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Crónica de un día no histórico

En un momento en que la política institucional catalana está condicionada por el ritmo que marcan las decisiones judiciales, Jordi Turull no consigue los apoyos suficientes para ser investido presidente de la Generalitat. Lejos de la épica de la que se ha querido dotar el proceso en numerosas ocasiones, esta vez la sesión ha sido gris, muy pendiente de la comparecencia este viernes en el Tribunal Supremo del mismo Turull y cinco dirigentes independentistas más.

Jordi Turull, durante su última intervención en el pleno de investidura en el Parlament. - EFE

Han tenido que pasar tres meses desde las elecciones del 21 de diciembre para que el Parlament haya podido celebrar un pleno de investidura. Pero la Generalitat sigue sin presidente. Jordi Turull, el 'plan C' de Junts per Catalunya después de que tanto Carles Puigdemont como Jordi Sànchez renunciaran a optar al cargo como consecuencia de su situación ─el primero es en Bélgica y el segundo, encarcelado en Soto del Real─ no ha conseguido la mayoría absoluta. El misterio se ha desvanecido cuando pasaba media hora de las cuatro de la tarde, cuando la CUP comunicaba que mantendría la abstención anunciada hace unos días ─entonces, con Sànchez de candidato─, por el rechazo que le genera el programa de gobierno presentado por JxCat y ERC, que ve "autonomista". El partido de la izquierda independentista ha dado por concluido el "ciclo del procés" y las "alianzas que se han dado" y confía en que ahora se abre el "ciclo de construcción de la República". Si no es así, la CUP pasa a la oposición, también para combatir "el autonomismo".

En un escenario ordinario, dos días después se debería celebrar una segunda votación de investidura, en la que a Turull le bastaría con la mayoría simple para ser elegido. El objetivo sería posible si tanto Carles Puigdemont como Antoni Comín renunciaran al acta de diputado. Pero, y es obvio que desde hace mucho tiempo que en la política catalana hay muchos peros que van más allá de lo que ocurre en las instituciones políticas, el escenario no es nad, de ordinario. Este viernes toca (otra) sesión judicial. Los consejeros cesados ​​Raül Romeva, Josep Rull y Dolors Bassa, la ex presidenta del Parlament Carmen Forcadell y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, además del propio Jordi Turull, deben acudir a comparecer ante el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, el instructor de la macrocausa contra el proceso independentista. Y aunque no hay ninguna certeza, fuentes de los grupos parlamentarios de JxCat y ERC consultadas por Público coinciden en temer que "se los vayan a quedar" y deban ingresar en prisión provisional. Si esto sucede, cuesta visualizar un pleno de investidura para este sábado.

Como prever qué pasará mañana es complicado, por no decir directamente imposible si tenemos en cuenta taquicárdicos giros de guión al que nos ha acostumbrado el procés, centrémonos en lo que ha sucedido este jueves. El parque de la Ciutadella de Barcelona estaba blindado por los Mossos y sólo había un acceso abierto ─el de la Avenida del Marqués de la Argentera─ pero no se respiraba el ambiente de un (otro) día histórico. Hoy no había miles de catalanes ─fundamentalmente independentistas─ concentrados para vivir de cerca un nuevo capítulo del procés. El ambiente era frío. La expectación mediática tampoco era comparable a la de otras ocasiones, hasta el punto de que en la sesión de constitución del Parlament ─celebrada el 17 de enero─ la presencia de medios era superior, según confirmó el servicio de prensa de la Cámara.

Y el titular, el gran titular del día, se ha conocido minutos antes del inicio del pleno, cuando la CUP ─que desde las 15h celebraba un consejo político extraordinario─ ha anunciado que no se movía de la abstención porque "no podemos condicionar nuestra acción política a la acción represiva del Estado" y porque "la propuesta de programa de gobierno de JxCat y ERC no avanza en la construcción de medidas republicanas ni sociales, que respondan a los derechos y necesidades de la clase trabajadora". Fuentes de la formación han reconocido a este diario que ha habido cierto debate interno sobre si investir a Turull podía suponer un nuevo "embate al Estado", pero que la posición final se ha tomado por unanimidad. El programa y el proyecto de gobierno ─o el rechazo a ellos─ han pesado más.

