La designación de la ciudad de Barcelona como sede de la Copa América de Vela en 2024 ha destapado un discurso optimista sobre la posibilidad de que el evento se convierta en un símbolo de la recuperación económica de la capital catalana y una herramienta para proyectarla en el mundo tras el impulso que supuso hace 30 años la celebración de los Juegos Olímpicos. Durante la presentación de la competición, que tuvo lugar en el World Trade Center, las autoridades ofrecieron algunos detalles sobre el impacto económico de la cita. Según los responsables, el evento deportivo repercutirá positivamente en la ciudad con una cifra cercana a los 1.000 millones de euros y será necesaria una inversión de 70 millones de euros.

Más allá de estos supuestos beneficios económicos por la celebración del evento, la cifra ha abierto el debate sobre la veracidad, la transparencia y el rigor de estos informes, de los que la mayoría de ellos se desconoce la fuente de elaboración y la metodología empleada. "Son estudios cuestionables en la cantidad y en la calidad", explica Eugeni Osácar, director de investigación del CETT, el centro universitario de referencia de la Universitat de Barcelona (UB).

Osácar advierte que los datos que plantean impactos directos e indirectos, como en los casos de la ampliación del aeropuerto de El Prat, el Mobile World Congress o la Copa América de Vela, "son, al menos discutibles y no los suelo utilizar básicamente por las dudas y recelos que suelen provocarme".

La burbuja de 'Juego de tronos'

Como ejemplo de las prácticas de algunas administraciones sobre el impacto de los eventos, Osácar alude al rodaje en Girona de escenas de la popular serie Juego de tronos. "En ese caso, el impacto se tradujo en eco mediático, construyendo titulares en redes sociales, que hacían referencia a las menciones del acto en internet". El experto comenta que las administraciones se han puesto acuerdo, en este caso, para promocionar la Copa América de Vela, pero "los informes son poco rigurosos y los datos se publican sin reservas". Mirando a la edición valenciana de la competición, Osácar precisa que "la especulación inmobiliaria superó cualquier intento de crear un proyecto transformador de la ciudad".

"Difícil de calcular y con mucho interés en inflar los datos". Ésta es la definición que hace de los informes habituales para avalar las celebraciones multitudinarias, Sergi Cutillas, economista y fundador de Ekona, una cooperativa orientada a la innovación económica. En este sentido, Cutillas aboga por utilizar indicadores más objetivos, que una vez finalizado el evento, permitirían calibrar mejor su éxito. Así, menciona aspectos como la cifra de visitantes, la inversión que estos generan, los vuelos, las plazas hoteleras, las comidas o las compras en las tiendas. En una frase, defiende la validez de los estudios econométricos.

Haciendo una aproximación a un gasto medio diario por turista de 300 euros, Cutillas recuerda que un evento como la Copa América de Vela, para cumplir las expectativas de impacto establecidas, necesitaría recibir a un millón de personas, cifra que califica de "irreal". El economista cree que los informes que acompañan a estas iniciativas responden a una lógica basada en el enriquecimiento rápido mediante la especulación y el amiguismo. "Son proyectos que se basan en el beneficio económico a corto plazo y para hacer dinero sin tener demasiado en cuenta la sostenibilidad". Cutillas añade que, a la hora de difundir la iniciativa y su impacto se sigue "la dinámica del comisionista, generando bolas de deuda, en las que se mezclan ingresos e inversiones". Como indicativo, el experto precisa que el impacto previsto de la Copa América de Vela de 1.000 millones de euros se encuentra más de tres veces por encima del importe destinado este año a la atención primaria por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya.

Estas dos voces cuestionan estos vaticinios de la Copa América de Vela, centrándose en dos elementos: las dificultades financieras sufridas por dos de las anteriores sedes de la competición (Valencia y la localidad neozelandesa de Auckland) y la carencia de información sobre quien aportará la inversión necesaria y la fórmula para amortizarla.

En una línea similar, el antropólogo y miembro del Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano (OACU), José Mansilla, echa de menos más transparencia sobre quién financiará las inversiones y alerta de que el informe del supuesto impacto económico sólo se basa en suposiciones. En relación con la necesidad de asumir la celebración de grandes citas, puntualiza que eventos de este carácter, "últimamente los han organizado países con poca tradición democrática como Qatar, Rusia o China". Por todo ello, el antropólogo cree que la Copa América de Vela sólo es un signo más de una apuesta por replicar un modelo de masificación turística, un crecimiento de la contaminación y una saturación del espacio público.

Apoyo de los sectores económicos

La decisión de acoger la Copa América de Vela ha recibido la adhesión de los sectores económicos de la capital catalana, especialmente los más afectados por las restricciones de la pandemia. El Gremi d’Hotels de Barcelona confía en que el incremento de las reservas sirvan para consolidar la ocupación de la ciudad, mientras que el Gremi de Restauració, tal y como asegura su director, Roger Pallarols, ve "una oportunidad de volver a poner Barcelona en la posición que le corresponde que es en el liderazgo de las grandes ciudades de Europa y del mundo".

Por su parte, Turisme de Barcelona prevé que el evento juegue un papel clave en la promoción internacional de la ciudad. Su presidente, Eduard Torres, remarca que "la celebración va mucho más allá de la organización de la prueba deportiva y tendrá un impacto muy importante relacionado con el modelo económico y de la economía azul que estamos defendiendo desde distintos ámbitos".

Determinados ámbitos sociales y vecinales lamentan que decisiones como la celebración de la Copa América de Vela sean una vuelta atrás a la estrategia iniciada por el Ayuntamiento de Barcelona para impulsar una ciudad más sostenible con la aprobación de medidas como la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) o el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat). Algunos ven tras la decisión a las elecciones municipales, que tendrán lugar en poco más de un año.