quienes aplauden sus comportamientos delictivos. El rechazo rotundo de los españoles es motivo para la esperanza. Una mayoría está entendiendo que tocar o besar sin consentimiento no es solo un acto inaceptable, sino un acto delictivo", señala a Público la ahora representante de ONU Mujeres en Ecuador.

La importancia de perseguir estas agresiones es vital. Y es que, incluso las acciones sexistas más naturalizadas hasta ahora son, en definitiva, "la base de aquellas actuaciones machistas que tienen una mayor gravedad, como las violencias que se cobran la vida de las mujeres", sentencia Gloria Poyatos, magistrada integrante de la Junta Directiva de la International Association of Women Judges (IAWJ) hasta este mayo.

Este despertar feminista tuvo su inicio desde que se conoció la sentencia de La Manada, explica la politóloga Cristina Monge, "junto con los 8M, este caso supuso una gran movilización social que reflejó como el feminismo había calado de una manera fundamental en la sociedad. Todo ello, junto con los cambios legislativos, ha provocado que lo que hace unos años habría pasado desapercibido, a día de hoy es un escándalo porque la sociedad ha hablado. Y ese cambio cultural se ha visto en la respuesta a los casos de Jenni Hermoso y lo ocurrido este lunes con la reportera Isabel Balado".

La sensación de impunidad del agresor de Balado

Isabel Balado se encontraba realizando una conexión en directo en el centro de Madrid, cuando, de pronto, un viandante la sorprendió por detrás tocándole el culo. Balado, visiblemente sorprendida, trató de apartar al hombre. "Un segundo. Estamos en directo", expresó.

Sin embargo, el agresor, en lugar de apartarse, se quedó a su lado acosándola hasta que, después de intervenir el presentador del programa, la periodista lo encaró. Momento en el que el hombre decidió negar los hechos y actuar de manera vacilona. No contento con todo ello, antes de marcharse el agresor vuelve a tocar a Balado, esta vez en su cabeza, mientras ella se aparta con cara de indignación.

La escena no es más que un reflejo de la impunidad que siente el agresor, que después de ser recriminado por sus hechos actúa con condescendencia. Una sensación que han sentido históricamente estos sujetos, cuando hechos como estos se quedaban en una simple anécdota, pero que ahora ha cambiado. Pocas horas después el agresor de Balado fue detenido. 

Así, el feminismo ha demostrado que es un movimiento capaz de impulsar leyes en las que se persigan todos los tipos de violencias machistas que sufren las mujeres, desde los tocamientos y los besos no consentidos hasta los feminicidios. 

"Muchos se sentían impunes porque se ha presumido que el acceso al cuerpo de las mujeres es gratis y una posibilidad factible para los hombres en cualquier espacio. Si pensamos en una discoteca yo creo que difícilmente vamos a encontrar alguna compañera a la que no le hayan tocado el pecho, el culo o simplemente la hayan cogido de la cintura bailando en la pista", denuncia Gloria Poyatos.

La ley del 'solo sí es sí' permite castigar estos delitos

Sin embargo, estos actos ya no quedan sin castigo. Desde la implementación de la ley del solo sí es sí se ha puesto el consentimiento en el centro. El beso no consentido de Rubiales y el tocamiento que sufrió Balado en pleno directo son dos hechos que antes de la llegada de la ley no sería sencillo juzgar.

El anterior ordenamiento jurídico solo consideraba como agresión aquellos casos en los que se había producido una violación con fuerza o intimidación. De esta forma, se atribuía toda la responsabilidad sobre las mujeres, que tenían que demostrar de alguna forma que habían puesto resistencia.

La ley actual defiende que todo acto sexual que se produzca sin consentimiento es considerado una agresión, ya que "solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona".

Poyatos: "Muchas mujeres no han reaccionado hasta ahora porque tampoco había un sistema legal que las apoyase"

"Este tipo de actuaciones han estado normalizadas socialmente hasta el momento porque siempre se ha hecho. Muchas mujeres no han reaccionado hasta ahora porque tampoco había un sistema legal que las apoyase. Esto ahora está cambiando con leyes que sí están visibilizando actuaciones como el acoso callejero, que ya es un delito. De alguna manera se está enviando un mensaje claro a la sociedad, antes esto no se había tenido en cuenta en la confección de un ordenamiento jurídico muy esculpido bajo un único patrón, el de la mirada masculina", explica Gloria Poyatos.

Por su parte, la exsecretaria de Igualdad, Soledad Murillo, defiende que "la ley del solo sí es sí ha puesto en el centro el consentimiento y es un gran avance". Pero también denuncia que se deben establecer mayores cambios desde abajo, en la ciudadanía. "Los que están dudando, por ejemplo, que el beso de Rubiales no sea un delito, lo que están planteando es que el rechazo de la víctima tiene que ser más explícito. Eso indica que se debe trabajar más para explicar qué es el consentimiento, más allá de la ley, también en la sociedad", explica.

Murillo reclama que se hagan mayores esfuerzos desde el sistema educativo. "Hoy en día en los colegios todos los niños saben perfectamente que fumar es malo para la salud pero no están entrenados para saber que el cuerpo de las mujeres no es motivo de escarnio ni calificación y por supuesto que no tiene acceso libre para que todo el mundo pueda opinar, tocar o lanzar piropos sobre ellos", reivindica.

La sociedad ha dicho #SeAcabó

Además de las instituciones, los casos de Hermoso y Balado han sido actos ampliamente denunciados por la sociedad. "Un rechazo tan mayoritario ante hechos similares, como el que hemos visto en España, en muchos otros países es aún impensable. Aquí el feminismo está demostrando que es imparable, lo mejor de nuestro país", señala Bibiana Aído.

Aído: "Aquí el feminismo está demostrando que es imparable, lo mejor de nuestro país"

La ola feminista ha abierto un proceso en el que muchas mujeres se han sumado al movimiento #SeAcabó para denunciar sus propios casos. Tras la agresión a Balado, muchas otras reporteras han alzado la voz contra las agresiones machistas al compartir sus propios testimonios.

La periodista Emilia Arias ha contado en la red social X (antiguo Twitter) varios casos que le sucedieron: "En un directo un tipo metió la mano bajo mi vestido. En otro directo un homínido levantó mi falda con un palo. Un entrevistado usó mi teléfono para acosarme durante meses. Un colaborador baboso… No son tonterías. Es una enorme alfombra y hemos metido demasiada mierda debajo", denuncia la periodista de RTVE.

También en esta red la reportera María López García se ha sumado al denunciar lo que le ocurrió hace 15 años durante un directo. "En la fiesta de un pueblo, se dedicaron a magrearme las tetas y el culo y todo lo que pillaron. Solo se veían nuestras cabezas en mitad de la multitud de miles de personas y no sabía ni quien me estaba tocando", detalla. 

Pero la historia de López no termina aquí, "lo más grave es que unos meses después volví a ese mismo pueblo y un tipo se me acercó a decirme: ¿Te acuerdas en verano, que gritabas en mitad de la gente por qué te estaban tocando el culo? No sabes las risas que nos echamos... pero es qué, ¿cómo no aprovechar la oportunidad?", relató en sus redes.

La lucha continúa y para que la igualdad sea una realidad "necesariamente tendremos que buscar alianzas masculinas y que no se produzca un cierto silencio general entre los hombres, como se ha visto en algunas ocasiones", señala Murillo. No será hasta que la sociedad al completo comprenda la necesidad de este movimiento cuando se pueda llegar a producir un gran cambio.

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