Con el Gobierno de coalición constituido y la legislatura formalmente en marcha, los partidos de la izquierda alternativa se volcarán en los próximos meses hacia las tareas organizativas pendientes que ha dejado la reconfiguración de este espacio tras las elecciones del 23J y la investidura de Pedro Sánchez.

Uno de los que tiene más deberes que realizar es Izquierda Unida, cuya portavoz, Sira Rego, es desde el martes la ministra de Juventud e Infancia del Gobierno. La pasada semana el coordinador federal de la formación y exministro de Consumo, Alberto Garzón, anunció que dejaba el liderazgo de IU. Hace unos meses, Garzón avanzó que no concurriría en las listas electorales de las generales, y pasó a formar parte del equipo de economistas de Sumar durante la campaña; y ahora, cierra su etapa en la política institucional de manera definitiva.

Por lo tanto, la organización deberá acometer una renovación de su cúpula, algo que no estaba previsto hasta 2025, cuando a IU le tocaba celebrar una Asamblea Federal (la última reelección del exministro de Consumo tuvo lugar en 2021).

Los pasos para llevar a cabo estos cambios y designar a una nueva dirección no son sencillos, y la dinámica del proceso llevará, casi con toda seguridad, a la celebración de una Asamblea Federal extraordinaria a principios de 2024, probablemente entre finales de febrero y principios de marzo. 

En primer lugar, Izquierda Unida celebrará en los próximos días (con mucha probabilidad entre el 1 y el 3 de diciembre) una reunión de la Coordinadora Federal (la dirección), ante la que Alberto Garzón presentará su dimisión de manera formal.

Nombrar una dirección provisional y fijar un calendario

En este encuentro, el partido deberá decidir dos asuntos clave: el nombramiento de una dirección provisional (una suerte de comisión gestora) que lleve el día a día de IU hasta la renovación formal de su cúpula, por un lado; y el calendario para celebrar la Asamblea Federal extraordinaria, por otro.

La cuestión del calendario es claramente la más compleja. En primer lugar porque la celebración de una Asamblea Federal requiere de un proceso y de una preparación que precisa de tiempo; el sujeto político de este órgano (los que elegirán a la nueva dirección) son los delegados que cada federación de IU enviará (alrededor de 600 o 700 personas), que son elegidos previamente por la militancia del partido mediante sufragio universal en asambleas territoriales y de base.

Por lo tanto, antes de reunir a la Asamblea Federal, se deben convocar a estas asambleas y la militancia debe elegir a sus delegados correspondientes. En el partido estiman que no se podrá convocar a su máximo órgano de decisión hasta finales de febrero o principios de marzo. 

A esta situación hay que añadir otro posible contratiempo: la celebración de eventuales elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi. Todavía no hay fecha para estas citas electorales, pero entre las posibles fechas que se barajan se cuenta con el inicio de 2024 (unos comicios no sólo se componen de la jornada de votación, sino también de la precampaña y de la campaña electoral, un proceso que en su totalidad puede durar alrededor de mes y medio).

Si por estos motivos IU no hubiera podido celebrar su asamblea en marzo o abril (en función de la fecha de unas eventuales elecciones autonómicas), el calendario volvería a amenazar la renovación de la dirección del partido. En junio de 2024 hay elecciones europeas, y en el mes de mayo las formaciones políticas se volcarán en la campaña.

En todo caso, el objetivo de IU pasaría por renovar a su dirección a principios de 2024 para dar inicio a la etapa pos-Garzón.