Del diálogo de Turull al "patriotismo cívico" de Arrimadas

Finalmente, ha arrancado el pleno. Con la sensación de trámite, no de día especial. Con caras largas tanto en las bancadas de JxCat como las de ERC, con un nuevo discurso duro de Inés Arrimadas, que ha pretendido hacer pasar el nacionalismo español por "patriotismo cívico". Turull, quien sabe si en su primer y único discurso como candidato a la presidencia de la Generalitat, ha protagonizado una intervención gris, lejos de la épica de otros oradores ─y, sobre todo, otras ocasiones─, con un tono monótono y que ha sonado más propio de hace 15 ó 20 años que de 2018, después de un vibrante y complejo otoño en la política catalana. Probablemente condicionado por la inminente comparecencia ante el juez Llarena ─y con el recuerdo del mes en prisión en Estremera seguramente bien presente─ Turull ha desgranado un programa de gobierno claramente autonomista, con la recuperación de las instituciones catalanas como prioridad para "deshacerse de las grapas del 155". Y también ha hecho una nueva apelación al diálogo con el gobierno español, inexistente desde hace meses. "¿Por qué no ha de ser posible el diálogo y la negociación del presidente que salga investido de esta cámara con Mariano Rajoy?", se preguntó.

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, no ha salido de un guión previsible y repetido ─"usted no puede ser la solución para que forma parte del problema", le espetó a Turull─ y ha llegado a definir a su partido como la formación "del pacto y del acuerdo ". La diputada ha vuelto a cargar contra la "fractura" que, según ella, existe en la sociedad catalana y que en sus ojos únicamente es responsabilidad del independentismo ─los flirteos de su formación con Sociedad Civil Catalana, ariete contra la inmersión lingüística , o el impulso inicial a la bufonada neofascista de Tabarnia, obviamente no cuentan─. Consciente de que inflar el españolismo hooligan le ha dado réditos electorales, en su discurso no podían faltar apelaciones al "gran país" que es "España", que ahora mismo tendría un "proyecto ilusionante" movido por el "patriotismo civil" que se ha levantado contra el independentismo.

La otra gran noticia en el bando independentista ha sido que Marta Rovira no ha pronunciado el discurso de ERC, también condicionada por la citación al Tribunal Supremo de este viernes. Así que ha sido el portavoz del partido, Sergi Sabrià, quien ha reclamado la constitución "urgente" de un gobierno porque "cada día de 155 hace la herida más profunda". De hecho, justo al concluir el pleno se ha anunciado que Marta Rovira, Dolors Bassa y Carme Forcadell renunciaban al escaño, horas antes de comparecer ante Llarena. Sabrià ha dotado su discurso de más tintes republicanos que Turull: "Tenemos en nuestras manos echar a la oscuridad y recuperar las instituciones, y después tenemos que seguir trabajando porque cada día que pasa es más urgente librarnos de un estado que va contra los catalanes. (...) la república es la única opción de hacer una sociedad más justa, más limpia y más próspera, queremos un país mejor y eso no puede ser ilegal". Como desde hace semanas, ERC ha intentado apelar a ampliar la base, asumiendo que la época de la independencia inminente ha pasado.

Iceta también ve "autonomista" el discurso de Turull

Por razones diversas, tanto el PSC como Catalunya en Comú Podem han anunciado su no a la investidura de Turull. Iceta se ha encargado de hacer una de las lecturas más lúcidas del discurso de Turull: "Hay una contradicción evidente. Se quiere el apoyo de la CUP, pero se hace una propuesta de tipo autonomista, que recuerda a Pujol. (.. .) Quieren completar una mayoría con un programa que no es compartido por las tres partes [independentistas]". Domènech se ha comprometido a "defender el autogobierno", pero reclamó "amplias alianzas y mayorías transversales" y tener "más inteligencia, menos autocomplacencia, menos épica y más victorias".

El portavoz de la CUP, Carles Riera, se ha encargado de anunciar el paso "a la oposición" de su partido, siempre que JxCat y ERC renuncien a iniciar "el ciclo de construcción de la República". El dirigente cupero, que lógicamente se ha mostrado muy duro con la "represión" de un Estado español que ha mostrado su "verdadera naturaleza" los últimos meses, ha criticado igualmente que los partidos soberanistas "no hayan sido capaces de llevar el empuje de la gente hacia la independencia". Riera también ha comentado que sí apoyarían Carles Puigdemont como candidato a la investidura, por el componente de desobediencia que tendría, al tiempo que ha insistido en que JxCat y ERC pueden obtener los votos necesarios el sábado ─si se celebra pleno─ simplemente si dotan de derecho a voto al expresidente y Antoni Comín. En la réplica, tanto Turull ─"tenemos que encontrar el acuerdo"─ como Sabrià ─"hoy teníamos una oportunidad"─ se han dirigido a la CUP.

Pasaban diez minutos de las 22h cuando se ha acabado el pleno, con el resultado previsto de la votación: 64 votos a favor, 65 en contra y cuatro abstenciones. Esta vez no se han escuchado ni aplausos ni Els Segadors a la conclusión. Y los rostros no eran precisamente de alegría. Y es que hoy no ha sido un día histórico.

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