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Los 'ligues' de Margallo y las verdades sobre su liposucción

ANA PARDO DE VERA

Ni el ausente Miguel Arias Cañete , que se creía iba a ser confirmado hoy por Mariano Rajoy como candidato del PP a las europeas —y no fue ni mencionado por el presidente—, ha podido hacer sombra al protagonismo del ministro de Asuntos Exteriores en el Comité Ejecutivo Nacional del PP. José Manuel García-Margallo llegó con diez kilos menos a la sede de la calle Génova para reunirse con sus compañeros de partido, que enseguida —tal y como pudieron captar las cámaras de La Sexta—, le rodearon para elogiar su nueva figura sin rastro de grasa. 'No veáis cómo liga ahora', dijo un entusiasmado Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, a los dirigentes conservadores Javier Arenas y Esteban González Pons. 'Me está costando administrar el éxito', respondió un sonriente Margallo, a quien, con todo, algunas dirigentes del PP, como Cristina Cifuentes, encuentran un poco 'demacrado' tras la pérdida de peso.

El jefe de la Diplomacia española no ha adelgazado por ser coherente con la publicidad de la Marca España, como bromearon algunos compañeros, ni por estética pura y dura, como informaron varias páginas web, a pesar de los desmentidos de Exteriores y de la propia familia del ministro.

El pasado 7 de febrero, Margallo se sometió a una operación de hernia en el Hospital Gregorio Marañón de la Comunidad de Madrid que le obligó a seguir antes a un estricto régimen de adelgazamiento. La intervención se complicó y, aunque el titular de Exteriores esperaba ser dado de alta en dos días, su estancia en el hospital se prolongó casi una semana.

Mientras estaba ingresado, varias webs lanzaron la noticia de que, aprovechando la intervención de hernia, el titular de Exteriores se había sometido a una abdominoplastia (liposucción o extracción de grasa de la zona abdominal) costeada por la sanidad pública. Además, siempre según estas páginas de internet, Margallo habría obligado a cerrar varias habitaciones en torno a la que él permanecía para evitar que se difundiera la noticia de su intervención estética.

El Ministerio y los propios trabajadores del Gregorio Marañón lo desmintieron todo, asegurando que el ministro tenía programada esa operación desde hacía un año y obedecía a criterios estrictamente de salud. Los viajes y el ritmo de vida del jefe de la Diplomacia habían agravado la dolencia. Con todo, la posibilidad de que la operación de hernia conllevase una liposucción quedó abierta, ya que suele ser habitual en este tipo de operaciones para facilitarlas, nunca por pura estética.

Lo cierto es que hoy el ministro Margallo entró en la sede nacional del PP, además de entre los piropos de sus compañeros, con la chaqueta del traje cerrada, algo que antes de la operación no podía permitirse.

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