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Penas de 65 años de cárcel por disentir

Los generales birmanos aumentan la represión contra los opositores al régimen militar

 

MAR CENTENERA

'¿Esto es todo lo que podéis hacer?', increpó ayer el disidente birmano Min Zeya a los miembros del tribunal que acababan de sentenciarle a 65 años de cárcel. 'Nunca tendré miedo de la verdad y es la verdad lo que estamos contando', añadió antes de que se lo llevasen esposado. Zeya y otros 13 líderes del conocido grupo opositor Generación de Estudiantes del 88 recibieron ayer condenas idénticas por el tribunal especial instalado en el interior de la prisión de Insein, a las afueras de Rangún.

'Es ridículo y muy triste que se les sentencie a 65 años por haber participado en protestas pacíficas. Demuestra que el régimen militar tiene leyes opresivas que minan los derechos fundamentales de libertad de expresión y reunión', declaró a Público por teléfono Naing Aung, secretario general del Foro para la Democracia en Birmania.

Los 14 condenados fueron arrestados a finales de 2007 por haber participado en las manifestaciones prodemocráticas encabezadas por el clero budista. 'El régimen quiere amenazar a la población birmana, advertirla de las consecuencias que puede tener oponerse a su poder continuó Naing Aung, pero el endurecimiento de penas muestra que tienen miedo de la fuerza de los activistas. Saben que por más que lo intenten nunca van a matar su espíritu prodemocrático'.

Trabajo forzado

La represión de la dictadura birmana no se limita a la oposición política. El mismo tribunal ha condenado esta semana a 20 años de prisión a un bloguero que colgó en Internet una caricatura del líder de la Junta Militar, Than Shwe, y a 12 años a la defensora de derechos humanos Su Su Nway. Esta activista fue galardonada en 2006 con el Premio a la Libertad John Humphrey por su lucha contra el trabajo forzado, que sufrió personalmente a finales de los noventa cuando ella y otros residentes de Htan Manaing fueron obligados a trabajar en la construcción de una carretera nueva.

Amnistía Internacional acusa en su último informe al Ejército birmano de cometer crímenes contra la Humanidad por la 'violación sistemática de los derechos humanos y la ley humanitaria internacional' en el Estado de Kayin, al suroeste del país.

En esta región, que es el centro de operaciones de la guerrilla separatista Karen, 'las tropas birmanas disparan abiertamente contra la población civil', denuncia Benjamin Zawacki, investigador de AI. 'La ofensiva militar ha aumentado su intensidad. Ahora ni siquiera se detiene durante el monzón, como antes', dice.

 

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